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Red Internacional
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Cine. Un holograma para el rey, un guiño a la explotación en Emiratos Árabes

La película Un holograma para el rey, estelarizada por Tom Hanks, presenta un guiño a las condiciones laborales de los trabajadores migrantes, de los trabajadores estadounidenses así como también de los empresarios y CEO´s que se quedan sin “oportunidades” para mantener su estilo de vida.

Viernes 17 de junio de 2016

“Un holograma para el rey” (A Hologram for the King, Reino Unido-Francia-Alemania-Estados Unidos-México, 2016) es una cinta basada en un best seller de Dave Eggers, estelarizada por Tom Hanks y dirigida por Tom Tykwer conocido por su película “Corre Lola, corre”.
Lejos de ser un drama familiar y de pareja enmarcada en una crisis económica mundial, la trama nos regala un par de guiños sobre las condiciones de trabajo de los migrantes en los Emiratos Árabes y el cierre de fabricas en los Estados Unidos, que deja sin trabajo tanto a los obreros como a los directivos de empresas.

La historia empieza con una canción de los Talking Heads, interpretada por Alan (Tom Hanks) un ejecutivo que viaja a los Emiratos Árabes Unidos. Alan es representante de una compañía estadounidense que busca presentarle al rey un caro proyecto de llamadas virtuales con hologramas, esto gracias a sus conexiones con la realeza saudí.

Alan tiene como última oportunidad de negocio este viaje, donde buscará convencer al soberano de comprar su producto, esto mientras lidia con un divorcio reciente y tiene serios problemas para pagar la universidad de su hija. El estadounidense se queda dormido en el primer día y tiene que llamar a un chofer para arribar al complejo industrial que está todavía en ciernes -donde sólo existe arena y mar- y en el cual planifican construir un ciudad futurista.

Arriba al hotel Yousef (Alexander Black) que se define como chofer, guía y héroe y llevará a Alan al complejo lejano. Yousef tiene sus propios problemas, ha regresado de Estados Unidos donde estudió un tiempo, por eso trabaja como conductor.
También está huyendo de un esposo celoso que amenaza con golpearlo.

Alan y Yousef entablarán una amistad que lo llevará visitar lugares poco turísticos: un vistazo a la Meca, un lugar típico de comida, la casa de los abuelos de Yousef donde saldrán de cacería de lobos, para cuidar el rebaño de ovejas que tienen.
Pronto Alan descubrirá que tras el oropel de las fachadas hay una burocracia terrible, empresas en búsqueda de invertir en el país árabe que esperan semanas y meses una entrevista con el rey. Aunado a esto, las restricciones sociales y la prohibición del alcohol, hacen que el único lugar para divertirse al modo occidental sea al amparo de una embajada extranjera.

Alan tiene una seria preocupación de salud, una extraña protuberancia que le crece en la espalda. Con tanta presión sufre un ataque de pánico el cual confunde con un problema del corazón. En ese trance, será atendido por la doctora Zahra (Sarita Choudhury), quien está en un proceso de divorcio, lo cual no es fácil para su cultura, y a pesar de eso iniciará un coqueteo peligroso con el extranjero.

El empresario será testigo de la gran cantidad de trabajadores migrantes que hay en Emiratos Árabes. Algunos de ellos tienen como tarea barrer la arena del desierto de las carreteras, un proyecto majestuoso donde por el momento hay sólo dunas. Se ve también la pelea entre obreros que viven hacinados en una parte de un edificio en construcción, mientras que en el mismo sitio vive con lujos, por demás extravagantes, un ejecutivo árabe.

Las diferencias entre los gobernantes y el pueblo son tantas que por las mismas calles que transitan los pastores con camellos, corren automóviles deportivos de lujo.
Pero Alan también tiene una relación difícil con su padre. Éste último le echa en cara que, como ejecutivo de la empresa donde trabajaba, tuvo que despedir a decenas de trabajadores estadounidenses, para mudar todos los puestos a China. Un diálogo que tienen Alan y Yousef resulta demoledor: cuando el primero pregunta al ver las condiciones de trabajo, “¿aquí no tienen sindicatos?”, el musulmán contesta, “no, pero tenemos muchos filipinos”. Estos son pequeños detalles que se rescatan de un película que podría pasar desapercibida por el cine comercial.

“Un holograma para el rey” es una cinta con humor negro y que nos invita a conocer esta lejana cultura, donde las ejecuciones oficiales se hacen en la plaza pública, donde las mujeres no pueden manejar y las afrentas se dirimen con armas.

https://www.youtube.com/watch?v=r_Xk7pOBgi8