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Red Internacional
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Política Nacional. CFK y los radicales K: el frente ciudadano como "tercer movimiento histórico"

A 100 años del comienzo del gobierno de Hipólito Yrigoyen, Cristina Fernández de Kirchner acompañó a los radicales K en un homenaje en el microestadio de Atlanta.

Facundo Aguirre

Facundo Aguirre @facuaguirre1917

Sábado 8 de octubre de 2016

La expresidenta Cristina Fernández estuvo acompañada por los radicales K Leopoldo Moreau, Sergio Palazzo, Gustavo López y Leandro Santoro. También se encontraban presentes por el Frente para la Victoria; Aníbal Fernández, Mario Secco, Jorge Ferraresi, Víctor Santa María, Carlos Tomada y Teresa Parodi; junto con Aníbal Ibarra, Day Briva, y la presidenta de Madres, Hebe de Bonafini.

Luego de sendas intervenciones de Moreau, López y Santoro reivindicando al kirchnerismo como la continuidad del yrigoyenismo y el alfonsinismo, le tocó el turno a la ex presidenta que convocó nuevamente a "la construcción de un frente ciudadano para construir nuevas mayorías".

Lo particular del acto es la construcción ideológica de los radicales K que identifican en el kirchnerismo la realización del famoso “tercer movimiento histórico”, que en la década del 80 preconizaba el alfonsinismo antes de capitular frente a los militares carapintadas y el FMI.

La línea histórica trazada por este radicalismo kirchnerizado se asemeja a la tríada Rosas-Yrigoyen-Perón, que reivindica el peronismo como hilo de continuidad de los gobiernos populares en nuestro país. Ciertamente, la reivindicación del yrigoyenismo de los dirigentes fugados de la UCR presenta solo su aspecto más progresivo como ser la creación de YPF, la reforma universitaria (que para ser honestos fue arrancada por una huelga general estudiantil y no por iniciativa oficial) y su oposición a la intervención norteamericana en Nicaragua.

Los radicales K ocultan en su discurso que el yirgoyenismo fue un gobierno masacrador de obreros en la Semana Trágica de 1919 y en las huelgas patagónicas de 1921. De la misma manera callan que durante el kirchnerismo la represión de la protesta social era parte de una política de Estado, como lo demuestran los asesinatos de Qom en Formosa, en el Parque Indoamericano o a los obreros de la autopartista Lear, para citar solo algunos casos.

Los oradores radicales trazaron además una continuidad entre las luchas de los ´70, el alfonsinismo y el kirchnerismo. Pero la UCR en boca de su entonces máximo dirigente, Ricardo Balbín, llamaba a aplastar a la “guerrilla fabril” y acompañaba el golpe genocida de 1976. Mientras que el alfonsinismo condenó la lucha de clases de los ’70 mediante la “teoría de los dos demonios” que ponía un signo igual entre la insurgencia obrera y popular y el terrorismo de Estado.

Además, el alfonsinismo fue autor de las leyes del perdón a los genocidas, la Obediencia debida y el Punto final, y capituló vergonzosamente frente a los carapintadas a quienes tildó en la Semana Santa de 1987 como “héroes de Malvinas” para desmovilizar a la gigantesca concentración popular que amenazaba a los sublevados con la quema de los cuarteles. Cabe destacar que Hebe de Bonafini, al frente de Madres de Plaza de Mayo, denunciaba en aquel entonces junto a la izquierda trotskista, el pacto de impunidad de los partidos del régimen, mientras hoy acompaña con su aplauso la reivindicación del alfonsinismo.

El radicalismo K que señala que su función histórica es oponerse a los conservadores, entierra para ocultar evidencia, cual José López en convento, que la UCR fue parte del frente con los conservadores que, agrupados por el embajador norteamericnao Spruille Braden, se oponía a Perón en 1945 y que además fue participe civil de todos los golpes militares desde 1955 en adelante.

La pretensión de un “tercer movimiento histórico” que sintetice la experiencia del yrigoyenismo y el peronismo, como movimientos defensores de los derechos de la nación y el pueblo oprimido, es sencillamente una impostura. La experiencia histórica de los nacionalismos burgueses muestra que su saldo fue la represión al movimiento obrero y la capitulación frente al imperialismo. Ya hemos señalado el papel de los radicales, pero no olvidemos que el peronismo, al igual que la UCR, supo reprimir sangrientamente al movimiento obrero, cuando en los ’70 lanzó las bandas de asesinos de las Tres A contra la militancia obrera y juvenil y un plan económico al servicio del imperialismo como el Plan Rodrigo, antecedente inmediato del que aplicara la dictadura genocida con Alfredo Martínez de Hoz.

El kirchnerismo es la continuidad de una política burguesa histórica que intentó subordinar a los movimientos populares al control estatal. Por algo Cristina en su discurso reivindicó a Sergio Palazzo -secretario general de la Asociación Bancaria- por pregonar un “modelo de país” donde los trabajadores se subordinen al poder político de una supuesta burguesía progresista. Y como proyecto, al igual que sus antecesores, fue la vía de acceso a una regresión conservadora. Recordemos que ya habían comenzado con la aplicación de un ajuste y al represión, tarea que Daniel Scioli prometía continuar.

El balance del siglo XX y de sus movimientos políticos demuestra que la clase trabajadora no tiene que caer en la trampa de los frentes ciudadanos y la conciliación de clases sino que necesita construir su propia fuerza política.


Facundo Aguirre

Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.

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