El cuerpo carbonizado de una mujer fue hallado la madrugada del domingo junto a una subestación eléctrica ubicada a metros de las torres de Puerto Madero donde vivió y murió el fiscal Alberto Nisman. El caso fue caratulado como “muerte por causa de dudosa criminalidad”.
Lunes 16 de febrero de 2015 23:00
Hasta el momento las versiones oficiales dicen que el cuerpo es de una mujer de de mediana edad, de 1,65 metros de estatura, que fue hallado junto al muro de la subestación eléctrica 89 de Edesur, ubicada en la plazoleta que está a metros de las torres Le Parc de Puerto Madero en las que vivía Nisman, y que habría sido quemado sin ropas (aunque cabe la posibilidad de que la vestimenta haya sido consumida íntegramente por el fuego). En un principio se dijo que la calcinación se debía a un accidente eléctrico en la casilla de Edesur, pero eso quedó descartado.
La noticia se hizo pública un día después de ser encontrado el cadáver. Consultado entonces por los medios, el titular del SAME Alberto Crescenti declaró que el servicio de emergencias médicas recibió "un pedido de auxilio a las 2:45 hs. de la mañana del domingo a través de la central de operaciones de la Policía Federal por un electrocutado en la vía pública. Arribó una ambulancia de proximidad del SAME. Cuando llegamos, encontramos un cuerpo calcinado. Irreconocible".
Los primeros médicos que vieron el cuerpo informaron que se trató de una electrocución, pero los policías que custodian el lugar reconocieron que junto al cuerpo se encontraron un bidón “con olor a combustible” y una botella con la inscripción “alcohol etílico”.
Edesur enseguida deslindó responsabilidades y descartó que el hecho tuviera algo que ver con el funcionamiento de la subestación. En un comunicado indicó que no registraron ninguna descarga ni falla que pueda haber generado la muerte de un individuo. "En la subestación no hubo ningún problema ni situación irregular, ni antes ni después del hallazgo del cuerpo carbonizado", informó la compañía.
La causa abierta tras el hallazgo fue caratulada judicialmente como “muerte por causa de dudosa criminalidad” y está a cargo de la fiscal nacional en lo criminal de instrucción 19, Graciela Bugeiro. Tanto los peritajes sobre el lugar del hecho como las actuaciones posteriores estuvieron a cargo de la Prefectura Naval y de la Policía Federal, dos fuerzas que, vale recordar, poco pueden ofrecer en cuanto a confiabilidad investigativa. Sin ir más lejos, la Federal tuvo a su cargo nada menos que la custodia personal del fiscal Nisman, cuya muerte hoy, después de un mes de haberse producido, sigue caratulada también como “dudosa”.
Apenas conocida la noticia del macabro hallazgo se extendió la referencia directa del hecho con la muerte de Nisman, sobre todo por los condimentos de tinte mafioso que tiene ese hallazgo. Una referencia difícil de eliminar sin que se sepa toda la verdad sobre el hecho. Las preguntas se multiplican. ¿Quién es la mujer cuyo cuerpo se calcinó? ¿Murió por incineración o fue quemada ya fallecida? Si murió antes, ¿fue trasladada allí desde otro lugar? ¿Por qué se eligió como “escena del crimen” las cercanías de las torres de Le Parc? ¿No hubo testigos ni registros de cámaras de seguridad que puedan aportar datos precisos sobre los momentos previos a la quema del cuerpo? ¿Es o no este hecho un mensaje mafioso relacionado con el caso Nisman? ¿Un mensaje para quién?
Hoy todos coinciden en que las respuestas a esas preguntas las tiene la fiscal Bugeiro. Pero si esas respuestas no aparecen cuanto antes inevitablemente el caso pasará a engrosar la lista de hechos tenebrosos que rodean a uno de los casos político-criminales más importantes de las últimas décadas, como es la aún irresuelta muerte del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman.