Compartimos el relato de una docente que colaboró en la entrega de las cajas con alimentos en una escuela de Córdoba.
Lunes 6 de abril de 2020 02:35
A partir de la suspensión de clases dictada por el gobierno en el marco de las medidas adoptadas para evitar el contagio y la propagación del COVID-19, en cientos de escuelas a lo largo del país, se destinaron bolsones o cajas de comida para evitar la asistencia de los alumnos a los comedores escolares.
En las escuelas donde funciona PAICOR (Plan Alimentario Integral Córdoba), las cajas enviadas fueron insuficientes, y la misma postal de familias que se retiraron con las manos vacías se repitió en muchos barrios.
Compartimos acá el relato de Cecilia Ruiz, profesora del IPEM 400 en barrio Primero de Mayo, que describe ésta difícil situación.
"Me ofrecí a colaborar en la entrega de los “Módulos alimentarios” (Cajas de 20 x 33cm) a las familias de mis alumnas y alumnos que, por quince días, no recibirían la comida en el comedor. Fui una de las que le puso el cuerpo, junto a otras profes y trabajadoras de la limpieza en una de las escuelas donde trabajo.
Poner el cuerpo no cuesta, porque una va convencida del lugar social que ocupa la escuela, y va orgullosa de ser nosotras, no la policía que los hostiga en los barrios, las que garanticemos el mejor reparto de la asistencia básica que manda el gobierno.
El problema es que lo que manda el gobierno a través de PAiCOR no es asistencia, ni es básica. Y eso es lo que más cuesta.
Hoy hubo 50 familias que no se fueron con su caja, que llegaron a la puerta de la escuela sin nada, y se fueron con menos. Porque en el medio perdieron un poquito más la esperanza, la expectativa en que alguien los ayude, son los que menos tienen, los que peor la pasan en esta crisis sanitaria y económica.
Llegar, hacer por lo menos media hora de cola, para que no figurar en la lista, para no encontrar respuestas, más que la directriz del gobierno de "reclamar en el Casa de Gobierno".
Un gobierno ausente, que no tiene respuestas.
Cajas que faltan, y las que llegan, ni alimentan ni llenan la panza.
Porque sabemos que no se pasa un quincena con 5 paquetes de alimento no perecederos, un aceite, dos latas de conserva y 5 saquitos de te.
Y nosotras ponemos la cara y repartimos lo que no alcanza, lo que es insuficiente, nosotras que no podemos dar lo que no tenemos. Pero escuchamos, algunas, escuchamos, y les decimos que reclamen, que no se cansen...
En un momento la sensación que tenía era de querer arrancarme la piel para ayudarles, rostros cansados, enojados, y con una profunda desilusión".
A veces la bronca y la angustia se hacen insoportables, por eso en situaciones como estas se vuelve indispensable la organización desde las escuelas junto con las familias, para exigir al gobierno que se garantice una ayuda alimentaria de emergencia y un salario de 30.000 para los que más lo necesitan, aplicando impuestos a las grandes fortunas y los bancos.