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Red Internacional
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AUSTRIA. Viena, nueva capital de la extrema derecha en Europa

Un partido de extrema derecha llega al gobierno de la mano de los conservadores en Austria. La naturalización de la xenofobia y la islamofobia en la Unión Europea.

Josefina L. Martínez

Josefina L. Martínez @josefinamar14

Martes 19 de diciembre de 2017

Después de varios meses de negociaciones, este lunes asumía un nuevo gobierno en Austria, producto del pacto entre el partido conservador ÖVP y el partido de ultra derecha islamófobo FPÖ. En el nuevo ejecutivo, la extrema derecha se queda con 7 cargos, frente a 9 designados por el partido conservador del nuevo canciller, Sebastian Kurz. El FPÖ controlará los ministerios de Interior, Defensa, Exteriores e Infraestructuras, lo que significa un importante triunfo político para la formación y un nuevo salto para las fuerzas de la extrema derecha en Europa.

Las elecciones del pasado mes de octubre marcaron un claro giro hacia la derecha y abrieron paso a negociaciones para formar gobierno, después de la ruptura de la “gran coalición” entre conservadores y socialdemócratas que se mantuvo por tres legislaturas. Los conservadores del ÖVP obtuvieron el primer puesto con 31,47 % de los votos, los socialdemócratas llegaron al 26,86% y el FPÖ terminó con el 25,97%.

El líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, es el nuevo vicecanciller de Austria, el segundo cargo en importancia en el ejecutivo. Este político ejerce como presidente del FPÖ desde el año 2005 y en su juventud participó en grupos neonazis, con los que sigue manteniendo relaciones políticas. Durante la campaña electoral, Strache utilizó lemas xenófobos e islamófobos tales como “Viena no debe convertirse en Estambul”, “Trabajo en vez de Inmigración” o “En casa en vez de en el Islam”.

El nuevo gobierno austríaco ya ha anunciado que una de sus primeras medidas será un fuerte recorte del subsidio para los refugiados, que se rebajará más de la mitad hasta los 365 euros, al mismo tiempo que se acelerarán las deportaciones y se endurecerán las fronteras. Austria se acerca al llamado “Grupo de Visegrado”, formado por República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia, que han establecido un cierre duro de las fronteras y rechazan la propuesta de “reparto de refugiados” establecida por la UE.

Otra de las medidas anunciadas por el flamante gobierno ya ha generado fuertes tensiones con Italia, ya que el nuevo canciller prometió entregar pasaporte austríaco a la minoría germano parlante del Alto Adigio (región que los nacionalistas austríacos consideran propia). Esto, a su vez, provoca la reacción de los nacionalistas italianos, a pocos meses de las elecciones en ese país.

Viena se convierte así en la nueva capital de la extrema derecha europea, después de un año en que varias formaciones xenófobas y euroescépticas consiguieron resultados electorales muy importantes. Alternativa por Alemania ingresó por primera vez al Reichstag, como tercera fuerza, y se convertirá en la primera fuerza de oposición si se concreta un nuevo gobierno de gran coalición entre los conservadores de Ángela Merkel y los socialdemócratas neoliberales del SPD. En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen llegó a la segunda vuelta, un gran crecimiento que solo pudo ser contenido por la reedición de un “bloque republicano” que le permitió el triunfo al neoliberal Macron. En Holanda, el ultraderechista Partido de la Libertad, pasó de 5 a 20 escaños en las elecciones de marzo. En Italia, donde se celebrarán elecciones en la primavera de 2018, la extrema derecha también aspirar a obtener un buen resultado y ser una pieza clave para la formación de gobierno. En Polonia, el partido de gobierno PiS se inclina cada vez más hacia la derecha dura y xenófoba. En ese país marcharon 60.000 neonazis a principios de noviembre, la movilización más grande de este tipo en los últimos años. En Hungría, el gobierno del conservador Viktor Orbán ha radicalizado un discurso nacionalista y de fronteras cerradas contra los refugiados.

Las corrientes nacionalistas y de extrema derecha despliegan una ideología racista contra los inmigrantes, a los que culpabilizan del “derrumbe social y moral” de sus países. Al mismo tiempo, mantienen un discurso crítico con las “elites” de los partidos tradicionales, canalizando por derecha el descontento con el envejecido proyecto europeo y con la casta política “europeísta” que ha aplicado los planes neoliberales en los últimos años. Son corrientes que cosechan votos entre sectores de trabajadores y capas medias arruinadas, así como también entre sectores acomodados, y defienden programas capitalistas neoliberales con algunos elementos soberanistas, con matices según el caso.

En 2017, la Europa fortaleza naturalizó el crecimiento de la extrema derecha. Mientras que, en el año 2000, ante la llegada del FPÖ al gobierno (en una coalición similar a la que se oficializó esta semana), los jefes de Estado hacían demagógicas declaraciones en contra y hasta tomaban algunas sanciones simbólicas durante unos meses, esta vez el nuevo canciller conservador que encabeza un gobierno con la extrema derecha fue inmediatamente saludado por Merkel, Juncker y Tusk. El crecimiento de las corrientes xenófobas en casi todos los países ha empujado a que los partidos conservadores y socialdemócratas inclinen sus agendas aun más hacia la derecha, para no segur perdiendo votos.

Como balance de este itinerario, es necesario señalar finalmente que ante semejante crecimiento del nacionalismo xenófobo, la izquierda reformista no ofrece alternativas realistas. La experiencia de la capitulación de Syriza en Grecia y la adaptación al régimen que muestra Podemos en el Estado español, solo traen desencanto y nuevas frustraciones.

Las organizaciones de trabajadores y trabajadoras que luchan contra la precariedad laboral y la explotación laboral, los colectivos en defensa de los derechos de los inmigrantes y refugiados, los movimientos de mujeres y LGTB contra la violencia machista y la homofobia, los movimientos antiracistas y antifascistas, tienen planteado el desafío de reconstruir un movimiento social de lucha internacionalista y anticapitalista, independiente del Estado y los partidos del régimen, contra la Europa del capital.


Josefina L. Martínez

Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.

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