Una profesora de quinto año de la carrera hizo un comentario que nos llama, o debería llamar, a todos/as a la reflexión: “ustedes van a ser los abogados del futuro, los jueces, los senadores, los diputados del futuro, ustedes”. De cierta manera detenerse a pensar en eso no es necesario, es el resultado lógico de haberse inscrito en la carrera de abogacía, pero hoy más que nunca, deberíamos reflexionar.
Lunes 20 de agosto de 2018 19:28
Poco se sabe sobre lo que un abogado hace cuando entramos a la carrera, en realidad, casi nadie tiene una respuesta certera a porque la eligió; son pocos quienes pueden afirmar en ese momento que fue su sed de justicia lo que les llevó hasta ahí.
Cualquiera haya sido el motivo que nos convirtió en estudiantes de derecho a todos y todas nos van a enfrentar con el “monstruo” que representa la carrera. Nos encontramos con un frío sistema que nos va a convertir en un número y que nos va a exigir una respuesta, que en la mayoría de los casos, solo responde a las arbitrariedades de profesores. Y en ese momento vamos a empezar a luchar para sobrevivir, y paradójicamente, olvidándonos de que somos estudiantes de derecho. Bajo esta lógica sólo tenemos que estudiar y aprobar; lejos queda el cuestionamiento sobre la calidad de profesional que seremos, pero sobre todo, lo que pocas veces nos dejan o invitan a pensar, es para qué queremos ser profesionales del derecho. Lo que sucede es que, entramos a una facultad que tiene como función social, legitimar y reproducir el sistema tal cual está. Mientras más pasa el tiempo, más pesan los años y menos se cuestionan las normas porque es “lo que hay que rendir en el final”, o peor aún “porque la ley así lo dice”. Pues, a esto, deberíamos contestar, que queremos cuestionarlas.
Son pocas las y los profesores que luchan contra la marea e intentan hacer que despertemos del letargo, diciendo: “ustedes van a ser los abogados del futuro, los jueces, los senadores, los diputados del futuro, ustedes”. Quizás, sea una afirmación que invite a la reflexión, como dije anteriormente. Pero que tanto nos permite ir más allá y cuestionar ¿Qué tipo de abogados y abogadas queremos ser? ¿Queremos trabajar para los grandes estudios jurídicos que defienden a las empresas, los bancos o grupos financieros que son los que nos hunden en las crisis? ¿Queremos ser parte de una casta autoritaria, antidemocrática y privilegiada como los jueces, los senadores o diputados que deciden por millones, tienen sueldos millonarios y no escuchan lo que las mayorías quieren?.
Fuimos millones en todo el país, demostrando que somos la gran mayoría de la población quienes peleamos por el derecho a decidir de las mujeres y personas gestantes. Sin embargo, para ninguna de las dos concentraciones que se hicieron en Mendoza, los días del debate, ni el centro de estudiantes ni el resto de las agrupaciones convocaron a marchar, asistir, ni mucho menos a una asamblea para debatir
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Año tras año, este sistema excluye a decenas de estudiantes hacia facultades privadas. Sobre todo porque no hay flexibilidad horaria, y quienes trabajan no tienen opciones para poder cursar, pero también porque no cualquiera puede cubrir los gastos necesarios que implica el cursado en la universidad pública que cada vez está más lejos de ser gratuita, como fotocopias, comida y transporte. En cierta medida, esta realidad deriva en la falta de cuestionamiento de las y los estudiantes sobre qué tipos de profesionales serán. Entonces cabe preguntarse, ¿Qué hacen las agrupaciones estudiantiles con mayor fuerza? Fomentar el sometimiento al sistema agotador y opresivo a través de reformas que aseguren la continuidad tanto de las autoridades, de ellos como fuerzas recaudadoras de votos y del aletargamiento de las y los estudiantes. Hoy por hoy la Franja Morada que conduce nuestro centro de estudiantes y es la fuerza con más votos en la facultad, se dedica a escribir carteles del estilo “suerte en tu segundo cuatrimestre” y a organizar fiestas. La segunda fuerza, Agrupación Derecho Independiente, se dedica a vender códigos civiles y recordar que ya comenzó la época de inscripción a finales, y la tercer fuerza, Octubre Popular, a poner carteles donde se preguntan por la falta de las becas (al mes de agosto las becas no han sido entregadas, lo que expone lo clasista que la facultad es); en lo que corresponde a las demás agrupaciones se dedican a aparecer en épocas de elecciones. Ninguna, absolutamente ninguna, quiere transformar el sistema de la facultad, pero peor aún (aunque lógico) ninguna intenta organizar a las y los estudiantes como una fuerza que pueda hacer un cambio.
Esta situación quedó evidenciada en el debate sobre la legalización del aborto en el Congreso. Fuimos millones en todo el país, demostrando que somos la gran mayoría de la población quienes peleamos por el derecho a decidir de las mujeres y personas gestantes. Sin embargo, para ninguna de las dos concentraciones que se hicieron en Mendoza, los días del debate, ni el centro de estudiantes ni el resto de las agrupaciones convocaron a marchar, asistir ni mucho menos a una asamblea para debatir, organizarnos y convocar a un paro estudiantil para potenciar nuestra fuerza en las calles y que las y los alumnos pudieran asistir con libertad a manifestarse por sus derechos. Nos preguntamos si la Franja Morada, siendo fuerza conductora en la Facultad de Derecho y de la Federación Universitaria de Cuyo, no podía hacer otra que usar los pañuelos al cuello ese día.
Las agrupaciones mencionadas, son parte de los partidos tradicionales, que manejan la facultad, la universidad, la provincia y el país. Esa es la respuesta a por qué ninguna se juega a organizar al movimiento estudiantil apostando a que se convierta en una fuerza de transformación social. En un contexto de crisis económica, en la que el Gobierno nacional hizo un acuerdo con el FMI que ya está en curso y que implica más ajustes, reformas como la jubilatoria y la laboral que apuntan a que la crisis la pague la clase trabajadora y nosotros, sus hijas e hijos, y que implica un recorte enorme para la educación pública, las y los estudiantes necesitamos organizarnos.
Las mujeres de Pan y Rosas estudiantes de derecho, no aceptamos que nos digan que las leyes están hechas para ser cumplidas, ni tener en nuestras cátedras a docentes que reproducen un pensamiento e ideología machista. Queremos que nuestros centros de estudiantes funcionen como herramientas de organización; que nuestras cátedras tengan perspectiva de género. Queremos ser profesionales al servicio de las mayorías populares, de los derechos de las mujeres de los pueblos originarios, de los derechos humanos y de los derechos lgtb+. Queremos cuestionar las leyes porque entendemos que la igualdad ante la ley, no es la igualdad ante la vida, como dice Myriam Bregman, referente de Pan y Rosas y abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH). Pero también queremos cuestionar a las instituciones que deciden esas leyes. Porque diputados y senadores legislan en nombre de millones a espalda de sus intereses, para impedir que avance cualquier medida progresiva que consiga imponer la movilización popular, para trabar cualquier reclamo que tienda a cuestionar las bases de este régimen social. Y esa casta junto a gobernadores, funcionarios políticos y jerarcas de la Iglesia hoy nos siguen condenando a morir en la clandestinidad. Por eso seguimos organizadas por el aborto legal y vamos por la inmediata separación de la Iglesia del Estado y de la Universidad.