[Desde Chile] Este fin de semana pasado se realizaron las llamadas “mega-elecciones” en Chile (convención, gobernadores, alcaldes y concejales), con el centro en las elecciones a la llamada “convención constitucional” cuyo objetivo será redactar una nueva constitución política. Los resultados produjeron un terremoto político en Chile, y también repercutieron en el conjunto América Latina.
Los resultados
Pese a la alta abstención (votó un 43% del padrón electoral, con voto voluntario) la primera cuestión clave es que se trató de la derrota electoral más grande de la Derecha (Chile Vamos) y la ex Concertación (Unidad Constituyente) en los últimos 30 años de “transición democrática”.
Chile Vamos, coalición de Piñera (20,56%), obtuvo 37 constituyentes electos. Muy lejos de sacar “un tercio” (52 constituyentes) que les aseguraba el “bloqueo” de todas aquellas medidas que estuvieran en contra [1]. La derecha obtuvo su peor resultado electoral desde 1964. La Concertación, que iba como “Lista del Apruebo”, quedó en cuarto lugar (14,46%) obtuvo 25 constituyentes. La vieja Democracia Cristiana obtuvo solo 2 escaños y quien mejor resistió la debacle fue el Partido Socialista con 15 constituyentes (aunque 5 son “independientes” dentro del pacto).
Las listas “independientes” por un lado (con 48 escaños) y por el otro, la coalición “Apruebo Digno” del Partido Comunista (PC) y Frente Amplio (FA), con 28 escaños, fueron los principales ganadores. Dentro de las listas independientes y ubicadas en la izquierda, la principal irrupción la tuvo la “Lista del Pueblo” que sacó 27 constituyentes. De listas de los “movimientos sociales” hay 7 escaños (entre ellas de la Coordinadora 8 marzo). “Independientes no neutrales” mucho más ligados a sectores del viejo régimen, obtuvieron 11 escaños.
En el caso del pacto entre el PC y el FA, bajo la lista “Apruebo Digno”, obtuvieron (18,74%), superando a la vieja Concertación con 28 constituyentes, repartidos de la siguiente forma: PC 7 escaños; Revolución Democrática (FA) 9; Convergencia Social (FA) 6; Comunes (FA) 1; FRVS 4 y 1 Partido Igualdad. Además, el bloque del “Apruebo Digno” ganó alcaldías en comunas claves de la región metropolitana y del país [2].
Las elecciones expresaron los alcances y límites de la rebelión popular. Por un lado, la derrota de los partidos del viejo régimen y en particular de la derecha que no logra conseguir el tercio para bloquear. Desde este punto de vista, la regla de los “dos tercios” queda virtualmente en jaque, a menos que la propia mayoría quiera rescatarla para los “consensos”. Esta sola cuestión pone de nervios a importantes sectores de la clase capitalista nacional y del capital financiero extranjero en el país. La caída del IPSA (bolsa local) y la corrida con la moneda los primeros días de la semana, expresó la incertidumbre que volvió a capear en el gran capital.
Desde ese punto de vista, los resultados de la convención no han cerrado la etapa política abierta el 18 de octubre en la rebelión, y continuará la crisis política abierta, trasladándola, junto con el relativo “estado de movilización”, a las alturas de la Convención constitucional, así como a las elecciones parlamentarias y presidenciales de noviembre. Un clima de altas expectativas en lo que pueda hacer la Convención se ha abierto, sumado al re-impulso de la candidatura de Daniel Jadue del PC y de Gabriel Boric del FA, que competirán en primarias los próximos meses para ver quien encabeza la candidatura de un gobierno “popular” y de “transformaciones”.
Con la situación de pandemia y crisis social las expectativas en la convención se han profundizado, y la propia convención actuará como una caja de resonancia de las contradicciones sociales. Genaro Arriagada, un viejo político burgués demócrata-cristiano, ve con preocupación el escenario creado.
