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Red Internacional
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UNLP Ingeniería: hagamos fuerte nuestra voz, no dejemos pasar el acoso laboral

La mayoría de las veces, el acoso se hace muy difícil de comprobar. Es algo que se da mediante gestos, palabras, miradas, roces y modos en que el acosador actúa sobre la víctima, dejando un gran espacio de confusión y vacío en donde fácilmente pueden entrar los miedos, las culpas y los prejuicios que una mujer aprende creciendo en una sociedad patriarcal.

Miércoles 31 de agosto de 2016

Ayer, a 30 días del mes de agosto finalmente, con el patrocinio del CeProDH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos) tuve una audiencia en el Ministerio de Trabajo de la ciudad de La Plata en donde, de las partes citadas, solo contamos con un representante de la UNLP y la gran ausencia de la patronal, la empresa precarizadora CRUZ DEL MAR S.A, la cual me dejó sin trabajo hace casi 4 meses.

En esta instancia lo que pedimos es que, quienes tengan responsabilidad en lo que fue mi despido, se hagan cargo de lo que sucede con las personas que trabajan dentro de la institución. Viendo que la Universidad tiene un protocolo contra la violencia de género que jamás fue aplicado hacia este sujeto y recalcando también que nadie tuvo la gentileza de acercarse a mí de manera solidaria o, en el mejor de los casos, pidiendo mi reincorporación a mi puesto de trabajo.

Tras haber quedado sin trabajo injustamente y sin un peso en todo este tiempo en donde las cartas documento van y vienen, mi situación como joven estudiante de la UNLP se hace indudablemente más difícil, igual que para muchos otros jóvenes que intentan terminar sus estudios y solo tienen como opción trabajos en donde se los precariza y humilla constantemente. Yo exijo que me abonen lo que corresponde de indemnización, ya que hasta el día de la fecha no he cobrado absolutamente nada y la situación laboral, más aún para quienes dedicamos parte de nuestro tiempo a estudiar, es cada vez más desfavorable.

La única medida hasta el momento tomada por la Facultad de Ingeniería, junto con quienes conducen el gremio de los trabajadores no docentes de la misma, fue encubrir al acosador conservando su puesto de trabajo dentro de la Facultad, además de resguardar su reputación, ya que los mismos que se ríen del “viejo mano larga”, de lo baboso que es con todas las mujeres que circulan por allí, hoy hacen oídos sordos a mi pedido de solidaridad. Para colmo de males ponen en cuestión mi actitud frente a este tipo, insinuando que “algo habré hecho yo para recibir tal cosa” o peor aún “que le di la confianza para que avanzara”. A esto le sigue avalar mi despido, señalándome de forma acusadora por ser la única mujer que se animó a denunciar lo que para ellos debe quedar guardado entre pasillos. Desde estos mismos “compañeros” no docentes hasta el Decano de dicha institución, solo he recibido un trato hostil e incriminatorio, expresando mediante la indiferencia su falta de solidaridad y su lado más frívolo y machista.

La denuncia aún sigue en sumarios de la UNLP y según las personas que trabajan en el caso es difícil probar lo que estoy denunciando, ya que no hay pruebas. Y si, la situación de acoso claramente no cuenta con objetos que sirvan para comprobarla. Es algo que se da mediante gestos, palabras, miradas, roces y modos en que el acosador actúa sobre la víctima, dejando un gran espacio de confusión y vacío en donde fácilmente pueden entrar los miedos, las culpas y los prejuicios que una mujer aprende creciendo en una sociedad patriarcal.

Es aberrante para nosotras que esto suceda incansablemente dentro del ámbito laboral, educativo, familiar, que suceda en todos lados y a toda hora. Por eso es importante empezar a hablar, contarlo, gritarlo si es necesario. No nos guardemos esto como algo vergonzoso, como un secreto, porque no somos responsables del acoso. Tenemos que defendernos y actuar en conjunto para poder liberarnos de estas costumbres de antaño.