Cada día mueren 800 mujeres durante el embarazo, parto o puerperio. La violencia obstétrica como causa de mortalidad materna sigue siendo un problema sin resolver en la salud pública, afectando principalmente a mujeres pobres.
Viernes 4 de diciembre de 2015
Leyes en contraste con la realidad
A pesar de que existen leyes que contemplan la violencia obstétrica como una forma de violencia hacia la mujer que debe erradicarse, en la realidad las instituciones se protegen y defienden al personal que ha incurrido en un acto de violencia física o psicológica, usando argucias legales, evitando cualquier sanción. De esta forma queda claro que aunque se legisle con perspectiva de género, no hay justicia.
Cuando la ley actúa penando a las personas infractoras, el Estado se deslinda de la responsabilidad que tiene, por ello se ha emprendido una campaña de persecución hacia los individuos.
Al violarse derechos humanos como el derecho a la vida, a la salud, a la no discriminación y los derechos sexuales y reproductivos, por ejemplo, se trata de una violencia de Estado.
Actualmente, en todos los lugares se habla de derechos para las mujeres, pero se esconden las cifras que demuestran que día a día seguimos siendo violentadas por cuestiones de género y de clase. En México mueren 1,100 mujeres al año por razones asociadas al embarazo, 80% de estas muertes maternas se podrían prevenir.
Los recortes a la salud es violencia de Estado
La falta de presupuesto para salud pública ocasiona desabasto de insumos, equipo y personal, generando que los servidores de la salud no cuenten con las condiciones necesarias para brindar una atención de calidad.
En la mayoría de los estados de la República las mujeres que viven en zonas rurales tienen que desplazarse varios kilómetros por horas fuera de su comunidad de residencia para poder recibir atención médica antes, durante o después del parto. Esta situación genera miles de muertes maternas a lo largo y ancho del país, y al ser mujeres pobres, en su mayoría sin educación y sin condiciones económicas, no denuncian, al contrario desde el principio asumen que hay una gran posibilidad de ser maltratadas, discriminadas o incluso asesinadas, pues son historias comunes que pasan de voz en voz, hasta que a una le toca.
Oaxaca es un estado que actualmente se encuentra militarizado (sólo en el 2014 el gobierno federal invirtió 65 mil millones en la Secretaría de Defensa), para reprimir al magisterio combativo y en contraste no hay inversión para crear hospitales bien equipados. Ahí el 80% de las mujeres indígenas han sufrido violencia obstétrica, ocupando el tercer lugar a nivel nacional de mortalidad materna. Esto prueba que la política de Estado desde hace años es aniquilar derechos, ya sean básicos como el de la vida o de otro tipo como los laborales.
El sistema capitalista es quien ocasiona las condiciones de violencia
Es claro que en que algunos casos existe violencia obstétrica por parte del personal de enfermería, médico y administrativo. No se da información en tiempo y forma, no se da atención humana, se incurre en actos de discriminación, se realizan procedimientos quirúrgicos sin el consentimiento, etcétera. Pero también existen las otras situaciones que son la mayoría, en las que el personal realiza sus labores de forma ética, enfrentándose a condiciones precarias, en las que aun realizando su mayor esfuerzo, ocurren muertes que podrían ser evitadas.
¿Quién es el causante de estas condiciones? El recorte al presupuesto destinado a salud pública, repercute en la falta de hospitales y la precariedad de estos además de los salarios de miseria y jornadas laborales extenuantes para el personal que labora en el sector salud. Estas condiciones influyen directamente en la atención que van a recibir las pacientes obstétricas y si bien es importante atender los casos de negligencia médica, su solución no va a corregir el problema estructural de fondo que afecta al 100% de pacientes en general.
El interés del régimen es privatizar los servicios públicos y ven en la salud un negocio, sin importar que miles de personas queden sin posibilidad de atenderse, con lo que seguramente en algunos años veremos que lejos de reducir las cifras de muertes maternas, éstas se incrementaran exponencialmente.
En América Latina y el Caribe mueren 23 mil pacientes obstétricas al año, México representa el 5%.
Defendamos poder decidir sobre nuestro cuerpo
El sistema patriarcal se ha apoderado de nuestras decisiones y la cultura machista normaliza el control sobre el cuerpo de las mujeres.
Últimamente vemos notas sobre feminicidios por parte de las parejas que decidieron no querer ser padres y con ello justifican el asesinato de sus parejas embarazadas. Algunos gobernantes usan discursos discriminatorios, en los que aluden a la pobreza como excusa para tener el control de la natalidad e implementan campañas en las que se esteriliza de manera forzada inmediatamente después del parto sin su consentimiento o bien las pacientes tienen que firmar la autorización si es que quieren ser atendidas. Así mismo implementan penas de adoctrinamiento para las que abortan en el interior del país, que en algunos casos rebasan los 25 años de cárcel.
La experiencia de un embarazo no debe de ser traumática para ninguna de nosotras y si decidimos vivirlo deberíamos de poder disfrutarlo, situación que se torna imposible en las condiciones que vivimos actualmente bajo el sistema capitalista.
#NiUnaMenos por violencia obstétrica
Desde la agrupación Pan y Rosas se ha lanzado la campaña #NiUnaMenos con la intención de levantar un gran movimiento a nivel nacional en el que todas las mujeres nos unamos a la lucha por la defensa de nuestros derechos, mediante la movilización en las calles y creando comités de género, en los que se pueda discutir la problemática de las mujeres y donde podamos organizarnos con independencia de clase, para poder decidir sobre nuestros cuerpos y no exista #NiUnaMenos.