El deterioro y el mal manejo del poder presidencial ha dado paso no a un “parlamentarismo de facto”, sino (…) un gobierno de Asamblea, la más irresponsable entre las formas de sistema político y la menos eficaz para impedir el mal gobierno.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
El 18 de octubre del 2019 la rebelión popular sacudió Chile desde sus cimientos. Fue un cuestionamiento al Chile heredado de la dictadura militar, y uno de los procesos de lucha de clases más profundos en la historia nacional. El punto más alto de la rebelión fue el 12 de noviembre con la huelga general y la movilización de calles que puso en jaque al Gobierno de Piñera. Frenéticamente, después de varios días de negociaciones en los pasillos del parlamento, los partidos del viejo régimen de la derecha y la Concertación, esta vez junto al Frente Amplio, firmaron a las 2 de la madrugada del 15 de noviembre el llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución que abrió el actual proceso constituyente. A esto se le llamó “la cocina”. El Partido Comunista no firmó el Acuerdo pero desde la CUT (principal central sindical del país) desarrolló una tregua y desmovilización mientras pedían “negociaciones” con el gobierno.
Este acuerdo de salvataje a Piñera intentó impedir que el paro se desarrollara hacia la huelga general y entrara la fuerza de la clase trabajadora para que cayera el gobierno criminal, que a ese momento tenía en su haber más de 30 muertes, cientos de personas con ojos mutilados, y miles de presos. Con ese acuerdo, que marcó un “punto de inflexión”, se intentó canalizar el descontento “de las calles al palacio” abriendo un proceso constituyente tutelado por el viejo régimen. Además del poder de veto de los dos tercios, sus reglas plantean el respeto a los tratados internacionales, la revisión de sus decisiones por la Corte Suprema, y que no puede interferir con ninguna de las prerrogativas de las instituciones existentes del viejo régimen, como el gobierno de Piñera, el parlamento o el poder judicial. Vale decir, no es soberana.
Con la pandemia se abrió una crisis social, y el descontento se ha agudizado contra el gobierno de Piñera que está virtualmente liquidado, con menos del 10% de aprobación popular, así como frente a los viejos partidos, y se ha agudizado el descrédito de las viejas instituciones. Esta crisis ha empujado no obstante, a importantes eventos en la lucha de clases, sobre todo frente al “retiro” de las pensiones para enfrentar la crisis social [3].
Con la situación de pandemia y crisis social las expectativas en la convención [4] se han profundizado, y la propia convención actuará como una caja de resonancia de las contradicciones sociales.
Pero justamente porque no se ha resuelto aún ninguna de las grandes demandas de octubre, es que este episodio no cierra la etapa que se abrió en octubre. La salud precaria con la pandemia ha estado al borde del colapso y en las poblaciones la gente se muere esperando listas de atención; las pensiones de miseria encuentran el odio nacional contra las AFP; más de un millón de empleos perdidos y cientos de miles suspendidos. Las causas por las cuales millones salieron a las calles a decir “no son 30 pesos son 30 años” siguen más vigentes que nunca.
La irrupción de la Lista del Pueblo y el Bloque Anti-neoliberal PC-FA
La principal novedad fue la irrupción de los “independientes” y en particular de la “Lista del Pueblo” que conquistó 27 escaños en la convención. Nacieron al calor del proceso a la convención constitucional, formando “listas de independientes” que una reforma constitucional les habilitó en estas elecciones. Usando un golpe mediático con las franjas televisivas, el despliegue del apoyo de numerosos rostros del mundo de la cultura y las artes, y lideradas sus listas por figuras carismáticas como “Tía pikachu” [5] y conformada por sectores heterogéneos surgidas de “plazas” y calles, en un sentido fueron quienes más capitalizaron la ruptura con la vieja casta política de los partidos tradicionales y la búsqueda de nuevos referentes independientes y “populares”.
Con un discurso muy fuerte contra “los partidos” (en un momento de descrédito general), se ubicaron a la izquierda del bloque PC-FA denunciando el acuerdo de paz del 15 de noviembre de 2019, y por la positiva su discurso estuvo centrado en la recuperación de los derechos sociales con un programa moderado muy parecido al PC-FA, hacia la conquista de un “Estado constitucional, ambiental, igualitario y participativo” de convivencia entre “el Estado y el mercado” y que avance a garantizar derechos sociales. Por ahora se trata de la emergencia de un nuevo fenómeno político de base “popular” que estará presionado por izquierda y por derecha.
