El pasado viernes la UEPC desarrolló su asamblea provincial en la que se debatió qué hacer frente al ajuste. Un debate imprescindible: resignarse y votar, o enfrentar el ajuste.
Noé Silbestein Delegado departamental UEPC | Agrupación Docentes D-Base | Lista Unidad desde las Escuelas
Martes 27 de noviembre de 2018 01:19
En la asamblea provincial de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) se dio un interesante debate. La conducción de UEPC armó junto al gobierno una propuesta para que las y los docentes pierdan un 9 % de salario, y llamaron a asambleas escolares que tenían que resignarse a convalidar ese arreglo o resignarse a no tener ni un bono. Educando en la resignación, le abren la puerta al ajuste.
Romper con la orientación burocrática de los sindicatos y federaciones, entre ellos UEPC y CTERA, implica en primer lugar que la decisión esté en los trabajadores y no en el gobierno. Las burocracias sindicales quieren amortiguar el ajuste, negociar qué va a pasar. De esta forma vamos a estar cada vez peor, porque ahora es el 9 % del salario, pero vienen por mucho más: jubilaciones, despidos, flexibilización laboral, destrucción de la infraestructura escolar y desfinanciamiento de los programas alimentarios de los estudiantes, entre otros objetivos.
La única posibilidad de defenderse de semejante ataque es construyendo desde abajo la fuerza material, habilitando que los compañeros y compañeras puedan debatir en las escuelas no sólo el salario sino cómo enfrentar el ajuste. Es una tarea política que se opone por el vértice al vaciamiento de las instancias democráticas de participación que desde la conducción ejecutan llamando de una manera extorsiva las asambleas, contrarreloj, para decirle sí o no a algo que ya está publicado en los medios y es lo único que hay.
Lo gremial es político
La asamblea empezó con la proyección de un video de Pablo Iglesias, líder de Podemos, en el que se hacía un llamado a la unidad para enfrentar a la derecha. Juan Monserrat, secretario general de UEPC, cerró la asamblea retomando la idea: “Esta es la propuesta posible para transitar un momento difícil en el camino de aglutinar voluntad política para construir la mejor alternativa electoral que el año que viene derrote al presidente Macri”.
Más que lo salarial, la asamblea estuvo atravesada por la cuestión de qué hacer frente al ajuste de conjunto. Desde la conducción insistieron que los sindicatos están hechos para tener una política frente a la realidad y la política que ellos proponen es la resistencia, asumiendo que se va a perder y que los sindicatos no pueden dar peleas duras. La cancha estaría inclinada a favor del avance de la precarización laboral, la reforma previsional y la pérdida de salarios. Sería un logro que no haya despidos o que no se pierda tanto salario…y preparar la alianza para sacar a Macri.
Ni marea verde ni izquierda
Monserrat reconoció como “brillante” la denuncia de la legisladora Laura Vilches sobre el fraude que comete la Iglesia con sus propiedades exentas de impuestos. Pero a continuación señaló que esa es la tarea de los legisladores, que el sindicato como tal no puede posicionarse a favor de los pañuelos verdes porque hay compañeros que son católicos. Y saludó que Cristina Fernández reconozca que, para construir “mayorías”, hay que renunciar a los pañuelos verdes y celestes. Quedó muy claro el proyecto político: las mujeres tienen que resignar la pelea por sus derechos para construir un frente con dirigentes kirchneristas como Capitanich y Scioli, sumando a Grabois, Pichetto y Schiaretti.
Ver también: Denuncian por estafa a la Iglesia católica de Córdoba
La Iglesia, que recibe millonarios subsidios del Estado, no sólo “educa para el amor” en lugar de respetar la ley de educación sexual integral, sino que despidió a compañeras por llevar el pañuelo verde o por permitir que se debata en el aula sobre la legalización del aborto. El sindicato no sacó ni una declaración pública de apoyo a las compañeras despedidas. Al llamado a “enfrentar a la derecha” se lo lleva el viento.
A perder y votar, una propuesta que no enamora
El llamado a votar en 2019 va de la mano con dejar avanzar el ajuste para que los trabajadores sufran y voten al peronismo. Parece que, cuanto peor les va a los trabajadores, mejor les va a ir a ellos en las urnas. Pero no se postulan para enfrentar al sistema que avanza de la mano de los Trump y Bolsonaro. Proponen un extraño “frente patriótico”, que pagará la deuda externa que nos somete al imperialismo por décadas. Deuda que, por otro lado, hasta los economistas más afines al macrismo dicen que es impagable. Aunque hablen de volver a un pasado de bonanza, saben que las condiciones internacionales son otras.
La realidad es que este “frente patriótico” de quienes le garantizaron la gobernabilidad a Macri, tanto en el Congreso como en las calles, se prepara para disciplinar al movimiento obrero, para reprimir a los sectores que luchen y cumplir el plan del FMI. Por eso las conducciones gremiales “opositoras” no llaman a asambleas en los lugares de trabajo y han hecho todo lo posible para descomprimir el malestar obrero, desmoralizar a los que luchan y encaminar todo a la agenda electoral.
¿Por qué tenemos que aceptar un ataque tan brutal? ¿Cómo se hace para combatirlo? A esta altura quedó claro que la respuesta no puede ser sólo sindical. Algunos principios básicos para estar a la altura de esta batalla son: unir las luchas que incluso en un mismo sector son desagregadas (como hace CTERA hace meses con la lucha contra la UNICABA), terminar la tregua con los gobiernos y con las patronales, ninguna conciliación con los sectores antiderechos.
Mientras las corrientes discuten sindicalismo, Monserrat conduce el sindicato a la estrategia del PJ. Y ya les avisó que lo sindical es político y que él va a una alianza con la derecha: va a amortiguar el ajuste, que es colaborar para que el ajuste pase.
Los gremios docentes somos de los más numerosos en el país. Qué distinto sería si, en lugar de discutir sólo el salario, discutiéramos cómo unirnos a otras luchas. Cómo unir nuestros reclamos con los de las familias de los y las estudiantes, que sufren también los despidos y suspensiones en las fábricas, los tarifazos en los servicios. Cómo unirnos con la juventud, que sufre más que nadie la precarización laboral y muchas veces tienen que dejar de estudiar para dar una mano con la economía familiar. Cómo pelear junto a las mujeres, cuyo trabajo en el hogar aumenta al ritmo del vaciamiento de los servicios de salud y educación públicos. Esa es la unidad que tenemos que construir, no la “unidad de la resignación” que proponen Monserrat y el resto de los burócratas sindicales de la provincia.
Intervención de Noé Silbestein - Delegado departamental