El presidente de México y el de Colombia declararon que profundizarán la colaboración y la cooperación en materia de seguridad. Pretenden reforzar la militarización en la región con la excusa del combate contra el narcotráfico.
Viernes 28 de octubre de 2016
En su gira a Colombia, Peña Nieto ha firmado varios convenios con Juan Manuel Santos. Entre ellos, ocho acuerdos bilaterales en materia aduanera y otros siete acuerdos relativos a la protección al consumidor, la política de tierras, la cultura física y el deporte y sobre el patrimonio cultural para proteger y restaurar piezas de ambos países.
Destaca por sobre todo, el apoyo material del gobierno mexicano al “proceso de paz” -que incluye también personal que participe en la misión de seguimiento para la paz en Colombia de la ONU-, que ratifica la alineación de México con los planes del imperialismo estadounidense y la burguesía internacional. Buscan la rendición incondicional de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Como se señala acá, consideran este plan de “paz” como “el mejor modo de consolidar y lavar la cara del orden de dominación política mediante una “reconciliación nacional” que cierre las profundas grietas de medio siglo de extrema violencia social y política; con ello, abrir los territorios hasta ahora bajo control guerrillero a la inversión nacional y extranjera en minería, petróleo, ganadería y agroindustrias; y finalmente, proyectar a Colombia como actor regional con más peso en los asuntos continentales.”
Narcotráfico y militarización
Tanto el presidente de Colombia como el mexicano reconocieron públicamente que tienen como problema en común el desarrollo del narcotráfico, ya que hay cárteles que operan en ambos países.
Al respecto, Santos destacó que las fuerzas armadas colombianas capacitaron a 6,500 agentes integrantes de las fuerzas de seguridad mexicanas.
La “guerra contra el narcotráfico”, financiada por el imperialismo estadounidense a través del Plan Colombia y de la Iniciativa Mérida, ha llevado a la militarización de la región. Mientras en el país caribeño tuvo la particularidad de enfrentar a la guerrilla, en ambos países llevó a la militarización del territorio, con la consecuencia del desplazamiento forzado, ejecuciones, desapariciones forzadas, alza del feminicidio.
Una estrategia de seguridad clave para los empresarios y las trasnacionales, que tiene el objetivo de mantener a raya la protesta social y garantizar sus negocios.
Unidos en sus crisis
Peña Nieto viajó a Colombia en el marco de la crisis de su gobierno, cuestionado por el caso Ayotzinapa, los escándalos de corrupción (como la casita blanca de Angélica Rivera), la fuga de Javier Duarte -exgobernador de Veracruz a quien solapó por años- y la repudiada visita a México de Donald Trump, el xenófobo candidato republicano.
Por su parte, Juan Manuel Santos viene de recibir un duro golpe tras el triunfo del No en el plebiscito por la “Paz”. Esto se sumó a la crisis social y económica que atraviera Colombia y lo ha obligado a sentarse a negociar con Uribe y Pastrana, dos expresidentes que sostienen una línea más dura en las negociaciones de “paz” con las FARC, aunque tienen acuerdo estratégico en avanzar hacia un proceso de reconciliación nacional que permita la entrada de capitales internacionales al territorio antes controlado por la guerrilla, como explicamos arriba.
Según destaca el diario El País, a su llegada a Bogotá, Peña Nieto se ha encontrado con un “homólogo que sólo ha loado una relación ‘de genuina hermandad’”.
Lo cierto es que tanto México como Colombia fungen como enclaves estratégicos para Estados Unidos. El primero en la región centroamericana y el segundo en el norte de Sudamérica. Los sucesivos gobiernos estadounidenses han contado por décadas con el servilismo de los jefes de Estado de ambos países para poder desplegar allí los planes neoliberales que han sumido en la miseria a parte importante de la población.
