Eduardo Artés es candidato presidencial por Unión Patriótica, se reivindica marxista-leninista, hace unos días fue entrevistado por Tomás Mosciatti en “Sin llorar”, segmento del programa “El candidato” de Mega, donde fue interpelado por su particular ideología.
Martes 26 de octubre de 2021
No podemos partir de otra forma que no sea aclarando quién entrevistó al candidato en cuestión. Tomás es un empresario de las comunicaciones, dueño junto a su familia de la cadena radial liderada por Radio Bío-Bío, estudió derecho en la Universidad de Chile y devino en “Periodista”, aunque ha llegado al lugar de influencia que ocupa por sus comentarios y entrevistas incisivas a políticos.Es un empresario ideológicamente liberal, o sea reaccionario, como no puede ser de otra forma, y la mayor parte del tiempo cree saber la verdad absoluta, utilizando una lógica que no siempre le sale muy bien.
Este personaje entrevistó al candidato presidencial de 70 años, que en la lista de candidatxs presidenciales figura como a la izquierda de Gabriel Boric, habla de estatizar, de refundar la policía, de pena de muerte, de patriotismo, etc. Luego de ver la entrevista podemos ver que lo distintivo al resto de los candidatos es que cree que el Estado debe dirigir la economía, entiéndase los sectores estratégicos como la industria minera, puertos, pesca, y mantener a un sector empresarial pero subordinado al Estado dirigido por Artés o su próximo seguidor. Reivindica el “socialismo chino” y a la figura de Stalin, sobre quien afirmó que fue un gran “marxista-leninista.
Mosciatti le preguntó sobre el sistema económico en China, donde para él existe un libre mercado, a lo que Artés respondió que “el Partido Comunista (chino) dirige todo (el mercado)”. De este pequeño diálogo podemos debatir distintos temas, pero trataré el autoritarismo que reivindica Artés, donde para él Estado debe ser dirigido por él y sus compañeros para llevar adelante su programa.
Partamos de la base que se reivindica comunista y entre sus ideólogos se encuentran los llamados marxistas-leninistas, una corriente política heterogénea a nivel internacional que se formó y desarrolló desde la década de 1930. Las bases distintivas de esta corriente dentro del movimiento comunista, se idearon primero en Rusia, con dos de los dirigentes más importantes de la URSS, Nikolai Bujarin y Iósef Stalin, que muy resumidamente plantea la construcción de distintos tipos de socialismos dependiendo de las realidades nacionales, y que borra de esta forma, la concepción de que la clase trabajadora es una y sin fronteras, así como lo es el sistema económico que nos domina, el capitalismo.
Un poco de historia...
En países como Rusia y China hubo revoluciones liderada por trabajadores y acompañados por millones de campesinos. En los comienzos de la Unión Soviética la base del nuevo régimen eran los consejos (soviets) de obreros y campesinos, donde el Partido Bolchevique, luego renombrado como Partido Comunista, dirigía en base a democracia obrera, o sea ganando la mayoría entre delgados de los diferentes lugares de trabajo (industria) y del campo, que era la base del nuevo Estado surgido de la revolución obrera y socialista. Muy distinto a lo que luego fue transformado en un Estado autoritario, donde el poder total lo tenía el Partido Comunista encabezado por su máximo dirigente: Stalin. El marxismo-leninismo que defiende Artés reivindica este segundo estadío del régimen “soviético”. Que se aleja bastante de la concepción marxista de dirigentes de la revolución rusa como Lenin y Trotsky, entre muchos otros más, que incluso, los seguidores de Stalin persiguieron, encarcelaron e incluso mataron por enfrentarse a su política zigzagueante y fracasada.
Al calor de esta transformación de un Estado revolucionario como el soviético a uno bajo las manos de la autoridad única de Stalin se liquidó al internacionalismo proletario de Lenin y los bolcheviques, y se instauró el patriotismo que ahora defiende este candidato presidencial.
En China se llegó a algo parecido pero por otra vía. Luego de la revolución de 1949, el Partido Comunista Chino se hizo del poder bajo el liderazgo de Mao Tse-dong, y formó un Estado autoritario a imagen y semejanza al partido que se había construido. Que era un partido con base principalmente campesina y estructurada como un ejército regular, con jerarquías impuestas desde arriba, que luego pasaría a dirigir al Estado junto a la burguesía nacional china. Los trabajadores no tenían sus propios organismos democráticos, en cambio fueron reemplazados por el partido, que convivía con los explotadores de millones de chinos. La excepcionalidad o particularidad China, y el patriotismo también fueron parte fundamental del desarrollo del marxismo-leninismo-maoismo, que también reivindica Artés.
