Mundo Obrero. 24 de Marzo: la precarización, pesada herencia del golpe militar

Este 24 de marzo se cumplen cuarenta y cinco años del golpe de Estado cívico-militar y la conformación del último gobierno de facto, cuyo principal objetivo fue el de atacar a las y los trabajadores organizados para encarar una transformación ferozmente regresiva de las condiciones de vida del pueblo trabajador en beneficio de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros.

Lo que nunca cambio

La herencia que dejaron fue un nivel de flexibilización y precarización laboral nunca antes visto. Herencia que los sucesivos gobiernos, tanto radicales como peronistas en el mejor de los casos nunca pusieron en cuestión cuando no fueron sus continuadores. En pleno gobierno de Carlos Menen, en 1994 se implementó dentro del régimen de contribuyentes las categorías de monotributistas. Hoy ya se cuentan 1.640.000 personas que tributamos al Estado bajo esta modalidad. Dentro de este grupo están los falsos cuentapropistas que trabajan en una relación de dependencia encubierta, de esta manera se invisibiliza relaciones laborales fraudulentas.

A un año del comienzo de la pandemia la precarización e invisibilización no hizo más que aumentar con la crisis sanitaria y el impacto en la economía. En las categorías más bajas las situaciones de vulneración de derechos se multiplican, sin el pago de las vacaciones ni aguinaldos, sin seguros de vida o ART. y sin la posibilidad de tener una representación sindical.

Por otra parte, lo que antiguamente eran tareas de trabajadores de planta hoy se tercerizan aumentando la fragmentación. Son cotidianos los comentarios de las trabajadoras y los trabajadores sobre situaciones de endeudamiento debido a lo poco que queda de los montos de facturación. Los salarios son tan precarios que no alcanza para sostener un contador o un gestor que lleve las cuentas al día y así se eviten retrasos en los pagos ,y por consiguiente las multas que nos complican la
vida. El cumplimiento de los pagos a las agencias de recaudación, las declaraciones juradas y un montón de trámites y documentos tributarios representan complicaciones y conllevan a errores que terminan impactando en nuestros bolsillos, dejándonos un ingreso que no llega a cubrir ni la mitad de lo que oficialmente vale una canasta básica. Lo que antes eran las cargas patronales hoy las pagan quienes trabajan.

Desde las apps hasta los profesionales: todos precarizados.

Somos trabajadores que brindamos un servicio a la comunidad, desarrollamos tareas en salud y en educación (talleristas, auxiliares, maestras integradoras, acompañantes terapéuticos), así como también trabajando en empresas fantasmas gestionadas a través de apps (Rapi, O’Globo ,Uber, etc). Siendo en los primeros casos una fuerza de trabajo fuertemente feminizada y que cargamos también con las tareas del hogar y en el segundo una gran mayoría de jóvenes que no logran insertarse en trabajos formales cada vez más escasos.

Es uno de los fraudes laborales más grandes en la historia de la clase trabajadora y un ataque en regla a nuestras conquistas. El Estado además de garantizar este fraude es uno de los principales precarizadores utilizando este mecanismo para tercerizar tareas que antes pertenecían a una relación laboral de dependencia formal.

El gobierno del Frente de Todos presentó un Proyecto de reforma del monotributo y ya obtuvo el dictamen en la cámara de diputados con 48 votos (de los bloques del Frente de Todos, Interbloque Federal e Interbloque Unidad para el Desarrollo y Juntos por el Cambio) para debatir modificaciones en el régimen pero que en nada contempla la situación de los pequeños monotributistas, el proyecto que presenta el gobierno, a través del ejecutivo, beneficia a aquellos que exceden la facturación más alta del régimen, que obtendrán beneficios fiscales y no a los más afectados por la crisis.

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La herencia del nefasto gobierno cívico-militar, que utilizó las fuerzas represivas para
imponer un orden decadente en beneficio del gran capital, nos dejó una deuda pública sideral y fraudulenta, la precarización y flexibilidad laboral, herencia que ningún gobierno hasta la fecha modificó a favor de las y los trabajadores. Tan incuestionable es esa herencia para el régimen bipartidista que la mayoría de sus perpetradores militares empresariales y eclesiásticos siguen impunes o murieron sin juicio y castigo y otros tantos cumplen condenas cómodamente en sus casas.

Por eso es importante salir este miércoles a las calles, contra la impunidad de ayer y de hoy.
Para levantar las banderas que nos legaron aquellas generaciones que en unidad de
trabajadores y estudiantes se la jugaron en el Cordobazo, el Rosariazo. Mostraron el
camino de la organización, pensando en un mundo más justo para las futuras generaciones.

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