Violaciones, acoso sexual, insultos, amenazas, golpizas, secuestros, robos y extorsiones son parte de la violencia sistemática y estructural que padecen las mujeres migrantes sin que los gobiernos la frenen. Sólo la solidaridad de clase puede enfrentar las políticas xenófobas y racistas contra las migrantes.
Jueves 10 de febrero de 2022
Hay un vacío innegable de información sobre los abusos que padecen las y los migrantes, pues muchas veces prefieren no denunciar para evitar estar en el ojo de las autoridades y ser perseguidas e, incluso, deportadas. Sin embargo, un informe del Instituto Nacional de Salud Pública de la UNAM y la UACM, realizado a 12 mil migrantes de 2005 a 2015, afirma que es nueve veces más frecuente el abuso sexual en contra de las mujeres, niñas y adolescentes que contra los hombres heterosexuales, mientras que para las mujeres transgénero es doce veces mayor.
Actualmente, casi la mitad de la población migrante del mundo son mujeres –según datos de la ONU y el Banco Mundial (BM)–, y va en aumento. Pero los gobiernos subordinados a los imperialismos, no sólo no garantizan las condiciones indispensables para una migración libre y segura con plenos derechos económicos, sociales y culturales, sino que profundizan la opresión en contra de los pueblos trabajadores con más políticas antimigratorias, criminalización, con más militarización en las fronteras para su contención, persecución, detención y expulsión de los países de tránsito, con discursos de odio.
Cabe señalar que las niñas, adolescentes, mujeres y comunidad LGBTIQ+ migrantes son quienes sufren más violencia: por ser mujeres, por ser de la divergencia sexogenérica, por xenofobia, por racismo, por ser afrodescendientes, por su maternidad, por su estatus irregular, entre otros factores que hacen a su condición de clase.
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Migración en América Latina
De por sí, las mujeres y personas LGBTIQ+ crecemos con el miedo latente de que nos desaparezcan, de salir de casa y no regresar nunca más por el alto índice de feminicidios y crímenes de odio en todo el continente. Esto legitima la idea de que debemos conformarnos con la realidad que nos tocó vivir; pero la exacerbada violencia provocada por la pandemia demostró que ni encerradas en nuestra casa estamos a salvo.
Tan sólo en México hubo 259 mil 412 denuncias por violencia familiar en 2021, de enero a noviembre sumó 3 mil 462 feminicidios con un promedio de 10 mujeres diariamente, hubo un alza del 28 % de delitos contra la libertad y seguridad sexual, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Guatemala registró 42 mil 77 casos de delitos contra las mujeres y la niñez, según datos de la organización Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), de los cuales 3 mil 974 fueron denuncias por violencia sexual, la mayoría dentro de los hogares.
Honduras, por su parte, registró 262 mil denuncias de marzo de 2020 al 14 de agosto de 2021; incrementando 8 % respecto del mismo periodo anterior.
Atención aparte merece la migración venezolana con 5.9 millones refugiados y migrantes en el mundo, de los cuales 4.8 millones se encuentran en países de América; en diciembre, se registró un feminicidio cada 19 horas. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sobre el desplazamiento forzado desde Venezuela hacia Chile, el 70 % de las personas viajan con niños y niñas, pero ante las políticas de persecución, detención y expulsión, no logran llegar a su destino, que son los EE. UU. para conseguir un trabajo digno, pero además, durante su tránsito tampoco cuentan con los recursos indispensables para la simple supervivencia, como comida y albergue ni, mucho menos, con derechos sexuales y reproductivos.
Las cifras en Puerto Rico registraron 7 mil 876 incidentes de violencia doméstica contra mujeres, cerró 2021 con 53 feminicidios, según el informe preliminar de la Policía de Puerto Rico. En Valparaíso, Chile, ingresaron 14 mil 565 denuncias por violencia intrafamiliar, de los cuales 43 % corresponden a lesiones, 32 % fueron amenazas y 7.74 % las tipificaron como “maltrato habitual”.
No es casual que, ante la intensificación generalizada de la violencia contra niñas, adolescentes y mujeres en pandemia, cada vez más aisladas, con preocupaciones económicas, sanitarias y de seguridad, con restricciones de movimiento y sin acceso a refugios ni a la seguridad social, sean las que más migran en la actualidad para cambiar su realidad, su vida y la de sus hijos y familiares.
Gobiernos de Latinoamérica alineados con las políticas antimigratorias de EE.UU.
Esta violencia se profundiza cuando las autoridades les niegan un estatus migratorio regular y asilo político en los países por donde transitan y de llegada, pues contribuye en que no tengan acceso a derechos sociales, económicos ni culturales, como decidir de forma libre, autónoma e informada sobre su cuerpo y sexualidad, al trabajo digno o a la simple no discriminación.
Ante la brutal represión presente en las fronteras con más militares y cuerpos policíacos o su cierre por pandemia, se buscan rutas alternativas donde haya menos cuerpos represivos del Estado, dejándolas expuestas al crimen organizado. A todo eso, hay que agregar las extorsiones con pagos sexuales, robos y violaciones sistemáticas ejercidas por los mismos elementos policiales, militares y de migración, que cada vez acumulan más denuncias.
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¡Fronteras abiertas y derechos plenos para todas las mujeres que migran!
Para que nuestras hermanas migrantes viajen en condiciones realmente libres y seguras, es necesaria la unidad de las organizaciones sindicales, obreras, políticas, feministas, la comunidad LGBTIQ+ y de derechos humanos en toda Latinoamérica, que retomen la bandera internacionalista de lucha por plenos derechos para las y los migrantes, por el cese de las persecuciones, detenciones y expulsiones. Exijamos pleno acceso a derechos económicos, sociales y culturales para todxs, cortando de tajo con las políticas antimigratorias que sirven sólo para asegurar que no lleguen a Estados Unidos, pues es el imperialismo el principal responsable de la pobreza y la violencia en los países más pobres de América.
¡Porque ningún ser humano es ilegal!
¡Fronteras abiertas y paso libre para nuestras hermanas migrantes, libres de violencia y tránsito seguro!
Diana Palacios
Profesora egresada de la Normal Superior, colaboradora en IdZMx