La imagen de la diputada de Podemos, Carolina Bescansa, con su bebé de siete meses en el Congreso, provocó todo tipo de reacciones. El debate sobre la conciliación laboral y los discursos que contrastan con la realidad de la mayoría de las mujeres.

Cynthia Lub Barcelona | @LubCynthia
Viernes 15 de enero de 2016
Foto: EFE / Sergio Barrenechea
Frente a la aparición de Carolina Bescansa el pasado miércoles a la constitución del Congreso acompañada de su bebé de menos de seis meses, en un comunicado Podemos explicó que "Es un gesto simbólico por la reivindicación de todas las mujeres que tienen que poder conciliar vida familiar y personal y vida laboral y hoy día no pueden, que son muchas en nuestro país, millones de mujeres que se enfrentan solas a múltiples obstáculos".
Ciertamente, es un gesto bastante oportuno, que dio lugar a un debate cruzado por uno de los problemas fundamentales de las mujeres: las tareas de cuidados y la más grande, la de criar a los hijos; cuestión que la mayoría de las mujeres realiza en las peores condiciones de precariedad laboral, pobreza, desigualdad salarial y falta de guarderías públicas.
Partidos políticos, en las redes, organizaciones feministas y decenas de tertulianos y periodistas se pronunciaron a favor o en contra. Y no faltaron las calificaciones misóginas, muy habituales desde que las mujeres dirigentes de diferentes formaciones políticas empiezan a estar en el centro de la política.
El nuevo presidente del Congreso de los Diputados, el socialista Patxi López, advirtió que se dejen "los espectáculos a un lado" y que "la política de conciliación es mucho más que eso" ya que son necesarias "muchas más medidas para que en este país se concilie la vida laboral y familiar". Sin embargo, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, declaró que la diputada de Podemos "está en su derecho de hacer lo que hizo".
De parte del PP, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, consideró “muy lamentable instrumentalizar a los niños con fines políticos” cuando en el Congreso había “una magnífica guardería”. La diputada popular Beatriz Escudero se pronunció en un tuit diciendo: “Asistimos a un espectáculo con utilización de un bebé. Se pasan al niño de mano en mano para foto. Impresentable”.
Debate aparte merecen las consideraciones, muchas veces alejadas de la "vida real" de la mayoria de las mujeres, de algunas organizaciones feministas como Red Feminista, que cuestionó a Bescansa por utilizar la maternidad "como elemento de exhibición". En el mismo sentido la Federación de Mujeres Progresistas, la criticó por considerar que perpetúa la imagen de que la obligación del cuidado de los hijos recae sólo en las mujeres, abogando por la corresponsabilidad entre hombres y mujeres.
La secretaria de Análisis y Programa de Podemos defendió su actitud, diciendo que cuando hay que criar a un bebé hay que ir con él "a todas partes" y defendió el derecho que tiene todo el mundo a criar a sus hijos "como pueden y quieren". También explicó que la baja de maternidad concluyó el pasado 8 de enero y que no ha conseguido que el bebé "enganche" el biberón, motivo por el cual no le ha dejado en la guardería pública "por la que tengo que pagar 340 euros". Y tampoco lo dejó en la guardería del Congreso, ya que en una sesión tan larga y tan nominal como la de constitución de la Cámara baja tendría que haberse ausentado para darle el pecho, continuó.
La realidad es que el gesto de Carolina Bescansa abrió un debate que en cierta medida cuestiona a los partidos del PP y PSOE, cuyos gobiernos tardaron hasta el año 2006 para que existan guarderías en el Congreso.
Por otro lado, el permiso de maternidad de las mujeres es de 16 semanas, de las que seis deben tomarlas obligatoriamente las mujeres tras el parto y el resto del periodo pueden compartirlo con los padres. Además, las madres tienen derecho a un tiempo de lactancia durante los primeros nueve meses del bebé.
Pero todos estos derechos ¿pueden realmente ejercerlos la mayoría de las mujeres? ¿Es decir, las mujeres trabajadoras, en condiciones de precariedad, sin contratos o temporales?
Otros "gestos" entre los debates sobre la conciliación entre PP y PSOE
Los gestos de las mujeres dirigentes del PSOE y el PP también expresan las posiciones y fundamentos de sus partidos. Es el caso de la actual vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, quien cuando dio a luz ocupando este cargo no utilizó el derecho de maternidad, incorporándose a su trabajo antes del primer mes. Un "gesto" muy difícil de llevar a cabo para una mujer trabajadora en condiciones de precariedad, es decir la mayoría hoy en día, sin poder pagar a alguien que cuide de sus hijos cuando vuelve al trabajo.