¿Cuál será su rol en la convención? Por ahora las apariciones de su vocero nacional plantean que no negociarán con la derecha ni con el PC ni el FA, sino con “personas que estén con las demandas del pueblo” y que no negociarán mientras sigan existiendo presos políticos de la rebelión. Sin embargo, su constituyente más votado también dijo que está a favor de “acuerdos mínimos” con todos los sectores.
Gabriel Boric, que representará al FA en estas primarias presidenciales enfrentando a Jadue del PC (del cual saldrá un candidato presidencial común) es uno de los principales artífices de la “cocina”, es decir, del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución del 15 de noviembre del 2019, que salvó a Piñera. Jadue es alcalde de Recoleta, y el PC dirige la principal central sindical del país, la CUT, que ha sido clave en establecer la tregua con el gobierno y desmovilización.
Si bien este bloque buscará hacer política, como ya lo han señalado, sobre la Lista del Pueblo y los independientes, será para llevar todo a los brazos de la “unidad de la izquierda y la oposición” para “derrotar a la derecha” y por un gobierno “transformador” o “popular”. Este camino es con una alianza con sectores social-neoliberales de la vieja concertación como el Partido Socialista, que encabezó 3 de los 6 gobiernos de estos últimos 30 años. El propio PC ya fue parte junto a la Concertación de la coalición llamada “Nueva Mayoría” en el segundo gobierno de Bachelet, que incluso llegó a asesinar a un obrero minero en una huelga del cobre. Todo su objetivo se trata de “desmontar el modelo” hacia un Estado de derechos sociales y que democratice las instituciones, en los marcos del capitalismo.
Si bien por ahora, por razones secundarias, no se alcanzó un acuerdo con el PS para las “primarias”, todo el objetivo del bloque PC-FA es gobernar junto a ellos, un partido clave de la profundización de las herencias de la dictadura, con las privatizaciones de recursos estratégicos, de la educación y la salud, con el endeudamiento a los estudiantes con los bancos, con la represión y asesinatos al pueblo mapuche, con la impunidad a los genocidas y un largo etcétera.
¡No puede sesionar la Convención si hay presos políticos de la rebelión!
Una de las cuestiones de por qué no es un “triunfo histórico” es que aún quedan cientos de presos políticos de la revuelta. Las y los protagonistas de la rebelión, de la primera línea, luchadores en muchísimos casos bajo montajes de la policía y del Estado siguen con cientos de compañeros en las cárceles del Estado, sin mencionar los presos mapuches. Y esto mientras continúa la impunidad a los represores, responsables políticos y materiales de muertes, mutilaciones, torturas, abusos.
La Convención Constitucional no puede sesionar mientras existan presos y procesados políticos de la rebelión. La primera medida de la Convención cuando se reúna debe ser declarar una amnistía general a todos ellos, excluyendo a los represores y responsables políticos de la represión que deben pagar por sus crímenes.
La derecha y la ex Concertación no tienen poder de veto como sí lo tienen al interior del Parlamento. Pero tienen los poderes reales del Estado como Fiscalía, Poder Judicial, Gobierno, Carabineros o PDI, que se opondrán a ello.
El PC-FA le pide a Piñera un indulto, como si este fuera a otorgarlo, y ni siquiera convocan a las movilizaciones; un saludo a la bandera. La Lista del Pueblo lo ha señalado como exigencia en la convención. Para que se conquiste se debe impulsar desde ya la movilización y la organización de la clase trabajadora y el pueblo, exigiendo esta lucha también a las organizaciones sindicales como CUT (dirigida por el PC) y Unidad Social, portuarios, sindicatos y organizaciones sociales, y preparar un paro nacional en esa perspectiva, con miles en las calles, apenas inicie la convención. Esta no puede sesionar con presos de la lucha.
