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Red Internacional
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LA CAMPAÑA EN PRIMERA PERSONA. A mí me “ganó” la izquierda

El domingo hay que votar diputados y diputadas que estén al servicio de los trabajadores, las mujeres y la juventud.

Martes 17 de octubre de 2017 18:31

Conocí a la izquierda en el 2014, cuando despidieron a mi marido de la metalúrgica en la que trabajó durante más de 10 años, junto a él otros 17 compañeros más quedaron en la calle. Los trabajadores estaban en la puerta de la fábrica, sin saber bien qué hacer, esperando a ver qué les decían desde la UOM, pare ver cuáles eran los pasos a seguir. En eso estábamos, porque un trabajador despedido afecta a toda una familia, cuando se acercaron algunos referentes del Frente de Izquierda a darnos su solidaridad: “Estamos para lo que necesiten”, le dijeron a los despedidos.

La mayoría los miró con desconfianza, en la fábrica los delegados de la burocracia siempre te decían “ojo con los zurdos que cierran fábricas” o “donde están los zurdos siempre despiden gente”. Pero ahí había habido despidos, y no estaba la izquierda, estaba el gremio.

Así pasaron las horas y el sindicato no aparecía, pero la izquierda estaba inamovible, en cada asamblea, en cada corte. Nos aconsejaron formar una Comisión de Mujeres para apoyar a nuestros compañeros despedidos, con ellos hicimos un fondo de lucha, desde la banca nos aportaron plata para poder continuar la pelea y pusieron sus abogados a disposición de los laburantes.

Más allá de que algunos trabajadores arreglaron la indemnización, esa lucha terminó con más de la mitad de los despedidos reincorporados y un gran festejo en la puerta de la fábrica.

Así conocí a la izquierda.

Esas elecciones los voté y comencé a seguirlos en los medios, cuando hablaba algún o alguna referente del FIT dejaba de hacer zapping y escuchaba las propuestas.

Soy docente y desde la época del kirchnerismo cada paritaria era un desafío para que nuestro salario no quedara por debajo de la inflación. Los gremios k estaban siempre en la disyuntiva entre no quedar mal con los docentes por no haber peleado lo suficiente, o aceptar la primera oferta del gobierno de turno.

Recuerdo una asamblea adonde una colega que todos sabíamos que era militante de izquierda propuso sumarnos a las medida de fuerza y un delegado de la burocracia la chicaneó. No sé cómo decirlo, me empezó como a hervir todo el cuerpo y me salió el gritó desde la boca del estómago: “¡Vos qué hablás si nunca diste una sola pelea!”.

Me miró toda la asamblea como diciendo: “¿A ésta qué le pasa?”, pero luego del asombro comenzaron los aplausos. Sentí una sensación de fuerza por dentro y una voz que me decía: tenés que empezar a hacer algo con esto.

Ese año fui al Encuentro Nacional de Mujeres con Pan y Rosas. No podía creer ver a miles de mujeres organizadas luchando por nuestros derechos. ¡Y a nuestros compañeros apoyando!

Mi compañero se quedó con nuestra hija aquel fin de semana que me fui a Rosario y volví siendo otra.

Ni bien llegué, me acerqué a la agrupación docente y comencé a organizarme junto a otras y otros docentes de mi escuela y de muchas otras.

Marché con la izquierda para el 24 de marzo, marché contra el 2x1, por Santiago Maldonado y en solidaridad con las luchas de quienes sufren el ajuste del gobierno.

En la escuela me empezaron a decir “A vos te ganó la izquierda” y yo orgullosa les contesto que sí.

Porque están siempre del lado de los trabajadores y las trabajadoras.

Porque están a la cabeza de la lucha de las mujeres, la juventud y todos los sectores oprimidos.

Por coherencia, porque sus legisladores cobran como yo, como una docente. Porque tienen candidatos obreros y porque no enfrentan el ajuste solo con palabras durante la campaña electoral y en spots televisivos, sino en las calles, en el Congreso y en cada lugar de trabajo.

Por eso levanto orgullosa la frente y les respondo “Sí, a mí me ganó la izquierda”.

Por eso este domingo yo voto al Frente de Izquierda, porque, o le damos una banca más a los ajustadores del pueblo, o ganamos una banca para enfrentarlos. Una banca al servicio de los trabajadores, las mujeres y la juventud.

¡Porque nuestras vidas valen más que sus ganancias!