Aumentan los ataques racistas, concretamente contra menores no acompañados residentes en centros de atención. El auge de la extrema derecha tiene mucho que ver con ello, pero ¿son los únicos responsables?
Marc Ferrer Barcelona
Jueves 14 de marzo de 2019
Estas últimas semanas han sucedido varios ataques racistas y xenófobos contra la población inmigrante, particularmente menores no acompañados residentes en diversos centros catalanes. El ataque más grave fue el del albergue Cal Ganxo donde varios menores y educadores fueron agredidos por un grupo de 25 encapuchados con consignas racistas.
Esto pasa en #Catalunya exactamente en #Castelldefels!
Los y las jóvenes inmigrantes lloran mientras explican lo sucedido y los racistas les insultan impunemente! Vergüenza y asco!
Qué hacen los #mossos y la #policía? Basta ya de #xenofòbia y #racismo pic.twitter.com/fJ9OauWQe0— Manel Márquez (@manelmarquez) 12 de marzo de 2019
Este suceso se añadía al de Can Xatrac, otro centro situado en Canet de Mar (Barcelona) que también había sido atacado días antes. En esta ocasión unas 40 personas protestaron frente al Ayuntamiento de la localidad por la inseguridad que achacan a los menores migrantes. Además se dedicaron a abuchear a educadores y proferir insultos racistas a todo aquel que pareciera de origen magrebí. Cinco días después un hombre armado con un machete entraba en el centro de menores.
Assenyalem els poders públics, empreses mediàtiques i partits polítics q contribueixen, amb els mecanismes al seu abast, a #criminalitzar la #InfànciaMigrant, avantposant #ControlMigratori als #DretsdelaInfància. Quanta violència han de suportar pq posem els seus drets al centre? pic.twitter.com/WnFBeQSrzX
— SOS Racisme CAT (@SOSRacis) 7 de marzo de 2019
Todos estos ataques están motivados por el odio y el racismo, agravados por el contexto político de ascenso de VOX y la derecha que parece dar alas a este tipo de ataques. Pero sería parcial culpar solamente a la extrema derecha de estos hechos.
No se pueden separar de la pésima situación en que se encuentran los servicios sociales y, en particular, los centros de atención a la infancia migrada. Un servicio totalmente precarizado, externalizado y abarrotado. Las diferentes administraciones hablan de que se encuentran sobrepasadas... pero la realidad es que estamos hablando de todo un Estado imperialista que solo recibe la llegada de 3.000 menores extranjeros en un año. El problema es que el racismo es en primer lugar institucional, el trato que reciben estos jóvenes es el primer eslabón de una cadena que acaba con ataques como los que hemos visto estos días.
Estas políticas crean el caldo de cultivo perfecto para que los centros de menores sean auténticos centros de contención, con innumerables riesgos, incluidos los propios residentes que vive en ellos y los profesionales que trabajan. Son concebidos por las administraciones públicas como meros aparcaderos de menores inmigrantes con múltiples y diversos perfiles de riesgo como casos de salud mental, consumo de drogas o trata. Todo con el mínimo presupuesto que hace que cualquier labor educativa sea bajo mínimos. Pero poco les importa a las autoridades, que a los 18 años les “dan la patada” y los dejan literalmente en la calle y sin papeles.
La DGAIA y la Generalitat sueltan lágrimas de cocodrilo, lamentando los ataques racistas a los menores a sabiendas de la pésima situación de los servicios y de que sus recortes son los que conducen a esta situación.
La CGT-Sector Social habla acertadamente de como estos jóvenes son doblemente victimizados “por ser migrantes y por exponerlos a la extrema derecha, que campa con impunidad". Se podría decir metafóricamente que la Generalitat lleva años tirando leña en la hoguera y que la extrema derecha ha tenido que encender solo la cerilla para tener obtener esta situación.
Hasta el momento ni la Generalitat ni DGAIA parecen dispuestas a que esto cambie. Ante la llegada significativa de más menores mantienen la misma línea. Son los mismos que haciendo gala de una hipocresía sin límites asistían en 2017 al Palau Sant Jordi, bajo el lema “Welcome Refugies”, al concierto de “Casa nostra es casa vostra”. Parece que estos menores nunca van a encontrar “casa nostra”. Ellos dejaron su casa y parte de su vida para encontrar una propia y un futuro que es recibido con racismo de ración doble.