Reflexiones de una joven militante secundaria de La Plata. Apuntes que expresan la fuerza y el deseo de cambiar de cuajo este sistema de explotación y opresión.
Martes 7 de mayo de 2019 21:24
Después de la reunión que mantuvimos con Catoto, un compañero fundador de nuestro partido, me quedaron varias ideas dando vueltas y me decidí a escribirlas.
Las escribí con un nudo en la garganta y con una sonrisa plena por más paradójico que suene.
Es que, por un lado, en este último tiempo no estoy pudiendo charlar con ninguna persona sin pensar en discutir el contexto histórico que estamos viviendo.
Será porque pienso que con el FMI va a ser moneda corriente ver a una señora sentada en las vías del subte porque no aguanta más las miseria de tener que elegir, entre cagarse de hambre o padecer su enfermedad sin medicamentos; o que la mayoría de les que estamos leyendo estas líneas podemos en un futuro, no muy lejano, ser el pibe que andando en bici dejó literalmente su vida en manos de una multinacional que esconde la ambición de un bolsillo que solo quiere llenarse cada vez más.
Pero debe ser principalmente porque, por más que esa mujer, no sea nuestra abuela, o no seamos nosotres a les que nos depare justo ese destino miserable, igualmente entendemos que sea quien sea, nos va a hervir la sangre cada vez que escuchemos de alguna vida que es arrebatada con el único fin macabro de acumular capital en unas ínfimas manos, que sabemos, son las manos de los dueños del mundo.
Por otro lado, sonrío porque creo que hace poco empecé a entender la cara de Catoto, cuando nos ve a los “secus”, que expresa, en mi opinión, una mezcla entre orgullo y felicidad.
Entendí que no solo sonríe por la emoción que le genera que nosotres seamos las futuras generaciones, como siempre nos repiten. Sino que, para mí, lo debe movilizar pensar en que vamos a tener la oportunidad de presenciar hechos históricos en donde en serio vamos a poder ser sujetos de nuestro futuro, y que probablemente vamos a poder elegir: o nos resignamos a las miserias que nos ofrecen desde que nacemos, o de una vez por todas cambiamos el reloj de la historia, para dejar de sufrir la desigualdad y las injusticias a las que nos somete este sistema día a día y nos organizamos para dar vuelta todo.
Cuando nosotres escuchamos a nuestres compañeres que tienen más años de militancia contarnos como se la bancaban en momentos en donde nadie te escuchaba, cuando todas las personas habían caído en una tristeza y un escepticismo desgarrador, entendemos que a nosotres nos tocó vivir un cambio de época. Está a las claras que las generaciones que vienen ven que el capitalismo no tiene nada que ofrecerles, y es por eso, por lo que nosotres tenemos que estar ahí, convenciéndola de que sí hay salida, de que el verso que nos meten desde que nacemos para vivir pensando que no se puede cambiar el sistema es mentira, que las fuerzas para dar vuelta las cosas existen, las tiene la clase obrera apoyada por todos los sectores oprimidos.
Por esto escribo con tristeza, porque es el sentimiento encontrado cuando te pones a pensar en lo más cruel del mundo, como lo es el FMI por ejemplo, pero la realidad es que en sociedades donde hay una clase que oprime y explota a la inmensa mayoría de las personas, el sufrimiento y la miseria, de hecho son moneda corriente, no solo cuando hay una crisis a la vuelta de la esquina, y es por eso que militamos plenamente por cambiar de raíz este sistema de mierda.
Entonces, también escribo con una sonrisa, orgullosa de haber encontrado un lugar honesto para militar, porque creo que tenemos en nuestras manos una oportunidad de cambiar el curso de las cosas y que, por ende, tenemos que ser responsables con el momento que nos tocó vivir. Nos tenemos que llenar constantemente de experiencias, de anécdotas de los compañeros más históricos del partido, escucharlos para poder transmitir esa sensación de “piel de gallina” que nos da cada vez que los escuchamos hablar.
Porque, así como la frase que dice que “las abuelas se negaron a olvidar en momentos de amnesia obligatoria”, yo creo que lo podemos ver en elles, porque siguieron luchando en momentos de escepticismo obligatorio. Y si no vemos eso y no entendemos la época que nos toca vivir a nosotres, creo que estamos desperdiciando demasiado tiempo.
Valentina Busi
Estudiante de Trabajo Social UNLP