¿Cuál es el problema con el patriotismo?
Eduardo Artés planteó en la entrevista que defiende la pena de muerte para los narcos y para quienes traicionen a la patria, aunque de ser electo presidente lo consultaría con el pueblo. No me referiré al caso de los narcotraficantes porque da para un artículo completo sobre cómo terminar con aquellos parásitos sociales, donde la pena de muerte no resuelve el problema de raíz. Sino que me referiré al trasfondo de este planteamiento de traición a la patria y del nacionalismo camuflado de Artés.
Históricamente, el patriotismo ha sido usado como argumento para defender cierto territorio de un otro. Los esclavistas griegos lo usaron para defenderse del ataque de los persas y luego para justificar la conquista a otros pueblos; los reyes lo utilizaron con objetivos parecidos, y los Estados modernos (burgueses) se fundaron con esta misma premisa. En Chile, el patriotismo criollo fue explotado en el proceso de independencia frente al Español-extranjero que gobernaba la colonia en nombre del rey. Siempre el fundamento patriótico ha estado al servicio de la clase poseedora de la tierra, y como sabemos, la mayoría pobre y trabajadora a lo largo de la historia nunca ha poseído, nunca ha sido dueña de la tierra que habita. Es cosa de preguntarle a cualquier familia trabajadora hoy en Chile si siquiera es dueña de su propia casa. Para qué hablar de tierras propias. Podemos estar seguros, porque lo vivimos en carne propia, que la respuesta en su mayoría será negativa.
Por eso desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios y desde la agrupación anticapitalista VENCER enfrentamos el nacionalismo y patriotismo del candidato y empresario Kast, que es totalmente racista, y anti pobres. Así también enfrentamos el patriotismo de una izquierda como la de Artés que confunde a las y los trabajadores y jóvenes en Chile (nacidos acá o de origen extranjero) con fundamentos y principios como estos. Tan rebatidos por grandes revolucionarios como el propio Lenin, Rosa Luxemburgo, Ernesto Che Guevara o León Trotsky, y decenas de las y los mejores marxistas de la historia.
La clase obrera es una y sin fronteras.
Permítanme citar una breve frase del Manifiesto Comunista, que supongo ha leído el profesor Artés:
“Se acusa también a los comunistas de querer abolir la patria, la nacionalidad.
Los obreros no tienen patria.
No se les puede arrebatar lo que no poseen. Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.
El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen día a día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de existencia que le corresponden.”
Repito textual, “los obreros no tienen patria”, lo decían en 1848 Marx y Engels. Y hoy, esto no ha cambiado, menos cuando el capitalismo ha llegado a un nivel de desarrollo muy superior que cuando estos revolucionarios escribieron aquellas líneas.
El patriotismo “de izquierda” de Artés es peligroso, no solo porque representa una visión de la política referenciada en personajes totalitarios como Stalin y Mao, sino porque alimenta un sentimiento nacional nocivo para las y los trabajadores, que lleva a confundir de enemigo, que para los marxistas son las y los empresarios independiente de su nacionalidad. La clase trabajadora a nivel mundial y los pueblos oprimidos tenemos a un mismo enemigo, dentro del país y fuera de él, están todos conectados y defienden el mismo sistema.
Chile es una nación construida en base a la exclusión y aniquilamiento de pueblos indígenas y de “extranjeros”, con procesos conocidos como la “Pacificación de la Araucanía” o la “Guerra del Pacífico”, y que hoy sectores de ultraderecha continúan para crear enemigos en los miles de migrantes que llegan a Chile en búsqueda de oportunidades para sobrevivir.
Ante esto tenemos que borrar con todo patriotismo dentro de la clase trabajadora y de la juventud, mostrar que las y los explotados y oprimidos formamos parte de una misma clase en todo el mundo, sin diferencias fundamentales entre un país y otro. La lucha por conquistar una real democracia donde la mayoría, que somos la clase trabajadora, decidamos y manejemos el destino de la humanidad, la lucha por terminar con toda explotación y opresión, la lucha en definitiva por el socialismo y el comunismo, tiene que construirse en base al fraterno y revolucionario internacionalismo proletario, sin prejuicios conservadores y reaccionarios como el patriotismo, que sirve a la burguesía y sus políticos para dividir a la clase trabajadora.
Yuri Peña
Licenciado en Historia. Estudiante de pedagogía en la U de Chile. Militante de VENCER y del Partido de Trabajadores Revolucionarios