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Red Internacional
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LA CATÁSTROFE ECONÓMICA Y SOCIAL. Venezuela: ¿quién realmente puede y debe controlar los precios?

Estos días vuelve a tomar fuerza la cuestión del “control de precios”, en medio del paquete de medidas lanzadas por el gobierno y el nuevo aumento del salario. Los empresarios se oponen, el gobierno lo tiene como bandera. ¿Cómo nos ubicamos los trabajadores?

Miércoles 5 de septiembre de 2018

Partimos de una premisa: por supuesto que el pueblo trabajador tiene derecho a cuestionar los precios y el interés de ganancia de los empresarios y grandes comerciantes, la clase trabajadora y los sectores populares no podemos aceptar como “natural” que la ganancia privada se imponga sobre nuestro derecho a acceder incluso a los bienes más elementales para vivir. Pero con nuestra propias manos y métodos, con total independencia como clase social, porque el “debate nacional” sobre esta cuestión lo acaparan dos fuerzas en ninguna de las cuales están realmente representados nuestros intereses.

Por un lado, el gobierno que se presenta como “defensor del salario”, es el mismo gobierno que es co-responsable (junto al capital privado) de pulverizar el salario y de la profunda crisis económica (como explicamos más adelante), es responsable de reprimir las luchas las luchas salariales y, además, de lanzar estos días un paquetazo antipopular que incluye legalización de los precios hiperinflacionarios a nivel del dólar paralelo, aumento del IVA, la gasolina y el pasaje, es decir, duros golpes contra el salario.

Por otro lado, la derecha y la mayoría de los empresarios, que en realidad concuerdan con gran parte de las medidas de ese paquete capitalista, y solo se quejan del aumento del salario y los “controles”. Señalan la responsabilidad del gobierno y “la crisis” como argumentos para pretender salvar su propia responsabilidad e imponer su “sacrosanto” “derecho” a la ganancia, aún a costa de privar al pueblo hasta de los productos básicos. Se quejan de tener que pagar un mísero dólar diario de salario, que ni siquiera cubre la canasta básica familiar. En la defensa de su rentabilidad y ganancias no les importa llevarse por delante cualquier otro derecho.

Para defender nuestros derechos necesitamos conservar la más completa independencia ante ambos, desarrollar nuestros propios métodos de lucha y nuestra propia fuerza social, que es potencialmente poderosa, pero no lo será si no la ponemos en movimiento, o si la mantenemos subordinada a alguna de estas variantes.

¿Defensor del salario el gobierno que contribuyó a pulverizarlo?

En pocos años la mano de obra venezolana pasó a ser una de las más baratas del mundo, el valor del salario fue lanzado al subsuelo, salarios de hambre que han causado estragos en las familias de la clase obrera y los sectores populares. Esa ha sido una de las vías por las cuales la severa crisis del capitalismo nacional se ha descargado preferentemente sobre los trabajadores y no sobre los capitalistas y corruptos.

Escasez, inflación, deuda externa y fuga de capitales

La voraz inflación ha sido un factor clave en la pulverización del salario, y como razones de esa inflación están: el interés de ganancia empresarial, la fuerte caída de la producción nacional y de las importaciones, y la “falta de dólares”. El descalabro de la producción y de las importaciones trajo escasez, y en una economía capitalista, basada en la propiedad privada y el mercado (como obviamente es la economía venezolana), esto lleva al alza de los precios, la especulación, es decir, el encarecimiento del costo de la vida y la pérdida de poder de compra del salario. Por su parte, la “falta de dólares” incide en la escasez, porque “no hay dólares” para la importación de bienes de consumo o de bienes para la producción; y también incide en la devaluación de bolívar, pues a medida que va disminuyendo la cantidad de dólares con respecto a los que se necesitan, cada dólar no regulado en el mercado se va cotizando por cada vez más bolívares, y la devaluación del bolívar es otro golpe que disminuye el valor del salario.

