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Red Internacional
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OPINIÓN. Un feminismo para que seamos millones en la lucha por nuestra emancipación

Los desafíos de las mujeres en Chile y el mundo cada vez son mayores, Bárbara Brito Vicepresidenta Fech y vocera de la coordinadora Ni una menos Chile reflexiona sobre la estrategia que debe levantar el movimiento de mujeres, para conquistar sus demandas, en debate con otras corrientes del feminismo.

Bárbara Brito

Bárbara Brito Docente y ex vicepresidenta FECH (2017)

Martes 18 de abril de 2017

Miles de mujeres siguen muriendo por abortos clandestinos y se suceden femicidios horrorosos que muestran la crueldad de este sistema capitalista y patriarcal. Hechos aberrantes como la muñeca inflable que regaló el empresario de ASEXMA al ministro de economía, el casting del canal 13 que busca lucrar con la exposición de la violencia hacia las mujeres o el hecho que Chile sea uno de los países con mayores brechas salariales en el mundo entre hombres y mujeres, demuestra que el capitalismo no es una opresión más, es un sistema económico que mantiene vivo al patriarcado y le otorga nuevas fuerzas para su desarrollo.

Nuestra lucha, además de ser antipatriarcal, debe ser anticapitalista, porque no habrá espacios liberados en las actuales condiciones políticas y sociales.

Esto no significa esperar al socialismo para obtener conquistas (las grandes revoluciones demostraron que la opresión a la mujer es un problema tan profundo que no se resolverá inmediatamente después de una revolución); significa pelear hasta por la más mínima demanda, pero desde una perspectiva que apunte a que las mujeres trabajadoras, pobres, estudiantes, migrantes, dueñas de casa, etcétera, de la mano del conjunto de la clase trabajadora y los oprimidos, nos planteamos el horizonte de una sociedad comunista, donde hombres y mujeres seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres, como decía Rosa Luxemburgo.

Para esto la necesidad de levantar un partido revolucionario de la clase trabajadora que se proponga la liberación del conjunto de la humanidad es fundamental. Muchas feministas desecharon esta tarea por considerarla “patriarcal”, pero en realidad no hay espacios liberados: fuera y dentro de organizaciones y partidos el machismo se reproduce y más que hacer vista gorda, o regalar esos espacios, debemos apropiarnos de ellos. Rosa Luxemburgo como mujer y dirigenta revolucionaria dio amplias batallas al interior del Partido Comunista Alemán, remando contra el machismo que en el s. XIX era aún más profundo y más crudo. Ella es uno de los ejemplos más grandes de que las mujeres no somos víctimas como nos quiere imponer el Estado Burgués y patriarcal, somos mucho más que eso, somos sujetas políticas, podemos proponernos la transformación de la sociedad y de nuestras propias organizaciones, podemos también ser dirigentes revolucionarias.

Esta es mi convicción y entiendo que es sólo una dentro de las tantas que hoy se debaten dentro del movimiento de mujeres. Me reclamo feminista socialista, anticapitalista, internacionalista y revolucionaria y desde aquí comprendo que mi visión es una entre muchas.

Una segunda necesidad es que el feminismo debe dejar de estar en el selecto círculo de entendidas, nos obliga a las que llevamos tiempo en esto a busquemos ampliar cada vez más los espacios que hemos conquistado con tanto esfuerzo más allá de nuestras convicciones, no apostando a imponer nuestra visión, si no por el desarrollo del debate y de la expresión efectiva de todas las mujeres que luchamos por nuestra emancipación. Hoy tenemos la enorme tarea de construir un movimiento de mujeres poderoso, que llegue a todas partes, que organice a mujeres en las poblaciones, en sus lugares de trabajo a través de comisiones de mujeres, y en las universidades y liceos a través de secretarías de género y sexualidades que ya han demostrado toda su potencialidad. Muchas de esas mujeres son de izquierda, otras no serán de nada, otras será primera vez que se organizan y seguro sus organizaciones y vidas tendrán miles de contradicciones, pero debemos comprender que para acabar con el patriarcado y el capitalismo del que tanto hablamos necesitamos ser una fuerza real, las mujeres tenemos el derecho de dar la pelea

¡Tenemos una gran oportunidad, no la desperdiciemos!