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Red Internacional
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CÓRDOBA / UNC. Violencia de género en Filosofía y Humanidades: primeros aportes para un debate abierto

Luego de los últimos casos de denuncias por violencia de género en la FFYH, desde Pan y Rosas queremos aportar nuestra visión y posición al respecto.

Miércoles 3 de mayo de 2017

Hace algunas semanas, en una asamblea general, compañeras estudiantes de la facultad de Artes y de la facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH) denunciaron acoso y abuso de parte de estudiantes de esta última facultad, como venían haciendo a través de redes sociales. Una de estas denuncias implicaba de manera directa a un integrante de la conducción del Centro de Estudiantes de FFyH.

Aunque a partir de esto la asamblea tuvo que levantarse, el debate continuó y nos reunimos, a partir de la iniciativa de las compañeras denunciantes, en varias oportunidades para discutir qué hacer y cómo seguir. La respuesta pública de la conducción (Estudiantes al Frente) llegó días después, luego de que estudiantes nos movilizamos exigiéndolo.

En un comunicado la conducción repudió todo tipo de violencia de género, que el “Estado” es responsable de esta violencia, y exigió que el protocolo de la UNC (Plan de Acciones para Prevenir y Erradicar la Violencia de Género en la UNC) se aplique “de inmediato”. Cabe recordar que este protocolo, el cual en el mismo comunicado es descripto por la conducción como “perfectible”, fue aprobado a través de la resolución 1011 H.C.S, en Octubre de 2015. Esta herramienta “perfectible” no pasó la prueba el año pasado, cuando una estudiante de la carrera de Historia solicitó que se aplicara para cambiar el horario de cursada que compartía con el compañero que denunciaba, y la respuesta de las autoridades fue negativa.

Ver: Escogen de escolta a un estudiante denunciado por violencia machista

Hay que decir, que estamos hablando de un “plan de acciones” que no contó ni cuando fue aprobado en 2015 (hacia el final de la gestión de Francisco Tamarit) ni ahora (durante la gestión del radical Hugo Juri) con presupuesto claro ni con un equipo interdisciplinario para la investigación y contención desde el primer momento.

Los compañeros y compañeras de Estudiantes al Frente plantean que las denuncias deberían hacerse en los lugares institucionales correspondientes, pero no se preguntan por qué tienen escasas respuestas para las compañeras que han sufrido violencia de género, y en la mayor parte de los casos las rstudiantes acudimos a nuestras compañeras de cursada, amigas, o a las asambleas de las respectivas escuelas para denunciar.

Creemos que la respuesta está a la vista: la conducción del Centro de Estudiantes no impulsó en casi tres años de gestión políticas preventivas que estén a la altura, no abrió debates profundos al respecto, ni tampoco puso al gremio de los estudiantes al servicio de la organización de las compañeras y compañeros. Le queda pendiente a Estudiantes al Frente, conducción que se reclamó y reclama kirchnerista, un balance profundo acerca del por qué no hubo ningún intento que pase amplias pruebas para mejorar las condiciones de vida de las mujeres y de los sectores de la diversidad sexual ni durante su gestión en el Centro de Estudiantes de la FFYH, ni cuando estuvieron al frente del Rectorado, ni cuando condujeron el Estado Nacional. En cuanto a la conducción de la Federación Universitaria de Córdoba, de la cual también actualmente son parte, tampoco se ha transformado una herramienta al servicio de la organización de las mujeres y los sectores LGTBI de la Universidad

Ver: 8M El desafio de las estudiantes, los centros y las federaciones en Córdoba

La perspectiva de la organización: Si nos tocan a una, nos organizamos miles

El creciente número de denuncias por violencia de género que hay en toda la UNC ha despertado debates acerca de qué estrategias nos damos las mujeres para ponerle un freno a la violencia machista. Algunas de las compañeras denunciantes hemos recurrido al método del escrache, ante la falta de respuesta institucional, la falta de respuesta de las conducciones de los Centros de Estudiantes y ante la falta de aplicación de las herramientas que deberían intentar prevenir y garantizar las mejores condiciones de cursada y estudio de las y los estudiantes en el ámbito universitario.

Nosotras, desde Pan y Rosas, entendemos la necesidad y la intención de dar respuestas de manera urgente a la situación de las mujeres, entendemos la rabia y la bronca al ver que una mujer muere cada 18 hs como consecuencia del último eslabón de la violencia machista que es el femicidio, y por eso es que el escrache no nos parece un método eficaz para dar respuesta a este problema estructural.

Creemos, por el contrario, que la salida a esta situación que trasciende todos los ámbitos debe darse a partir de la organización independiente de las mujeres y los sectores LGTBI, de manera colectiva. Nuestra perspectiva se nutre a partir de la tradición del movimiento de mujeres, que ha demostrado históricamente que solo organizándose y protagonizando grandes gestas, se han ganado su lugar en un sistema que las oprime y han conquistado los derechos con los que hoy contamos. Nos apoyamos entre otros ejemplos, nada más y nada menos, que en la tradición de las mujeres sufragistas, que a finales del siglo XIX conquistaron a partir de su lucha el derecho al voto. Nos apoyamos también en las crecientes movilizaciones por #NiUnaMenos que arrancaron en 2015, y se extendieron a lo largo del mundo, comenzando a poner en la agenda de todos los gobiernos a la violencia machista en todas sus formas, pero también las condiciones de desigualdad en el trabajo y en la mayoría de los ámbitos que se mantiene hasta hoy para nosotras, solamente por el hecho de ser mujeres.

Por eso, desde las Secretarías y Comisiones de Mujeres que impulsamos junto a compañeras independientes en distintas facultades de la UNC, nos propusimos aportar al movimiento de mujeres organizando una herramienta inédita (lamentablemente) en la Universidad: un relevamiento de datos para elaborar un primer índice de violencia de género Con el objetivo de partir de datos serios que visibilicen los niveles y tipos de violencia de género que sufrimos, elaboraremos encuestas cortas y anónimas asesoradas por compañeras trabajadoras del Polo Integral de la Mujer.

Esta herramienta solo rendirá sus frutos si aporta a la organización de las mujeres para desarrollar grandes asambleas en cada una de las facultades, en donde podamos discutir y decidir qué protocolo necesitamos. Desde nuestro punto de vista, este protocolo debería incluir un gabinete interdisciplinario especializado, que contenga a ambas partes y que investigue cada caso en sus particularidades; refugios y becas disponibles y suficientes para los casos en los que las víctimas los necesiten. Invitamos a todas las y los compañeros de las distintas facultades a sumarse a esta pelea.

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