El gobierno es responsable (así como la clase capitalista de conjunto) de estos golpes al salario. ¿Por qué? Porque, como parte del legado de Chávez, Maduro recibió un país altamente endeudado, y cuando se redujeron los ingresos del Estado decidió priorizar los dólares para pagar deuda externa a los “buitres” usureros, al mismo tiempo que redujo drásticamente las importaciones. En lugar de suspender el pago de la deuda y priorizar por las necesidades el país y sus mayorías, tuvo todos estos años una política para beneplácito del capital financiero internacional y para desgracia del pueblo venezolano, que vio irse miles de millones de dólares que se necesitaban aquí para salud, educación, viviendas, ¡salarios y producción!

A su vez, desde 2003 para acá se operó una gigantesca “fuga de capitales”, enormes cantidades de dólares provenientes de la renta petrolera pública, en lugar de emplearse para “la producción”, las importaciones y las necesidades del pueblo, fueron a parar al extranjero, a engordar la cuentas de banqueros, empresarios y altos burócratas del chavismo convertidos en nuevos burgueses. Un festín del que se sirvió toda la clase capitalista venezolana, tanto chavistas como opositores. Casi el 100% de los dólares que ingresaban era por petróleo y los administraba el Estado, a su vez, el gobierno manejaba la asignación de dólares. ¿Quiénes son los responsables de este enorme desangramiento sino quienes gobernaban? Maduro, en lugar de frenar la fuga (que ya venía desde Chávez) y obligar la repatriación, permitió su continuidad.

Como vemos, la “falta” de dólares es relativa, porque en realidad sí los había, solo que “se fueron” a satisfacer otras necesidades: las del capital financiero internacional y la burguesía nacional parasitaria. Sometiéndonos aquí a la escasez de bienes, la devaluación del bolívar, la inflación… y la caída brutal del salario.

La ilusión del “dinero inorgánico” y la hiperinflación

A esto se suma que el gobierno, ante la falta de recursos del Estado (el déficit fiscal), en lugar de dejar de pagar la deuda y afectar los intereses de la burguesía nacional parásita y fugadora de dólares (donde se cuentan los amigos y “enchufados” del chavismo), optó por aumentar sin parar la emisión de “dinero inorgánico” (sin respaldo en un aumento de la producción o de las reservas internacionales), sabiendo con certeza que en medio de la severa escasez y en una economía regida por el mercado, eso no hace sino reforzar la pérdida de valor de la moneda, porque al aumentar la cantidad de dinero para la misma poca cantidad de productos disponibles, los empresarios y comerciantes aumentan los precios para no ceder su nivel de ganancias, lo que lleva a pagar cada vez más cantidades de bolívares por la misma cantidad de mercancías.

Para frenar el descalabro de la producción nacional y las importaciones, la escasez, había que afectar los intereses del capital usurero internacional, de la banca, empresarios y corruptos que se llevaban la plata, pero el gobierno prefirió dejar eso así y “poner a funcionar la maquinita de hacer dinero” para cubrir gastos internos del Estado, y engañando a los trabajadores con “aumentos de salarios” apenas nominales, sabiendo que en términos reales era cada vez menos. El gobierno estaba consciente de lo nocivo que resultaba eso en cuanto a pérdida de valor de los ingresos en bolívares, como lo demuestra la confesión de Maduro en el anuncio de sus medidas el 17 de agosto, cuando dijo tranquilo: “tuvimos que ir a la emisión de dinero… así es la vida y nos tocó jugar así”.

Esa política jugó un papel clave en que pasáramos de inflación a hiperinflación. Otra política del gobierno que llevó a la pulverización del salario.

Por cierto que la derecha cuestiona la “emisión de dinero” de manera reaccionaria, porque en realidad solo se opone a los aumentos de salarios o del gasto social “que obligan a emitir dinero”, pero de ninguna manera cuestiona el fondo del problema que lleva al desastre de la economía y de la producción, causados por el desangramiento de la deuda externa, la fuga de capitales y el interés de ganancia empresarial. Claro, ¡eso no se toca!, prefiere dejar eso así y oponerse a los aumentos de salario y del gasto social.