Los fundamentos históricos del PP a la cuestión de la conciliación, ya planteados por Aznar, es la “corresponsabilidad” de los hombres en las tareas domésticas y de cuidado. En esta “armonía” entre trabajo y vida personal en el terreno privado, el papel de la mujer como madre es “insustituible.
Contrariamente, el PSOE plantea que hay que garantizar las condiciones económicas y sociales para lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Su fórmula es “Conciliación más Igualdad” a través de leyes igualitarias bajo un Estado de Bienestar que garantice las condiciones económicas y sociales necesarias para las mujeres.
En el año 2000 el gesto de la socialista Carme Chacón, también de mucha repercusión, lo protagonizó al ser nombrada ministra de Defensa, pasando revista a las tropas en avanzado estado de gestación.
Sin embargo, la diputada socialista desafortunadamente dijo que el gesto de Bescansa "no hacía falta" y recordó que cuando fue ministra de Defensa, ella llevaba a su bebé a la Cámara y le daba el pecho en su despacho, sin necesidad de llevarlo al hemiciclo. Dijo también que está fuera de lugar porque "otras trabajadoras no pueden hacer lo mismo".
Esta última afirmación es totalmente acertada, porque bajo el gobierno del PSOE, sus proyectos de “leyes de igualdad” como la ley de dependencia, la ley igualitaria en permisos por maternidad o la ley integral contra la violencia estructural de género desde ministerios como el de Sanidad, Igualdad o Trabajo, quedaron en "gestos y discursos". Y entonces sí, "otras trabajadoras" no tienen el mismo derecho, muy legítimo, que las mujeres diputadas.
Bajo el gobierno de Zapatero, la precariedad laboral de las mujeres se concretaba en que el promedio de contratos temporales y a tiempo parcial, superaba tres veces más al de los hombres, así como la brecha salarial. Ya desde entonces las mujeres cobraban un promedio de un 26% menos que los hombres.
Los preceptos de conciliación del PP y el PSOE, pioneros en las leyes de reforma laboral y de pensión, se demostraron falsos frente a la dura realidad de la precariedad laboral de las mujeres, los recortes en la sanidad llena de “protocolos” para las embarazadas, cierres de hospitales, la paralización de la Ley de Autonomía personal y los recortes en la Ley de Dependencia como el copago en las prestaciones farmacéuticas y ortoprotésicas o en el cierre de centros de atención diurna, ocupacionales y residencias. En la falta de guarderías tanto en las empresas privadas como públicas, en la falta de plazas en las guarderías públicas.
Más allá de los gestos, la importante lucha contra el patriarcado
Podemos no había comenzado muy bien en cuestión de gestos sobre los derechos de las mujeres, cuando la misma Carolina Bescansa había sido poco clara respecto a sus prioridades sobre el aborto; lo que se expresó en su formación tuvo una casi nula intervención frente a la reaccionaria Ley del aborto de Gallardón.
Acertadamente, el gesto de Carolina Bescansa, como expresa Podemos en su comunicado llevó a "poner los cuidados en el centro, hablar de ellos cuando se hace política y no que sean un asunto privado que las mujeres tienen que resolver por su cuenta en la invisibilidad".
Aunque también es cierto que estos "gestos", necesitan ir acompañados de la movilización en las calles para resolver esta gran cantidad de derechos recortados y por tanto prohibidos para la mayoría de las mujeres. Durante años, son muchas las organizaciones de mujeres que vienen planteando reivindicaciones sobre esta cuestión, exigiendo guarderías gratuitas para las mujeres trabajadoras, así como el reconocimiento del trabajo doméstico, el más precarizado de la clase trabajadora femenina.
Como desarrollamos en los debates sobre las mujeres y el 20D, es el Estado (capitalista) que Podemos busca humanizar y este régimen político moribundo que pretende regenerar, el que se ahorra las tareas de cuidados de los hijos —entre otras— que recaen sobre las mujeres por mandato patriarcal; trasladándose éstas a los hogares, a la vida privada de millones de mujeres que del trabajo de la fábrica o la centro de trabajo, vuelven al trabajo del hogar.
Sin patriarcado no hay capitalismo, por lo que pretender humanizarlo es una utopía tan mayúscula como pretender conquistar los derechos de las mujeres de manera evolutiva, en los marcos de la regeneración del reaccionario régimen político actual.

Cynthia Lub
Doctora en Historia en la Universidad de Barcelona (UB), especializada en clase trabajadora durante el franquismo y la Transición, también en estudios sobre género y clase, feminización del trabajo y precariedad. Docente de educación secundaria pública.