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Red Internacional
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ANTE FEMINICIDIOS. Jalisco: que la rabia e indignación se conviertan en organización

La indignación y la rabia no se hizo esperar en Guadalajara, tras el asesinato de Lesvy Berlín Osorio ocurrido al interior de las instalaciones de la UNAM el pasado 2 de mayo, mujeres de esta ciudad también salieron a decir ¡ya basta de feminicidios!

Martes 9 de mayo de 2017

El asesinato de Lesby Berlín no es un hecho aislado, tan solo en el estado de Jalisco, los feminicidios se han triplicado en los últimos seis años, mientras que las desapariciones registradas en los últimos años de mujeres y niñas también va en aumento, alcanzando su máximo nivel en el año 2015 con un total de 1 161 casos registrados.

La respuesta del gobierno jalisciense ante el innegable recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres, fue la implementación de la Alerta de Violencia contra Mujeres en febrero de 2016.

Pero a pesar de la implementación de la Alerta, siguen siendo asesinadas y desaparecidas decenas de mujeres, trabajadoras y estudiantes.

En noviembre del año pasado el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) declaraba que la alerta de violencia contra las mujeres en el estado de Jalisco había fracasado, debido a que el estado se negó a rendir cuentas y un informe sobre los recursos destinados.

¿Cómo podemos confiar en estas instituciones?

La implementación de la Alerta de Violencia de Género -una medida impulsada por el feminismo institucional- no sólo no frenó la violencia contra las mujeres, sino que fortalece la militarización, lo que lleva a profundizar este fenómeno reaccionario.
La movilización realizada el pasado viernes dentro del campus de ciudad universitaria en la ciudad de México llevaba entre sus consignas: "No es un hecho aislado, los feminicidios son crímenes de Estado", "No fue la hora ni cómo iba vestida, fue el Estado que es feminicida".

Esto no podía ser menos cierto tras las declaraciones de las autoridades que intentaron justificar el feminicidio argumentando, por ejemplo, el ir solas, consumir drogas o alcohol, andar de noche, llevar falda. Otros incluyeron en sus publicaciones los crímenes pasionales, el "en algo andaba" o la inseguridad.

Algunas compañeras en su justa y legítima indignación podrían plantear que, para enfrentar la violencia de género en los centros universitarios, pasa por mejorar la seguridad, contar con cámaras y sistema de vigilancia, implementar torniquetes o credencialización.

Pero esto no sólo no frenará el acoso y la violencia, sino que podría ser usado por las autoridades para reprimir y censurar la libertad de asociación y organización política de las mujeres y la comunidad universitaria en general.

En marzo de este año la Universidad de Guadalajara anunció la preparación de un protocolo contra la violencia de género para la universidad, que irónicamente comenzaría estudiando otros como el implementado en la UNAM.
Pero queda evidenciado que el protocolo resulta limitado para un problema estructural que no es aislado y que se refleja dentro de las universidades.

Por ello es urgente que nos organicemos en las universidades y centros de trabajo, impulsar amplias asambleas para discutir medidas que enfrenten este sistema que crea las bases materiales para la violencia contra las mujeres.

Lo que necesitamos como estudiantes es generar espacios de organización independientes de las autoridades, que de muchas formas se han mostrado ineficientes para encarar la violencia contra nosotras. Necesitamos generar nuestros propios espacios de discusión, que peleen por tener incidencia en las decisiones que se aplican en la universidad.