Un patrón que se encargó de frenar las luchas por el salario

Además de todo esto, el gobierno de Maduro, en su rol de patrón, se ha encargado todos estos años de mantener a raya las luchas salariales del sector estatal (que abarca una porción grande de la clase trabajadora). Negando la discusión de cientos de contratos colectivos vencidos: Sidor, Minerven, Ipostel (¡más de 20 años vencido!), Ministerio del Trabajo (¡casi 8 años!), Alcaldía de Caracas (¡18 años vencido!), maestros estadales, etc., etc.; o discutiendo solo con los burócratas sindicales de la “Central Bolivariana”, a espaldas de los trabajadores, desconociendo arbitrariamente a los dirigentes no subordinados al gobierno, para poder firmar contratos por debajo de las necesidades reales de los trabajadores (petroleros, universitarios, salud, educación, Cantv-Movilnet, Metro de Caracas, etc.); o directamente reprimiendo varias de las luchas por nuevos contratos o por incumplimiento de los existentes (por ejemplo Lácteos Los Andes o Ferrominera).

¡Esta es otra manera de garantizar que el salario se mantenga por el subsuelo! Otra manera de hacer pagar la crisis a los trabajadores, pues ante “la falta de recursos del Estado” el gobierno se encargó de mantener por el suelo el salario de los trabajadores de la administración pública, las empresas estatales y los servicios públicos, ¡mientras sí destinaba mil millonarios recursos al capital financiero internacional, a la fuga de capitales y a la enorme corrupción estatal!

En fin, por donde se le vea, el gobierno de Maduro es responsable (junto a los capitalistas) de la pulverización del salario, ¡y ahora viene a posar de “defensor del salario”! Es tan descarado y cínico que llegó a decir el 17 de agosto: “¿no entiendo cómo el salario cayó de 300 dólares mensuales a solo un dólar?”.

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El cinismo del empresariado

Por su parte, los empresarios, pretenden evadir su responsabilidad y seguir imponiendo su “derecho” a la ganancia por sobre cualquier otra necesidad. Los intereses de esta clase social minoritaria se imponen por sobre los de la clase trabajadora y los sectores populares.

Se rasgan las vestiduras diciendo “el problema es que no hay producción, si no producimos la inflación seguirá”… como si la inflación fuera algo fantasmagórico, con vida propia, que no tuviera que ver con su interés de ganancia y con el manejo de la economía que hacen los propios empresarios. ¡Les “preocupa la escasez” pero no cuestionan en lo más mínimo que los dólares que necesita el país se vayan en pagar al capital usurero internacional! Y si tanto les interesara la “producción nacional”, ¿por qué hay fuera del país en depósitos privados entre 350 y 500 mil millones de dólares provenientes de la renta petrolera pública? ¿Quién fugó esa plata, acaso los trabajadores, los sectores populares? Han sido banqueros y empresarios, tanto tradicionales como de la mal llamada “boliburguesía”, el conjunto de la clase capitalista es responsable de ese saqueo al país en uno de los períodos históricos de mayores ingresos petroleros. Esa fuga no es otra que una grosera transferencia de recursos públicos hacia el sector privado nacional, ¡son los verdaderos vividores de la teta de renta petrolera!

Incluso, cualquiera que revise las cifras de la inversión privada puede corroborar que desde finales de los 70’s, ¡hace cuatro décadas!, la burguesía nacional no hace inversiones significativas en el país. Vienen a darse golpes de pecho por “la producción nacional” cuando ellos son responsables de la atrofia de las capacidades productivas nacionales.

Es un detestable cinismo que mientras en el exterior las diferentes alas y sectores de la burguesía nacional tienen enormes cantidades de recursos, el empresariado pretenda justificar aquí sus alzas de precios en “la baja producción”.

Su lógica es clara: los intereses capitalistas no se ponen en cuestión, deben mantenerse a salvo, los que deben pagar la crisis son los trabajadores y los pobres.