Esta es una primera batalla que se debe pelear en base a la movilización y constituyendo comités y coordinadoras amplias por la libertad de los presos. Los ejemplos de la Coordinadora Intersindical de Antofagasta o la Coordinadora Antirrepresiva de Puente Alto, donde participamos desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios y también han participado candidatos de la Lista del Pueblo, entre decenas de sindicatos, organizaciones políticas y sociales, pueden ser una base para desarrollar nuevos comités y coordinadoras donde miles podamos agruparnos para esta pelea. Es fundamental coordinar esta lucha.
¡La convención debe asumir todos los poderes! ¡Abajo las reglas del Acuerdo por la Paz! ¡A desarrollar la movilización y auto-organización para terminar con toda la herencia de la dictadura!
Pero hay que ir más allá. Gabriel Boric del FA dijo que ahora ya no hay excusas para los cambios porque no hay el tercio de la derecha. Recordemos que eso siempre fue la clave del chantaje concertacionista, que como no había mayoría ni dos tercios para cambios, no se podía hacer nada.
Si se suman los resultados de las listas del PC y el FA (28), la Lista del Pueblo (27), Movimientos Sociales e Independientes (8) se obtienen 63 escaños. Según varios sectores si se suman los cupos de pueblos originarios, que según varios analistas serían parte de este bloque, se podría alcanzar la mayoría simple de la convención.
La pelea por la amnistía a los presos por luchar y el juicio y castigo a los represores debe ser parte de la lucha por la exigencia para que la Convención asuma todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) mientras funciona, y que se rompa con todas las reglas del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. Por supuesto que esto implicaría un choque con los poderes “constituidos” del viejo régimen. Por ejemplo, con los presos políticos de la rebelión, porque implica cuestionar a todo el poder judicial y estatal y su función de meter presos a los cabros que luchan en las calles. Y así, con todas las demandas de octubre, como el juicio y castigo frente a los represores, pensiones y No + AFP, Salud y Educación pública gratuita, terminar con la precarización laboral, no pueden quedar bajo las reglas de la cocina de los "Acuerdos de Paz". Y más allá, estableciendo medidas que terminen con los grandes poderes de este país, como sería la nacionalización de los grandes recursos naturales y estratégicos, sin indemnización, y ponerlos al servicio del pueblo bajo la gestión de los trabajadores y las comunidades.
De tomar medidas de fondo, los “poderes reales” que siguen gobernando día a día van a buscar resistirlas, como lo han hecho históricamente los grandes empresarios, los medios de comunicación, los militares, etc. Por eso la única garantía para llevarlas adelante y conquistar nuestras demandas es mediante la movilización y auto-organización de la clase trabajadora y el pueblo, construyendo comités como lo fue en Antofagasta durante la rebelión el Comité de Emergencia y Resguardo, y expandiendo formas de coordinación entre trabajadores, jóvenes, pobladores, mujeres.
Los compañeros de la Lista del Pueblo plantean una perspectiva de transformar y democratizar el propio Estado bajo el capitalismo, que en Chile lo corporizan las grandes empresarios, las empresas imperialistas y las FFAA asesinas. Nosotros creemos que solo con una transformación revolucionaria, anticapitalista, con un gobierno de trabajadores, se podrán lograr nuestras demandas de fondo. Por esto fuimos en listas separadas en las elecciones.
Pese a estas diferencias, nos parece una tarea de primer orden impulsar estas coordinadoras, que deben apuntar a transformarse en verdaderas instancias de coordinación obrera y popular desde donde luchar por todas las demandas de la rebelión y lograr imponer la huelga general a las direcciones sindicales.
Estas organizaciones para la lucha tienen que unir a las organizaciones de la clase trabajadora, sus bases, con las poblaciones y sus asambleas, funcionando de forma democrática. Sin la fuerza organizada de la clase trabajadora, como la que mostraron los portuarios en la última lucha por el 10% o como se tendió a expresar en la huelga general del 2019, no tendremos la fuerza y el poder necesarios como para quebrar el poder del Estado y la clase dominante, que continuó ejerciéndolo desde la dictadura de Pinochet. Es la única base para conquistar un gobierno de las y los trabajadores de ruptura con el capitalismo.
