La muerte de Agustín, un niño de tan solo 5 años de edad, asesinado a golpes por su padrastro, demostró una realidad social que muchas veces supera las buenas voluntades de la escuela, pero además sacó a la luz la crisis en la que se encuentra el sistema educativo para afrontar estas situaciones, que los maestros denuncian cotidianamente.
Martes 7 de junio de 2016 09:24
El día de su muerte Agustín había ingresado hacia 30 días como alumno de la Escuela Nro. 2 del Distrito Escolar 12, en el barrio porteño de Flores. Su madre había presentado los certificados médicos que se requieren por protocolo escolar. Ante el escándalo mediático que estalló con su muerte, en plena campaña electoral, los funcionarios del PRO con el entonces Ministro de Educación porteño Bullrich a la cabeza, decidieron separar de sus cargos a las maestras Alejandra y la directora Elsa, responsabilizándolas de lo ocurrido. Las docentes lograron ser restituidas a sus cargos hacia fines del 2015, gracias a la lucha de la comunidad educativa en su conjunto, con actos, abrazos, cortes de calles, cartas de solidaridad y un masivo paro convocado por la mayoría de los sindicatos porteños que llenó de miles de guardapolvos la calle Avellaneda del Barrio de Flores. Pero la pérdida de Agustín, dejó una huella más profunda y develó el vaciamiento de los Equipos de Orientación Escolar, la falta de gabinetes psicopedagógicos en las escuelas y el recorte al presupuesto educativo.
Agustín no fue el único caso, ni el último. Según un medio de prensa, el propio el Consejo de los Derechos del Niño, Niña y Adolescentes de la Ciudad recibe un promedio de 19 denuncias diarias vinculadas con situaciones de violencia contra los menores, de los cuales nada menos que 18 provienen de las escuelas. Es que las escuelas son testigos cotidianamente de situaciones en las que los derechos de los alumnos son vulnerados. Derechos que les son una y otra vez brutalmente arrebatados. Impotencia y dolor muchas veces es el sentimiento, frente a alumnos que se ven obligados a trabajar y se duermen dentro del aula porque la noche anterior tuvieron que funcionar como sostén de su hogar, porque sus padres fueron despedidos o trabajan precarizadamente con sueldos muy por debajo de una canasta familiar.
Alumnos que viven con sus familias en viviendas de chapa, o en villas y en condiciones de alta precariedad. Familias que esperan una falsa promesa de viviendas sociales “dignas”, como ocurrió en el barrio Papa Francisco, aquel asentamiento que fue tomado en el 2014 reclamando soluciones habitacionales y luego desalojado violentamente. Estas familias no sólo esperan una vivienda digna, sino también esperan una solución a la salud dañada de sus hijos.
Alumnos que tienen familias fragmentadas, que son violentados intrafamiliarmente, pero que “deben” esperar a la intervención de los Equipos de Orientación Escolar (EOE) o los Servicios Profesionales (ASE) que se encuentran colapsados de situaciones –por la falta de profesionales-, debido al vaciamiento sistemático del Gobierno de la Ciudad. Estos equipos muchas veces intervienen pero cuando “ya es tarde”. En otros casos, cuando esta intervención de profesionales llega a la escuela, se encuentran sin poder dar respuestas a problemáticas sociales que son tan estructurales como las habitacionales, la falta de trabajo y la pobreza. Así lo demuestra la carta de un Albañil que cuenta porqué su hijo no pudo asistir a clases, viralizada por los medios durante estos días.
Durante lo que va del Gobierno de Cambiemos ya hubo más de 150.000 despidos a nivel nacional, pero además hubo recortes a los programas sociales, educativos y de salud. Hubo tarifazos a todos los servicios, y los productos de consumo básico no cesan de aumentar de precio. Ante esta situación se estipula que 3 de cada 10 chicos están entrando en la línea de la pobreza, el ajuste se va a empezar a sentir fuertemente en las escuelas.
¿Qué sucederá cuando los niños dejen de venir a la escuela porque sus familias no puedan pagar el boleto? ¿Qué sucederá cuando estos niños falten sistemáticamente para ir a trabajar? ¿Qué sucederá cuando aumenten los niños que no puedan recibir una alimentación adecuada en sus casas? ¿Qué sucederá cuando enfermen y no alcance el dinero para sus remedios? ¿También la culpa será de sus maestros? ¿De los equipos de Orientación? ¿De los directivos de la escuela? ¿De sus familias?
A un año de la muerte de Agustín la situación continúasiendo la misma que denunciábamos hace un año: Hay sólo un equipo de orientación escolar (EOE) por distrito (psicólogo/a, trabajador/a social, psicopedagogo/a) con sólo 4 profesionales deben atender unos 250 casos de los miles de niños que estudian en cada distrito. En los EOE hay casi un tercio de lo que se venia estableciendo por planta, con un presupuesto que se subejecuta sistemáticamente, ya que no se cubren cargos vacantes por jubilaciones y licencias. Los 330 cargos incluso es una cantidad que fue pensada hace años con lo cual debiera ampliarse aún más.
La única respuesta por parte del Gobierno de la Ciudad, fue llamado a concurso de algunos cargos de los equipos profesionales, de forma anti estatutaria, y sin cubrir además la cantidad de profesionales que se necesitan por distrito escolar. Son actualmente alrededor de 130 los especialistas que trabajan en los Equipos de Orientación Escolar –conocidos como “gabinetes”- para más de mil escuelas que hay en toda la Capital.
Mientras tanto la semana pasada se destinaron por parte del mismo Gobierno de Cambiemos más de 16 millones al Vaticano para un programa educativo que se aplicaría en escuelas públicas. Plata había. La decisión es política.
A un año de haber gritado bien fuerte por Justicia para Agustín y por la restitución de Elsa y Alejandra, la pelea continúa. Elsa y Alejandra continúan sumariadas y no se ha revertido en ninguna política pública para la protección de los menores en riesgo. Si hay algo que demostró esta lucha fue la unidad de docentes y las familias de la escuela pública. A pesar de que la mayoría de las conducciones sindicales, como la Celeste de UTE, se hayan jugado a la desmovilización luego del masivo paro, para llevar todo al terreno legal, hoy se volverán a manifestar en las calles docentes, familias y alumnos. Esa es la unidad que a los Gobiernos les molesta. Esa es la unidad que intentan quebrantar. Porque la defensa de la escuela pública es para los miles de niños que concurren a ellas, las mejores condiciones para su educación, son también las mejores condiciones laborales para sus docentes. La defensa de la escuela pública es junto a las familias que pelean día a día para que sus chicos vayan a clases a pesar de la distancia y el aumento del boleto, a pesar de la falta de vacantes, a pesar de las lluvias que muchas veces les impide salir de sus barrios, es una lucha que entraña la organización junto a las madres y los padres de los alumnos, muchos de ellos trabajadores inmigrantes textiles, obreros de la construcción, amas de casa, tercerizados de limpieza y servicios, que trabajan para grandes patronales en pésimas condiciones y por sueldos de miseria que hoy se ven amenazados ante el ajuste y los despidos.