En esa misma lógica está el argumento de “no podemos producir a pérdida”, es decir, la manera de que supuestamente “no vayan a pérdida” es… ¡que sean los trabajadores y sectores populares los que vayan a pérdida, con los aumentos de precios y los salarios de hambre! Se quejan del “control de precios” y del nuevo salario, pero resulta que los precios “controlados” en realidad están legalizando los precios altos que ellos mismos (empresarios y comerciantes) habían impuesto por la vía de los hechos, y resulta que el nuevo salario no es sino 1 mísero dólar diario, que sigue siendo un salario de pobreza. ¿Qué quieren entonces? Está claro: seguir imponiendo sus intereses de clase, de rentabilidad de sus negocios, es decir, sus ganancias, por sobre los de la mayoría del pueblo trabajador.

Estas escenas son producto tanto de las políticas del gobierno como de la imposición del interés de ganancia empresarial.

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¿“Control” de precios de la mano de quien reconoce el “derecho” a la ganancia y legaliza los precios hiperinflacionarios?

En todos estos años el gobierno de Maduro ha demostrado ser un fracaso en eso del control de precios, como antes el de Chávez, y en general todos los gobiernos capitalistas que se lo proponen. Y la razón es que todos parten de reconocer, primero que nada, el derecho de los empresarios a la ganancia, y solo una vez garantizado ese “derecho” burgués es que se proponen “controlar”: si ese interés de clase choca con otros (por ejemplo de los trabajadores o consumidores), prevalece el interés capitalista.

Por eso durante los últimos cinco años que gobernó Chávez, aun que supuestamente había “control de precios”, la inflación anual promedió 27%, es decir, alta. Y por eso el fracaso de Maduro en ese terreno ha sido total y estruendoso todos estos años, porque con la profundización exponencial de la crisis se siguió imponiendo ese interés de clase que Maduro reconoce: se trata de “controles” ¡siempre y cuando no afecten un margen de ganancia del 30%!

Entonces el gobierno pretende vendernos ahora como algo casi épico una supuesta “batalla por el control el precios”, cuando por ese principio capitalista prácticamente desmontó el control de precios todos estos últimos años y lo que está haciendo ahora en realidad es ¡legalizar los altos precios hiperinflacionarios a nivel del dólar paralelo! No por casualidad muchas transnacionales y grandes empresas nacionales (Cargill, Colgate-Palmolive, P&G, Fisa, Polar, El Palmar, El Tunal, Coposa, Capri, Tapa Amarilla, etc.) están firmando con el gobierno esos acuerdos de precios.

En realidad, ¡legalizar estos precios es parte del paquetazo contra el salario! De hecho, nada más en los primeros 33 precios “controlados” anunciados se van 2.250 soberanos, sobrepasando en 25% los 1.800 del supuestamente “alto” salario mínimo, y del que se quejan miserablemente muchos empresarios. Y esa cuenta es adquiriendo una sola cantidad de cada producto, faltando ahí todavía más de la mitad de los alimentos y bienes que componen la canasta básica familiar.

¿Acaso podemos realmente defender el salario yendo detrás del gobierno que no solo es corresponsable de su pulverización sino que subordina el “control de precios” a la ganancia empresarial?

¿Defender el salario apoyando a un gobierno que aplica un paquetazo contra el salario?

Como hemos dicho, el aumento del salario decretado por Maduro no es sino una promesa de amortiguar por esa vía el duro golpe al salario que implica el paquetazo de megadevaluación (al legalizar el precio del dólar paralelo), oficialización de los precios hiperinflacionarios, aumento del IVA, la gasolina y el pasaje (y faltan los aumentos de los otros servicios). La promesa es que ¡subiendo drásticamente todos los precios se van a estabilizar!... a “estabilizar” por las nubes, y así el nuevo salario “alto” ya no sería de hambre (1 o 2 dólares al mes) sino de pobreza (30 dólares al mes). Esa es la gran promesa de “estabilización”.

Entonces, el mismo gobierno que lanza un paquetazo que afecta el salario pretende lavarse la cara con un “control” de unos precios que ya legalizó que estuvieran altísimos.

Si los trabajadores nos subordináramos al gobierno y su política, estaríamos avalando que está bien el paquetazo, que están bien los precios a nivel del dólar paralelo y respetando ante todo la ganancia empresarial, y que lo único que debemos hacer es defender un salario de pobreza de 1 dólar diario.

¿Controlar los precios dándole más poder a los cuerpos represivos del Estado y sus grupos parapoliciales?