De avanzar la clase obrera y el pueblo de forma independiente, enfrentará la resistencia del gran capital, como ya mostró en otros eventos históricos; nada menos que en 1973. Por eso debemos prepararnos desde ya formando comités y coordinadoras para luchar por nuestras demandas, como la que intentamos hacer en la rebelión en Antofagasta, que cumplió un papel fundamental en la ciudad minera durante la rebelión de 2019. Que la situación profundice sus rasgos pre-revolucionarios dependerá en gran parte de si las altas expectativas se traducirán en fenómenos de lucha o procesos de organización con peso de la clase trabajadora. Eso es lo que apostamos.
La pelea por un partido revolucionario de la clase trabajadora
Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) participamos en las elecciones para defender las banderas de la rebelión de octubre y la necesidad de sacar a este gobierno con la huelga general y planteando con claridad que la Convención Constitucional fue pactada en la “cocina” del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, desde la UDI al Frente Amplio, para salvar a Piñera, algo que no hubiese sido posible si el Partido Comunista, desde la CUT, no le hubiese declarado una tregua en las calles. Un programa totalmente independiente de los grandes empresarios y sus partidos, para terminar de raíz con este régimen y toda la herencia de la dictadura. Planteamos la necesidad de acabar con el saqueo de estos 30 años, poner fin a las AFP, la educación y salud de mercado, nacionalizar el cobre, el agua y el litio bajo gestión de los trabajadores.
Presentamos listas en 8 distritos del país. Con 52.340 votos, presentándonos como partido en la convención y sumando 87.083 votos con concejales y gobernador. En Antofagasta, capital minera del país y uno de los centros de concentración de la clase trabajadora chilena, Lester Calderón, como candidato a gobernador regional, emergió como uno de los principales referentes políticos del movimiento obrero en la región, con 21.387 votos (12,78%). A nivel de convencionales constituyentes, nuestra lista encabezada por Daniel Vargas obtuvo cerca de un 7% e incluso superó a varios partidos individualmente como el PS y el PC. En las poblaciones obreras y combativas del norte de la ciudad sacamos miles de votos. En la misma ciudad, Natalia Sánchez, organizadora de las brigadas de salud en la rebelión y del Comité de Emergencia y Resguardo, salió electa como concejal por la comuna de Antofagasta conquistando una banca municipal. En la categoría de concejales, la lista del PTR obtuvo 13.356 votos presentándose en solo 3 comunas del país: Antofagasta, Santiago y San Miguel. Nuestra tarea es desarrollar una alternativa política independiente de los trabajadores y construir un partido de combate para la revolución socialista.
Otras organizaciones como el Movimiento Internacional de Trabajadores (sección chilena de la LIT) se sumaron oportunistamente a la marea "independiente" y "contra los partidos", entrando a la Lista del Pueblo con un programa sin delimitación de clase, ni socialista, que a pesar de las importantes expectativas que este atrae, no se diferencia del programa del PC-FA. Ir a la elección con banderas claras y sin ocultar nuestra perspectiva de la construcción de un partido revolucionario de la clase trabajadora es clave para preparar las peleas que se vienen.
En un mes más, la Constituyente debería abrirse. Tendrá un año para su redacción. Se abrirá así un año de mucha disputa y agitación política. Se avecinan tiempos de duras crisis y luchas. Se abre una etapa de experiencia de las masas y la clase trabajadora con la propia Convención y el reformismo, dentro de la etapa pre-revolucionaria abierta el 18 de octubre. Para ayudar a acelerar esa experiencia hay que dirigir reclamos y exigir a la Convención todas nuestras demandas que peleamos en octubre, impulsando la movilización, coordinación y auto-organización, apuntando a la huelga general para sacar a Piñera y acabar con todo este régimen podrido, y no “renovarlo” como pretende el reformismo.
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