El presidente francés llegó a Washington huyendo de los problemas domésticos que enfrenta su plan de reformas y buscando aparecer como un líder internacional. Todo indica que volverá con las manos vacías.
Martes 24 de abril de 2018 20:01
El presidente francés, Emmanuel Macron, llegó el lunes a Washington para convertirse en el primer líder homenajeado por Donald Trump con una visita de Estado, una ocasión que promete múltiples gestos de amistad pero que también está marcada por tensiones en torno al comercio y el acuerdo nuclear con Irán.
Macron busca con este viaje aparecer como un líder internacional de peso, para proyectar esa imagen hacia el interior de Francia en un momento en que enfrenta un fuerte movimiento de protesta contra sus políticas de ataque a las empresas públicas de ferrocarriles y energía, a los estudiantes y a los pensionados.
Sin embargo es difícil que pueda conseguir acuerdos de parte de Trump vayan más allá de los gestos de amistad entre ambos mandatarios y de la pomposa gala con la que el magnate neoyorquino y Melania Trump recibieron al mandatario francés.
Macron aterrizó en Estados Unidos a primera hora de la tarde del lunes, acompañado de su esposa Brigitte, y ambos pasearon por el centro de Washington antes de reunirse con Trump y Melania, para una cena de bienvenida.
"Este es un gran honor y una visita de Estado muy importante, dado el contexto actual", dijo Macron a los periodistas al llegar a la base aérea de Andrews, en las afueras de Washington.
Se trata de la primera vez que Trump saca la alfombra roja para recibir a un aliado extranjero desde que llegó al poder hace 15 meses: es el único presidente estadounidense en décadas que no acogió ninguna visita de Estado en su primer año en el poder.
Este dato podría terminar siendo, tristemente para Macron, el más relevante de una visita que hasta ahora estuvo marcada por gestos mutuos entre ambos presidentes y que tendrá su punto álgido en la lujosa cena de este martes, tras la reunión central entre Trump y Macron en la Casa Blanca y la conferencia de prensa conjunta.
El lujo y la pompa estuvieron atravesados, sin embargo, por las profundas diferencias que ambos mandatarios tienen en varios temas: el pacto nuclear con Irán, la presencia estadounidense en Siria, y la guerra comercial de EE.UU. con varios de sus socios europeos, entre otros.
En cuanto al pacto nuclear con Irán, Trump no solo viene amenazando con abandonarlo, sino que les dio un ultimátum a algunos de los países firmantes (entre los que se encuentran Francia, Alemania y Reino Unido) para que negocien con él un pacto paralelo que "corrija los defectos del arreglo original" antes del próximo 12 de mayo, si no quieren que EE.UU. se retire del mismo.
Pero Trump fue más allá y antes de reunirse con Macron declaró públicamente que el acuerdo con Irán es "terrible y ridículo". Ni más ni menos que una mojada de oreja al presidente francés en plena visita oficial y desacreditando por adelantado cualquier posición que no esté alineada con su ultimátum.
Para no dejar a Macron tan en ridículo, Trump aseguró que de todas maneras intentaran resolver sus diferencias sobre Irán, aunque no dio una señal clara sobre si cumplirá su amenaza de abandonar el acuerdo nuclear.
En la conferencia de prensa Macron buscó mostrar que se había discutido "un nuevo acuerdo que fortalecerá el pacto de 2015" de acuerdo a las líneas que quiere el republicano, como las que se refieren a la expansión iraní en Medio Oriente y su programa de misiles balísticos. Esto, sin embargo, solo ubica a Macron siguiendo los deseos de Trump pero no significa ningún acuerdo real, ya sea por la posición del resto de las potencias intervinientes, como por lo corto de los plazos en los que EE.UU. debe decidir si mantiene a su país en el acuerdo.
El otro tema que preocupa a Macron es la inminente caducidad -el 1 de mayo- de la exención que Trump concedió a la Unión Europea (UE) para librarla temporalmente de sus aranceles al acero y el aluminio.
"Espero que no implemente los aranceles y que decida imponer una exención (permanente) para la Unión Europea. No puedes librar una guerra comercial con tu aliado", defendió Macron en la entrevista.
El resultado de estas negociaciones es aún una incógnita y de hecho a la visita de Macron le seguirá unos días después la de la canciller alemana, Angela Merkel para discutir este, entre otros temas que han venido dejando la relación entre ambos países en el freezer: los aranceles a la importación de acero y aluminio es la última de una serie de peleas con Merkel que tiene como centro al enorme déficit comercial que EE.UU. tiene con Alemania, además de los cuestionamientos de Trump sobre los escasos aportes que este país, y otros de Europa, hacen a los organismos multilaterales.
El presidente francés tampoco pudo obtener de Trump un acuerdo duradero para que mantenga su presencia en Siria. Sobre esto solo logró un compromiso de que las tropas no se retirarían de inmediato, aunque para su disgusto Trump aclaro: "Queremos volver a casa. Volveremos a casa".
A tan solo una semana de la operación militar sobre Siria que Estados Unidos lanzó junto a Francia y Reino Unido, algunos analistas habían especulado con la posibilidad de que Macron se vuelva un puente en la relación entre EE.UU. y Europa frente al congelamiento de las relaciones con Alemania y la difícil situación de Theresa May en un Reino Unido atravesado por las negociaciones del brexit.
Sin embargo, y a pesar del perfil de hombre de Estado y de líder internacional que quiere proyectar Macron, la realidad del pragmatismo del "América First" de Trump le deja poco margen de maniobra para "hacer realidad sus sueños".
Como señala la publicación Foreign Affairs "en los días previos al viaje, los diplomáticos franceses fueron prudentes al rebajar las expectativas y lo calificaron como una mera ’celebración de la amistad’. Lo mejor que Macron puede esperar es que Trump permita la prolongación del actual statu quo imperfecto: continuar los esfuerzos conjuntos antiterroristas en Siria, la ausencia de decisión sobre el acuerdo nuclear de Irán y un acuerdo para discrepar educadamente en la mayoría de los demás asuntos".
Con pocas posibilidades de que haya mayores acuerdos sobre los asuntos iraníes, sirios y rusos en la agenda, a Macron le queda la oportunidad para escenificar el idilio entre los dos presidentes, y celebrar la agresión imperialista común a Siria que acaban de llevar a cabo. Sin embargo, cuando se acabe la fiesta y la pompa, Macron deberá volver a su país y lidiar con el movimiento de resistencia a sus ataques que, a pesar de la represión y el desgaste, aún se mantiene en pie.