Parte del fuerte operativo de policías y GNB con que el gobierno impidió la marcha de las enfermeras a Miraflores.

Una de las peores cosas que nos podrían pasar como trabajadores y sectores populares, es que en la lucha contra la imposición del interés de clase empresarial sobre nuestros intereses, nos subordinemos al fortalecimiento de los mismos esbirros que reprimen el descontento social en general, y las luchas obreras y populares en particular.

Maduro dijo que a quienes no respetaran los precios “les mando el Sebin”. Pues ¡es el mismo Sebin que también les manda a los trabajadores que luchan! Es el mismo cuerpo represivo que se llevó preso de su casa al dirigente de los trabajadores eléctricos Elio Palacios, que usan para amedrentar a los trabajadores de Hidrocapital y que allanó la casa del dirigente ferrominero Rubén González, por solo poner algunos ejemplos. El gobierno quiere que el “control de precios” lo hagamos con la GNB, PNB y demás cuerpos represivos suyos, ¡son los mismos que reprimen las protestas en los barrios y las luchas obreras, que impiden marchar, como recientemente a las enfermeras y trabajadores de la salud!

Es un contrasentido total suponer que una verdadera lucha de la clase obrera y el pueblo pobre por nuestros derechos se hará fortaleciendo el poder que nos reprime. En primer lugar, porque nuestra lucha no es solo contra un empresario en particular, sino también contra todos los responsables de nuestra situación, y eso incluye al gobierno, por tanto es contrario a las necesidades de nuestras luchas avalar la actuación de las mismas fuerzas que el gobierno usa para reprimir. En segundo lugar, una verdadera lucha por el control obrero y popular de los precios implica desplegar toda la capacidad de movilización y combatividad que tengamos, y eso es contrario a darle más poder al mismo gobierno y los mismos órganos de represión que pretenden decirnos por dónde podemos marchar y por dónde no.

Si más bien la consigna que debemos levantar es la de ¡Fuera los cuerpos represivos de los centros de trabajo y de las luchas de los trabajadores! (como de hecho lo han llegado a lograr en algún momento los trabajadores el Hospital Clínico Universitario), ¡¿cómo los vamos a llamar a que dirijan nuestra lucha por el control de precios?! Al contrario, los trabajadores necesitamos disminuir cada vez más el poder de esos organismos sobre nosotros, sacarnos de encima esa reaccionaria tutela policial y militar que ha impuesto este gobierno.

Y por si fuera poco, el gobierno pretende apoyarse también en los mal llamados “colectivos”. ¡Los mismos que son usados como verdaderas bandas parapoliciales para amedrentar y reprimir las luchas de los trabajadores y el pueblo pobre, como le pasó recientemente al sector salud! Esos grupos, armados con el aval del gobernó, cumplen un papel totalmente reaccionario, que debemos rechazar y más bien exigir su inmediata disolución.

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Propaganda de los cuerpos parapoliciales del gobierno que pretenden representar al pueblo en el "control de precios".

¿El pueblo trabajador de la mano de los cuerpos represivos que matraquean, roban y especulan?

Pero además de su rol represivo, ¡todos sabemos que los militares, la guardia y los policías tienen sus manos metidas en los más variados mecanismos de extorsión, acaparamiento, robo y beneficio propio! Matraquean sin cesar en las alcabalas a los pequeños productores (contribuyendo además al encarecimiento del producto al consumidor final), a los comerciantes, se transan con los empresarios, sacan productos para provecho propio, etc., etc. ¡¿Cómo vamos a ir de la mano de semejantes organismos?! Al contrario, ¡fuera las manos de los militares del abastecimiento y la distribución!

¡Y también, muchos de los grupos mal llamaos “colectivos”, especulan y “bachaquean” abiertamente con los productos de primera necesidad! ¡Es de conocimiento público! ¿Y con esos vamos los trabajadores a juntarnos para controlar los precios? ¡Por favor!

Ir de la mano de estos militares o estos “colectivos” sería, como mínimo, manchar y ensuciar totalmente la lucha el pueblo contra la especulación y las ganancias capitalistas.

