Entre la noche del miércoles y madrugada del jueves murieron calcinados Debora Hualquillan junto a sus 6 hijos. Fue en un mono-ambiente donde vivían en condiciones de hacinamiento. El padre pelea por su vida. Esta tragedia familiar no fue por un accidente doméstico, es un verdadero crimen social.
Jueves 8 de noviembre de 2018 19:40
En la noche del miércoles una familia del barrio Zatti de Viedma murió calcinada por el incendio íntegro de su vivienda. Se trata de Debora Hualquillan de 27 años, junto a sus 6 hijos: Luján, Ayelen, Natacha, Félix, Yahir y Maximiliano, todos niños que tenían entre 12 a 1 año de vida. El padre de los chicos, Jonathan Sanzana, al momento de redactarse esta nota sigue peleando por su vida con el 80% de su cuerpo afectado por las quemaduras. Un hermano de la madre y tío de los niños también fue afectado por las llamas pero estaría fuera de peligro. Ambos intentaron entrar a la vivienda para salvarles la vida.
Las condiciones de vida de la familia las detalla el relato del comisario Tellería ante los medios. Allí precisó que la vivienda era de unos 5 metros de largo y 2 metros de ancho. "Era un lugar que tenía el sector de la cocina y el sector de lo que sería la habitación para dormir todo junto, separado por un mueble mediano en el lugar".
Pero no solo se trata de las condiciones de hacinamiento de 8 personas en un mono-ambiente de 10 metros cuadrados. Como detalla el abuelo por las redes sociales, la familia estaba construyendo una habitación para las niñas sin poderla terminar. El padre de los niños, Jonathan, está desocupado. Y con el enorme aumento de los precios de los materiales de construcción se hizo imposible terminarla.
Las causas del incendio al parecer se habrían desatado al querer secar unas prendes de ropa que, al ser afectadas por el fuego justo frente a la única puerta y ventana del mono-ambiente, impidieron que la familia pueda salir de la misma. Pero esta tragedia sólo puede encontrar explicación si se toman en cuenta las reales condiciones de vida de enorme empobrecimiento de un sector muy grande de la clase trabajadora de Viedma, del cual Debora y su familia eran parte. Ya se vio en el crudo invierno, cuando los niños Emanuel y Daiana fueron encontrados abrazados con sus cuerpos incinerados por las llamas de su casilla precaria donde vivían en el barrio denominado Lote Silva. Ambos niños estaban solos, debido a que la madre debía realizar todas las tareas del hogar e ir por trabajo.
Estos desgarradores hechos donde la clase obrera es afectada por enormes tragedias de la vida, son una foto de la pauperización y precarización del conjunto de sus condiciones de vida. Estas desigualdades las genera el capitalismo.
En la comarca unos pocos funcionarios viven como gerentes de empresas, junto a un puñado de productores enriquecidos que viven del trabajo golondrina. Obreros que esperan desocupados mejores épocas de trabajo en la construcción o obra pública. Y así pasan estos sucesos diarios que nos muestran cómo los capitalistas preparan una y otra vez las condiciones de verdaderos crímenes "invisibles", sin victimarios reales más que la propia sociedad que genera tales condiciones. Esta vez, otra vez más, se ha perpetrado un crimen social contra una familia obrera.