Los días 17,18, 19 y 20 de junio se reunió en Buenos Aires el XIX Congreso del PTS. Más de 300 delegados, delegadas y miembros de la dirección nacional del partido, en representación de miles de militantes de todo el país, analizaron los principales desafíos de la izquierda revolucionaria. En este dossier de Ideas de Izquierda presentamos una serie de notas a nuestros lectores reflejando los principales debates.
El viernes 17 de junio se realizó la primera sesión del XIX Congreso del Partido de Trabajadores Socialistas que estuvo íntegramente dedicada al debate sobre la situación internacional.
La jornada comenzó con un informe a cargo de Claudia Cinatti, dirigente del PTS y de la Comisión Internacional del partido, que previamente había escrito el documento precongreso que fue publicado en el suplemento Ideas de Izquierda y luego aprobado por el Congreso.
En su informe Cinatti sintetizó algunas de las principales definiciones que venimos haciendo y las perspectivas que vemos en la situación internacional.
En primer lugar destacó que la guerra de Ucrania confirma la caracterización que venimos haciendo de que sobre todo de la de la crisis capitalista de 2008 entramos en un periodo en el que se han reactualizado las tendencias clásicas de la época imperialista de crisis, guerras y revoluciones.
Esto quiere decir que las contratendencias que permitieron las cuatro décadas de la globalización neoliberal muestran su agotamiento: de la crisis económica de 2008 el capitalismo salió con un crecimiento débil y arrastró esa situación durante una década. Luego tuvimos la crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus y ahora tenemos esta situación en la que las tendencias y la crisis de la acumulación del capital están empezando a dar el salto al terreno militar.
Pero nosotros no solo tomamos los aspectos económicos y geopolíticos, sino que siguiendo el método marxista de Lenin y Trotsky buscamos tener una visión de conjunto de la situación internacional en la relación que hay entre la economía, la geopolítica y la lucha de clases. Y este último es el elemento al que nosotros le prestamos más atención porque es el que en última instancia define el resultado de estas tendencias.
Geopolítica
En cuanto a la guerra en Ucrania, Cinatti desarrolló que por su carácter estratégico, ya produjo determinados indicios de que se está reconfigurando el mundo que salió de la guerra fría. En el próximo período vamos a ver una pelea por la hegemonía entre EEUU, que sigue siendo la principal potencia imperialista pero que viene de un proceso de decadencia y de pérdida de hegemonía, y China, que es la potencia emergente, aunque aún no está planteado en el sentido de un enfrentamiento directo.
El efecto inmediato de la guerra fue un fortalecimiento de la alianza occidental y de EEUU, y esto generó cambios muy importantes como por ejemplo el giro histórico de Alemania hacia una política abiertamente militarista, aumentar el presupuesto militar y enviar armas a Ucrania. También vimos el pedido de ingreso a la Otan de países históricamente neutrales como Suecia y Finlandia.
Del otro lado vimos un mayor acercamiento hacia una alianza más formal entre China y Rusia, que es menos firme que el apoyo que EEUU le da a Ucrania pero muy significativa.
Pero, el hecho que la guerra se haya prolongado más allá de lo esperado genera en primer lugar roces en esa unidad inicial de occidente ya que se empiezan a ver los intereses divergentes de distintas potencias. En el caso de Alemania, la guerra y las sanciones la obligaron a cambiar su política privilegiada con Rusia en temas energéticos, tal y como hace años pretendía EE. UU., pero todavía no puede reemplazar esa dependencia energética lo que le provoca crisis. Esto generó por ejemplo que Alemania junto con Francia e Italia presentaran una suerte de política alternativa al guerrerismo norteamericano, que era tratar de ir a una negociación con Rusia. Y aunque bajaron el tono de esta propuesta en los últimos días, este tipo de tensiones las vamos a ver frecuentemente porque lo que hay de fondo es si Europa se va a alinear completamente con EE. UU. en el marco de su crisis hegemónica.
