La presencia del virus del zika en América Latina pone sobre la mesa la salud pública y la salud de las mujeres. Porque el virus zika se relaciona con casos de microcefalia en bebés nacidos de mujeres infectadas con este virus.
Jueves 11 de febrero de 2016
El zika es un virus transmitido por mosquitos, descubierto en 1942. Actualmente es el principal sospechoso de la multiplicación de malformaciones congénitas en América Latina, por lo que declaró la Organización Mundial de la Salud (OMS) una emergencia sanitaria mundial.
Sin embargo, la aparente relación entre el zika y la microcefalia aún no está comprobada. Especialistas de la OMS han declarado que las pruebas recabadas son circunstanciales, además de que la información sobre cómo prevenir, atender y detectar es escasa e inexacta. Dice Suzanne Serruya, directora de la rama de salud de la mujer y reproductiva en la Organización Panamericana de la Salud, la prueba de diagnóstico actual para zika es relativamente nueva y engorrosa: demora una semana para determinar a través de una prueba de sangre si alguien lo ha contraído. No todas las clínicas están equipadas para hacerla, y alrededor de un tercio de la población no tiene acceso a una clínica.
Para las mujeres embarazadas diagnosticadas con zika, el tenso periodo de espera es mucho mayor. Tienen que esperar hasta la 24º semana del embarazo, cuando es finalmente seguro tomar el fluido amniótico requerido para descubrir si el feto creciente también está infectado.
Zika, enfermedad para los pobres
En entrevista, Serruya mencionó que todo esto se añade a un mensaje claro: evitar los embarazos no deseados –y las picaduras de mosquito– debería ser el enfoque. “Es un derecho de la mujer decidir cuándo tener un bebé”, explica. Decirles a las mujeres que no se embaracen es una forma de discriminación socioeconómica, asegura, ya que las mujeres en pobreza tienen menos capacidad de comprar los suministros necesarios como mosquiteros y aerosoles para protegerse de los mosquitos.
Las mujeres con mejor posición económica por supuesto que tienen la capacidad de conseguir el tipo de protección que necesitan tanto para los mosquitos como para el embarazo, dejando a las mujeres pobres rezagadas de prevenir el virus y tomar un tratamiento. “En vez de emitir directrices contra el embarazo en esencia inútiles, los países deberían fortalecer sus recursos en planificación familiar, para que las mujeres puedan tener el control sobre cuándo tener un hijo”.
El médico particular Sergio Salas González refirió que los síntomas de la enfermedad son ojos rojos (conjuntivitis), sarpullido en cuerpo y rostro, temperatura mayor a 37°, dolor articular, a veces acompañado de diarrea y vómito.
Un tratamiento particular puede costar entre 600 y 800 pesos, depende de los síntomas; en ocasiones se le tiene que recomendar un antiviral más un antibiótico, antinflamatorios, gotas para ojos, y se utilizan medicamentos genéricos para evitar mayor daño a la economía familiar, dijo.
Considerando que en México el salario mínimo es de 70.10 pesos al día y los precios de la canasta básico van en ascenso aunado que hay millones de personas sin acceso al sistema de salud pública, muchos no podrán costear el tratamiento, por lo que un trabajador promedio debido a los bajos salarios no podrá costear el tratamiento
Pide ONU no embazarse en dos años por zika
Tanto la ONU, como algunos gobiernos como Salvador, Perú y Ecuador han recomendado a las mujeres que eviten embarazarse durante los próximos seis meses a dos años para prevenir la microcefalia.
Esto genera un debate de salud pública sobre el acceso al aborto, a métodos anticonceptivos y la educación sexual. Este debate ha evidenciado la falta de reconocimiento y garantía los derechos reproductivos de las mujeres en América Latina y El Caribe, pues la mitad de los embarazos de las mujeres no son planeados. El acceso a los anticonceptivos sigue siendo reducido para las adolescentes y las mujeres en situación de pobreza; las políticas de acceso al aborto son las más restrictivas en el mundo, como explicamos acá.
El 97% de las mujeres en América Latina y el Caribe que se encuentran en edad reproductiva viven en lugares en donde las leyes sobre el aborto son altamente restrictivas. En El Salvador, Nicaragua, Honduras, Chile, República Dominicana, Haití y Surinam el aborto está penalizado bajo cualquier condición. Sin embargo, de acuerdo con el Guttmatcher Institute, en América Latina y El Caribe se realizan 4.4 millones de abortos al año y 95% de éstos se realizan en condiciones inseguras.
Esta situación pone una vez más, al descubierto la precariedad del sistema de salud, y su relación de género y clase. El llamado a las mujeres a evitar quedar embarazadas es una recomendación importante, pero no es una solución efectiva al problema.
Las mujeres necesitan el acceso a la atención integral de la salud reproductiva, donde se garantice el derecho al aborto de manera legal, segura y gratuita, acompañada de educación sexual que dé herramientas para decidir libremente cuándo quedar embarazadas y llevar adelante su embarazo y cuándo no.