¡POR UN VERDADERO CONTROL OBRERO Y POPULAR DE LOS PRECIOS!

La clase trabajadora debemos tejer una alianza obrera y popular con las comunidades, con nuestros propios organismos y métodos de lucha, totalmente independientes de los empresarios, del gobierno y los militares, para desarrollar una verdadera lucha por poner freno al interés de ganancia que nos imponen sobre nuestro derecho a acceder a los bienes necesarios para vivir.

De ninguna manera será de la mano del gobierno, que con su actual campaña por el “control de precios” no hace sino lanzar fuegos de artificio, para buscar encolumnar tras de sí a los trabajadores y el pueblo pobre, cuando es junto con los capitalistas el culpable de la situación que vivimos. Ir detrás del gobierno sería ir detrás de un gobierno que tras la pérdida de apoyo popular decidió un curso totalmente autoritario, manteniéndose en el poder a punta de represión, fraude y el apoyo militar, que prioriza pagar deuda al capital financiero mientras aquí faltan recursos para alimentos, salud, educación y la producción de las industrias públicas, el mismo gobierno cómplice y parte de uno de los mayores desfalcos al país con la enorme fuga de dólares de todos estos años. Un gobierno lleno de corruptos, donde incluso se dan casos en que las regulaciones del Estado al capital privado son usadas para que algún burócrata o empresario chavista se haga con el control del negocio al que “regulan”, es decir, usando las potestades de “regulación” para pugnas interburguesas. Un “control” que primero garantiza “el margen de ganancia empresarial”, legaliza los precios por las nubes y usa como brazo ejecutor a los cuerpos represivos y corruptos.

Es falso que el gobierno quiera que los trabajadores y comunidades ejerzan el control de precios, basta con mencionar que ¡para fijar los precios se ha puesto de acuerdo con los empresarios, y el pueblo no cuenta en lo más mínimo! Y cuando se supone que le da “participación” al pueblo, en realidad es solo para que apoye lo que el gobierno decide y, peor aún, solo entiende por “pueblo” a las propias organizaciones del partido de gobierno, ¡ninguna otra organización es considerada “pueblo”! Es así como ahora ha lanzado la línea de que serán las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH) las que en nombre del pueblo ejercerán el supuesto “control de precios”. ¿De cuándo a acá los organismos del PSUV son la representación del pueblo trabajador? Un partido donde, para colmo, reina la más completa dictadura de la burocracia gobernante, impidiendo la participación hasta a las propias bases obreras y populares que aún tiene el chavismo.

Comités obreros y populares sin ninguna tutela del gobierno, los empresarios ni los militares

Ninguna de las instancias creadas por el gobierno y controladas por su partido sirven para nuestra lucha, necesitamos nuevas instancias, verdaderos organismos de lucha, constituidos en los lugares de trabajo y las comunidades de manera totalmente democrática, sin exclusión de ningún trabajador o miembro de la comunidad, sin imposiciones de los patronos ni de los partidos del gobierno o los partidos de la oposición patronal, que defienden también los intereses empresariales. Comités compuestos por delegados de los trabajadores y trabajadoras, y las comunidades, electos democráticamente por las bases, responsables ante estas y revocables en cualquier momento que las bases lo consideren, delegados y delegadas que cumplan el mandato de las bases.

Acceso a toda la información contable y financiera de las empresas

Para poder cumplir realmente su labor estos comités deben tener acceso irrestricto a toda la información económica de las empresas y negocios. ¿Por qué los empresarios van a tener más derecho que los trabajadores y el pueblo a saber la verdad de las empresas? Los trabajadores son quienes producen las mercancías, hacen andar los servicios y los comercios, tienen derecho a que sus ojos penetren en todos los secretos económicos y comerciales.

Los empresarios y los gobiernos consideran de lo más normal que todo el mundo sepa cuánto gana un trabajador, el recibo de un trabajador no es secreto para los patronos ni para nadie.