En este sentido el problema que tiene Estados Unidos para aprovechar hasta el final esta posición en la que está, es su debilidad y su decadencia hegemónica como potencia imperialista pero a su vez la gran debilidad del gobierno de Biden. Algunos ya lo ven como un “pato rengo” porque es muy probable que por las consecuencias que ha tenido la guerra, con una inflación récord del 8,6% en mayo (comparado con el mismo mes de 2021), pierda las próximas elecciones de medio término. Esta situación de debilidad también se vio en la reciente Cumbre de las Américas, donde quedaron expuestas las dificultades para alinear a su histórico patio trasero, en una región donde EE. UU. tiene una competencia muy importante con China.
Economía
En segundo lugar está el impacto que tienen las sanciones y la propia guerra sobre la economía internacional. La guerra profundiza las tendencias de una economía que recién venía saliendo de la pandemia de manera desigual y con elementos inflacionarios. Las sanciones se convirtieron en un arma de doble filo que provocan una alta inflación en occidente y que amenaza con hambrunas y situaciones catastróficas en los países más pobres y que dependen de la importación de granos y energía. Por otro lado hay países exportadores de estos commodities, como es el caso de Argentina, que viven una situación paradójica: por un lado se benefician por la suba de los precios de las materias primas pero por otro lado las condiciones con las que los países centrales empieza responder a las presiones inflacionarias, como la suba de las tasas de interés y otras políticas recesivas, encarecen el crédito en una situación de alto endeudamiento.
Lucha de clases
Este escenario ya ha comenzado a dar respuestas clásicas de la lucha de clases a las presiones inflacionarias como huelgas por aumento salarial, hasta revueltas y estallidos sociales por hambrunas o por el aumento del combustible. El elemento novedoso con respecto a las revueltas de la etapa anterior es que son luchas del movimiento obrero organizado por reivindicaciones salariales, por condiciones de trabajo. Eso lo estamos viendo en Gran Bretaña o Estados Unidos, por ejemplo, justo los dos países que fueron núcleo de la ofensiva neoliberal.
Esto no es menor ya que los gobiernos y países imperialistas no tienen en la situación actual la posibilidad que tuvieron a fines de los años 1970 de lanzar esa ofensiva sobre el movimiento obrero. Por el contrario hoy el proceso de lucha de clases, en un escenario de medidas recesivas, se da en el marco de una experiencia de los trabajadores con esas políticas neoliberales de las últimas décadas que los han llevado a una profunda desigualdad.
Por otra parte, si bien es cierto que hoy los sindicatos están más debilitados que en los años 70, la tendencia que estamos empezando a ver es a fenómenos de reorganización. Mientras hacemos este Congreso por ejemplo en Estados Unidos se está realizando una conferencia de una organización llamada Labor Notes que es objetivamente una reorganización de la vanguardia obrera de izquierda, y de la que también están participando nuestras compañeras y compañeros de Left Voice. Allí se encuentra el nuevo sindicato de Amazon, los sindicatos de Starbucks, la nueva dirección de los Teamsters (camioneros), las asistentes de vuelo, entre otros. Y no se trata de cualquier sector, entre Amazon y Teamsters estamos hablando de un sector estratégico de la economía, como es la logística.
Nosotros ya vimos una oleada de huelgas el año pasado en EE. UU. que tiene que ver con un cambio profundo en la conciencia, en la percepción de la clase trabajadora, que contradictoriamente surgió también de la pandemia y que no se limita a sectores de vanguardia. Hay una tendencia a la sindicalización que es inédita, pero también hay una presión muy fuerte de parte del Partido Demócrata (desde Biden hasta Sanders) por cooptar a estos nuevos sectores de vanguardia.
En el Reino Unido, que fue el otro núcleo de la ofensiva neoliberal de Reagan y Thatcher, donde se destruyeron los sindicatos y se llevó adelante un avance brutal sobre la clase trabajadora, hoy también estamos viendo un resurgimiento de luchas de sectores del movimiento obrero organizado donde ya todo el mundo habla de un “verano del descontento”, haciendo una analogía con la oleada de huelgas y luchas que en los años 70 se llamó el “invierno del descontento”. La huelga del transporte, [que empezó el martes 21, NdR], es la más importante de las últimas décadas, con 50 mil trabajadores, entre ferroviarios y del subterráneo, participando de la misma.
También estamos viendo luchas salariales en Alemania, Italia y Francia, que se suman a procesos de revueltas que ya vimos en otros lugares como la de Sri Lanka o la de Myanmar, que incluyeron a organizaciones de la clase obrera en huelga y en las calles.
Por otra parte está América Latina que viene de una oleada de revueltas de distinta intensidad y donde hoy se están recreando las condiciones para nuevos procesos, como se ve en Ecuador.
Cinatti cerró su informe señalando que todo esto nos tiene que servir para pensar no solo nuestra ubicación como PTS sino en la construcción de nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional (FT-CI). Porque esta situación, por ejemplo, no puede estar desligada del avance de nuestros compañeros y compañeras de Révolution Permanente en Francia. En América Latina, donde estamos viendo esta suerte de “segunda ola” débil de gobiernos de centroizquierda, también tenemos que prestar atención a países como Chile con gobiernos con poca o nula luna de miel lo que deja un flanco izquierdo muy importante y puede hacer que nuestras compañeras y compañeros del PTR intervengan para acelerar la experiencia del movimiento de masas con esos gobiernos.
El debate
Tras el informe inicial se abrió un rico debate en el que intervinieron decenas de delegados y delegadas.
Entre otros temas se debatió en qué medida nos encontramos en una suerte de tercera ola de la lucha de clases desde la crisis de 2008 (que incluyó desde la Primavera Árabe hasta los chalecos amarillos). También se consideró la debilidad de la nueva oleada de gobiernos centroizquierdistas en la región y las posibilidades que tenemos para intervenir como corriente internacional con una política revolucionaria.
Otro de los delegados planteó la hipótesis de que determinados movimientos sociales puedan influenciar a sectores de la clase obrera, como hoy se ve en Estados Unidos en el caso del impacto que tuvo el fenómeno Black Lives Matter sobre muchos de los fenómenos de sindicalización de la llamada nueva generación U, en particular en Amazon, como ejemplo más importante. Es decir considerar la interconexión de los sectores más explotados y oprimidos, que son parte de diversos movimientos sociales y que también son los sectores más precarizados dentro de la misma clase obrera.
Finalmente en esta primera sesión del Congreso se desarrolló el debate abierto por los compañeros Joaco y Agustín con un documento interno, sobre el carácter de Rusia y de la guerra en Ucrania, partiendo del acuerdo con nuestro posicionamiento programático ante la guerra contra la reaccionaria invasión rusa y contra la injerencia de la OTAN.
Los compañeros plantearon que no se podía constreñir el concepto de imperialismo de Lenin solamente al desarrollo de la base material de un determinado país. Así, sostuvieron que, como contracara del desarrollo material, el imperialismo presenta una tendencia a la violencia y la reacción en los países extranjeros. Por otra parte, en base al desarrollo desigual y combinado, precisaron que Rusia no presenta una estructura económica homogénea sino que hay un sector económico que posee una alta concentración del capital con elementos monopólicos y oligopólicos; y fusionados con el capital bancario. En este sector se encuentra la denominada “oligarquía rusa” de estrechos lazos con Putin durante todo su gobierno. Los compañeros propusieron, en carácter de hipótesis, considerar a Rusia como un “imperialismo débil” y a la guerra como una guerra imperialista ya que el objetivo de Rusia sería salvaguardar un área de influencia que considera propia. Sin embargo, como el bando ucraniano en esta guerra se encuentra dirigido política y militarmente por la OTAN, no hay bando progresivo al cual apoyar. Por ello, es correcta la posición de la FT-CI que se opone tanto a la invasión rusa como a la injerencia de la OTAN y levanta la autodeterminación de Ucrania, Donetsk y Lugansk.
En este debate, que recorrió buena parte de la discusión, hubo un rico intercambio sobre el carácter de Rusia en la situación actual, las categorías y herramientas metodológicas para definir las características del imperialismo hoy (ver en este número de IdZ, Emilio Albamonte, “La guerra en Ucrania y el método de análisis de la situación mundial”). El Congreso resolvió seguir desarrollando estas discusiones y elaboraciones por diversas vías tanto a nivel nacional como en propuesta a la Fracción Trotskista.
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