Casi diez años después de su última temporada, se estrenó “Reino, poder y gloria”, el regreso de Birgitte Nyborg. Columna de Cultura en El Círculo Rojo, el programa de La Izquierda Diario en Radio Con Vos FM 89.9.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 10 de junio de 2022 01:31
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· La nueva temporada podría haber caído en muchos clichés pero no lo hizo, al menos no en lo importante. A simple vista, podría pasar como una postal de la representación (mujeres, daneses no blancos y toda una galería de gestos políticamente correctos) pero nada de eso es lo importante.
· Borgen (castillo en danés) es el nombre del edificio donde están los tres poderes de Dinamarca: ejecutivo, parlamentario y la corte. Cuenta la historia de la primera mujer que llega a primera ministra en Dinamarca, modelo de los países nórdicos (altos ingresos y baja desigualdad).
· Lo más interesante que cuenta Borgen es cómo funciona la política del palacio: cómo se negocia y se acuerda, quiénes presionan y quiénes son presionados, el rol de los medios de comunicación (sin caer excesivamente en lugares comunes, en Borgen “el cuarto poder” tiene que ver con las y los periodistas pero también pero también y sobre todo, con los intereses que están en juego).
Nuevo gobierno y nuevos debates
· Birgitte es hoy la ministra de Asuntos Exteriores, después de dejar el despacho de primera ministra. Hoy ese puesto es de Signe Kragh (imagen de “las mujeres en el poder”, heredera de la hazaña de Birgitte en las temporadas anteriores).
· La nueva temporada aborda temas muy actuales:
· La tensión entre desarrollo económico y ambiente. Cuando descubren la posibilidad de extraer petróleo en Groenlandia, un territorio dependiente de Dinamarca, chocan los planetas. El gobierno danés presume una política “verde” y crítica del uso de combustibles fósiles (aunque como explica un funcionario, “en la calefacción de nuestras casas, la industria y los autos siguen funcionando con nafta”). Uno de los dilemas que enfrenta Nyborg ni bien empieza el primer episodio es ¿qué hacer?
· Un bonus track de esta discusión son los debates con los movimientos ambientales, con activistas convencidos como el hijo de la propia Birgitte, Magnus. Se enfrentan en varios episodios, a veces de forma altanera pero siempre abordando temas que están hoy en discusión. Están presentes las demandas y las expectativas de la nueva generación, disconforme (y con razón) con las “respuestas” de los gobiernos y las empresas. El diálogo es complejo pero atraviesa toda la serie.
· Qué significa explotar el petróleo para Groenlandia: independencia económica y política. El debate no tiene desperdicio y, aunque no lo sepan los guionistas, se hacen eco de discusiones actuales en Argentina: ¿el extractivismo es la única forma de desarrollo económico? Y otro tremendamente actual: ¿es posible un desarrollo independiente en el mapa geopolítico actual marcado por potencias como Estados Unidos, Rusia o China y las grandes petroleras?
· Varios le adjudicaron a Borgen el poder de la anticipación: recién un año después de la primera temporada (2010), una mujer llegó al Borgen real de Dinamarca. Helle Thorning-Schmidt contó en varias entrevistas que dejó de ver la serie para no ser influenciada por los debates y el impacto que generaban (para los que dicen que la televisión es solo entretenimiento y evasión). Esto lo dijo porque Borgen anticipó algunos debates de la Dinamarca de carne y hueso (derechos de las personas migrantes, derechos de las personas en situación de prostitución, por ejemplo) sin contar con un solo funcionario en su gabinete.
· La nueva Borgen tiene mucho de eso. Las tensiones entre Rusia, China y Estados Unidos por la explotación de los recursos naturales. ¿Qué pesa más? ¿La lealtad danesa con Estados Unidos? ¿Los intereses de Groenlandia y la oferta de desarrollo que ofrece China? ¿Cómo juega Rusia?
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Las poderosas
· Borgen está centrada en la vida política y personal de Birgitte Nyborg, pero lo más interesante es que está lejos de los prejuicios que circulan sobre las mujeres en el poder. Acá las mujeres no son especialmente empáticas ni dialoguistas, ni tienen ninguna característica especial. En Borgen no hay esencialismos de género.
· La nueva temporada da un paso más: deja entrever críticas a ideas que son materia de debate en el movimiento feminista.
· En esta temporada vemos la tensión entre Birgitte Nyborg y la nueva primera ministra Signe Kragh. Desde el principio vemos los roces del gobierno de coalición. A Birgitte la exaspera el uso de Kragh del discurso feminista, le dice a su asistente: “Puso el hashtag #ElFuturoEsFemenino en nuestra foto, me usa para su marca”. Birgitte no es una militante feminista de izquierda ni nada parecido, pero su comentario es un guiño a un debate real.
· El hashtag El futuro es femenino en posteos de redes sociales y hasta en remeras no es solamente una frase marketinera. Condensa ideas que le interesan a un discurso feminista específico: el de romper el “techo de cristal”, el que concentra sus esfuerzos en convencernos de que más mujeres en los puestos de poder puede cambiar las democracias capitalistas (y encaja muy bien en eso que Nancy Fraser llamó el “neoliberalismo progresista”).
· Creer que el género del personal que administra los Estados provoca en sí mismo un cambio radical es, como mínimo, ingenuo. Sostenerlo en 2022, cuando hace décadas hay mujeres en lugares importantes, es bastante cínico. ¿Son pocas las mujeres sentadas en las mesas donde se toman decisiones importantes? Sí, pero no confundamos la crítica al sexismo (señalar que la presencia minoritaria de las mujeres en el poder habla de la desigualdad) con que más primeras ministras, presidentas o ministras defensas trastocan algo de uno de los pilares de la desigualdad en las democracias en las que vivimos.
· La verdad es que lo único que demuestra es que el hecho de que unas pocas hayan roto el “techo de cristal” no modificó las condiciones de vida de la mayoría de las mujeres, que sigue viviendo en el sótano. Y son las demandas de esa mayoría las que mantienen vigente a un movimiento que, a pesar de los discursos y las promesas de los ministerios, sale a la calle en diferentes partes del mundo, gana el apoyo y genera debates en sociedades cada vez más desiguales. Citando una vez más a Nancy Fraser, “un feminismo que trata de abolir las jerarquías corporativas, no de ayudar a una pequeña cantidad de mujeres a ascender en ellas”.
· Si en las primeras temporadas Borgen generó interés y anticipó varios debates sobre cómo es la cocina del poder, sobre todo en los países que muchas veces se ponen como modelo de democracias perfectas, la nueva no se duerme en los laureles y sube la apuesta con debates tan actuales que los vemos en vivo y en directo todos los días de nuestro lado de la pantalla.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.