Los salarios son de conocimiento público y objeto de juicio descarnado, los empresarios, gobiernos y “expertos” de todo pelaje juzgan abiertamente en los medios de comunicación, que si el salario es mucho, que si debiera ser tanto, etc., etc. Pero ¡ay si se habla de hacer públicas y poner en cuestión las ganancias de la banca y empresas! ¡Se creen con derecho a ocultarle a la sociedad y a los trabajadores todo lo que se quedan del trabajo social colectivo!

Estas son cuestiones indispensables con las cuales dar una verdadera lucha por el control obrero y popular de los precios, no el control de este Estado cómplice de los empresarios y represor de las luchas. Esta lucha con seguridad nos va a llevar a otras batallas, por el chantaje y férrea resistencia que harán tanto los empresarios como el propio gobierno, que no tolera ningún tipo de poder obrero y popular verdadero. El cierre de negocios, el acaparamiento y ocultamiento de mercancías, saboteo de la producción y hasta el cierre de empresas, son parte de las armas arteras que los empresarios no dudarán en usar para burlar el control obrero y popular, para chantajear y hacer que el pueblo se arrodille de nuevo a sus intereses.

Por eso el control de precios es inseparable de un verdadero control obrero y popular de la distribución, y en perspectiva, de la producción. Estos comités deben tener acceso a toda la información sobre las capacidades y niveles de producción, stocks empresariales, lugares de almacenamiento (depósitos, silos, etc.), etc., y ser quienes organicen y tengan en sus manos el control del transporte y la distribución. Sin esto, también sería infructuoso cualquier intento serio de controlar los precios.

Si ante estas luchas las empresas amenazan con cerrar o despedir, los propios trabajadores deben tomarlas en sus manos para garantizar la producción, la distribución o los puestos de trabajo. La historia ha demostrado hasta el cansancio que para que las empresas funcionen los indispensables son los trabajadores, no los empresarios. Un verdadero control obrero, no la farsa que impusieron los gobiernos de Chávez (y luego Maduro) donde en realidad era un control del Estado sobre los obreros, nada de lo que el gobierno llamó control obrero lo fue realmente, lo saben de sobra los trabajadores de Sidor, Café Fama de América, Lácteos Los Andes, Invepal, Industrias Diana, las azucareras, etc. Allí la administración estuvo (y está) en manos de burócratas del gobierno (¡militares en muchos casos!) incapaces, corruptos y antiobreros, que no solo impiden ningún tipo de participación obrera verdadera, sino que reprimen duramente las luchas de los trabajadores.

Toda esta lucha puede permitirle a la clase trabajadora, la clase social más grande del país, elevarse a discutir seriamente los grandes problemas de la economía nacional e ir sacando conclusiones sobre la necesidad de que controlar no solo los precios, el abastecimiento o algunas empresas, sino el conjunto de la economía y, por tanto, el país, es decir, un gobierno propio de los trabajadores y el pueblo pobre.

Porque saldrán las objeciones relativas a “el problema es la producción”, y allí tendremos que discutir todo el manejo de la economía que hacen los banqueros, empresarios y gobiernos. Cómo es que “no hay recursos” para unas cosas y para otras sí, hay recursos para pagar deuda externa, hay en las cuentas privadas en el extranjero, la banca privada vive de lo mejor con sus ganancias mientras el país se hunde en el desastre. ¡Todo eso tendrá que ser puesto en cuestión!

Esta lucha por poner en nuestras propias manos el destino de nuestro abastecimiento, y no dejarlo en manos ni de los empresarios ni del gobierno y los militares, dada de esta manera, nos llevará al surgimiento de verdaderos organismos de poder obrero y popular, basados en la democracia directa, y con poder real tanto en las unidades de producción, lugares de trabajo como en el territorio. Donde jugarán un papel central los trabajadores, las mujeres trabajadoras y del barrio, y la juventud estudiantil que se ponga del lado de la clase obrera.

Las y los socialistas revolucionarios de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), luchamos por esta perspectiva en los lugares de trabajo y de estudio donde hacemos vida activa. Llamamos a sumar esfuerzos conjuntos a quienes coincidan en esta perspectiva.


Ángel Arias

Sociólogo venezolano, nacido en 1983, ex dirigente estudiantil de la UCV, militante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) y columnista de La Izquierda Diario Venezuela.

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