A continuación reproducimos la participación en la Mesa de Política Académica de la delegada académica Mariana Morales de la Facultad de Economía.
Viernes 8 de septiembre de 2023
En la UNAM como en las universidades públicas metropolitanas, la UACM, la UAM, las UBBJ, así como en las estatales, se vive una enorme crisis que coincide con una situación internacional configurada por el agotamiento del modelo de acumulación neoliberal con crisis económicas, guerras como en Ucrania y procesos revolucionarios como recientemente vimos en Francia, Chile, Perú.
Entender y desarrollar las reflexiones de este 40 congreso desde esta perspectiva, nos llama a todas y todos los trabajadores administrativos y académicos a tomar medidas siendo conscientes que estamos en un momento de definiciones y que llevar a cabo acciones para contrarrestar la crisis implica luchar en cada centro de trabajo.
¿A qué crisis nos referimos?
Los conflictos que se han visto en varias facultades debido al ataque a los derechos de los trabajadores administrativos, así como la inestabilidad laboral en la que nos encontramos el 70% de los académicos, el aumento salarial que por más de 20 años no supera el 3%, junto a la alza en la contratación por honorarios o de confianza, demuestran que la precarización laboral es común a las mayorías trabajadoras de la UNAM como lo es en el país.
La situación del estudiantado también ha cambiado a raíz de la pandemia donde miles ahora se ven obligados a trabajar, vender en las escuelas o en las situaciones más difíciles dejar los estudios.
Cabe decir que esto no es igual para las autoridades universitarias porque como se ha denunciado tiene sueldos millonarios. Tan sólo 11 funcionarios, muchos de ellos hoy son parte de la terna para candidatos a Rectoría, reciben 24 millones al año. Un profesor de asignatura o un trabajador administrativo por 35 años de servicio a la universidad, no verá ni la cuarta parte de esa cantidad.
La crisis no sólo es económica y laboral sino también es política, ya que siendo una minoría burocrática, tiene mayor representación en los órganos de toma de decisiones. Ni profesores, ni estudiantes ni trabajadores administrativos decidimos sobre la universidad en la que dejamos la vida trabajando.
Habría qué agregar que también es una crisis ideológica y cultural porque esa élite decide qué se investiga, qué planes de estudio se imparten, se benefician de los convenios con empresas y controlan los desarrollos tecnológicos que se producen colectivamente.
Todo ello si bien no es nuevo, pues ha sido parte de la política educativa neoliberal, tampoco con este gobierno hemos visto cambios estructurales que beneficien a los trabajadores universitarios, al contrario, en las Universidades Benito Juárez, no se les reconoce relación laboral a los docentes y son considerados becarios como miles de jóvenes que son parte de programas sociales. Otro ejemplo de ello es que la educación no ha tenido un aumento al presupuesto mientras la militarización ha sido una prioridad.
Planteamos este panorama para enfatizar que el problema de inestabilidad laboral que aqueja a los docentes, es parte de una política antidemocrática de las autoridades y de una estructura caduca. Por eso cuando llamamos a que No se legitimara el CCT de AAPAUNAM no sólo era posicionarnos en contra de un sindicato blanco, sino también contra esta estructura de poder que nos divide para mantener sus privilegios. Por ello la dirección del STUNAM al no haber ratificado el acuerdo del congreso pasado coadyuvó a que los sectores más precarios de la universidad nos mantengamos aislados con nuestras demandas y favoreció así a las autoridades.
Lo que debió hacer el CE es abrir esta discusión en cada asamblea, de trabajadores administrativos y académicos, en el CGR, para impulsar una política consecuente de afiliación que ponga por delante la defensa efectiva de los derechos laborales de los universitarios que inicia con la continuidad en la contratación, y ponga a disposición de esta lucha todos los recursos jurídicos, de prensa, de fuerza y movilización.
Durante décadas a los trabajadores administrativos les han negado el conocimiento y la ciencia, y a los profesores nos han negado los derechos que ganaron con huelgas los trabajadores. Ahora nos toca a estas generaciones romper la división entre trabajadores administrativos y académicos que independientemente de su participación en el proceso de trabajo, formemos parte de la misma organización sindical recuperando la democracia de base e independencia política, como lo plantean los principios de nuestra organización sindical.
Estamos convencidos que levantar esta política es clave para horadar el control y poder de las autoridades y acabar con los diversos mecanismos de burocratización que se fueron estableciendo en el sindicato.
Con esta orientación política llamamos a que este congreso defina un plan de lucha para que el STUNAM haga una campaña combativa de afiliación masiva de académicos y con el 30% ir al recuento de la titularidad del contrato académico para convertirse en el sindicato universitario más grande de América Latina, agrupando a más de 60 mil trabajadores. Con esta fuerza es posible enfrentar los cambios de un mundo en crisis con independencia política del gobierno, de los partidos políticos y los empresarios.
Finalmente y para concluir, quiero denunciar que por defender mis derechos y ser parte activa de los movimientos de académicos, hoy el director de la Facultad de Economía, Eduardo de la Vega, me ha negado impartir clase este semestre. Pido al congreso que quede como resolución que ningùn profesor quede sin trabajo y los invito a sumarse a la campaña de firmas por la reinstalación y a reforzar la organización pues no daremos un paso atrás hasta conquistar lo que por derecho nos corresponde.
¡Viva la lucha docente! ¡Vivan los trabajadores universitarios!
Demandas: