×
×
Red Internacional
lid bot

Internacional. Corea del Norte y la riesgosa diplomacia de los misiles

El mismo día que celebraba el 68 aniversario de su fundación, la República Popular Democrática de Corea lanzó su quinta prueba nuclear.

Sábado 10 de septiembre de 2016

El mismo día que celebraba el 68 aniversario de su fundación, la República Popular Democrática de Corea -a la que para simplificar el resto del mundo llama Corea del Norte- lanzó su quinta prueba nuclear. Esta es la segunda detonación controlada en lo que va del año y la mayor de su historia.

Curiosidades del régimen totalitario del Partido de los Trabajadores, una legendaria conductora, la misma que dio la noticia de las muertes de King Il-sung y Kim Jong-il (abuelo y padre del actual líder, Kim Jong-un), fue la encargada de hacer el anuncio en la televisión estatal. Entre otras cosas, el comunicado definió el hecho como una respuesta a la hostilidad externa, en primer lugar de Estados Unidos. Más allá de las especulaciones sobre cuán cerca estará Pyongyang de adquirir la tecnología armamentística para alcanzar territorio estadounidense, lo cierto es que la prueba mostró avances en el programa nuclear.

La explosión que causó un sismo artificial de 5.3 de magnitud es una metáfora de la onda expansiva del mensaje que ha enviado Corea del Norte al mundo y que analistas, diplomáticos y gobiernos enemigos y aliados aún están descifrando, más allá de los repudios generalizados de rigor. Más enérgicos en el caso de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. Menos aunque también audibles en el caso de China.

Si se suman los tres misiles de mediano alcance lanzados en plena reunión del G20 en China (y de la cumbre de la ASEAN), con la presencia de Obama y otros líderes mundiales, que recorrieron una distancia de 1000 km para terminar cayendo en el Mar de Japón, la conclusión lógica es que el régimen de Corea del Norte está en modo de provocación.

Internamente, el timing de la prueba puede ser un intento por parte de Kim Jong-un de disipar las dudas sobre la solidez del régimen, después de defecciones de funcionarios de alto rango, como el diplomático que desertó en Gran Bretaña, y oficiales involucrados en supuestos hechos de corrupción a favor de la dinastía de los Kim.

En el plano externo, el bombazo tiene tantas lecturas como destinatarios.
Empezando por lo más evidente, es una muestra del fracaso de la política de sanciones económicas adoptada por Washington y sus aliados –y a la que se sumó China, al menos formalmente.

Históricamente, las diversas pruebas misilísticas y nucleares fueron leídas como el as de Corea del Norte para obtener concesiones de las grandes potencias y de sus vecinos (ayuda alimentaria, la política “friendly” del Sol naciente por parte de Corea del Sur entre otras). Esta estrategia de “golpear para negociar” funcionó relativamente hasta 2009. Pero hace rato que ese esquema ya no responde a la realidad ni regional ni de la política imperialista hacia Asia.

En ese marco, lo que varios analistas señalan es que el régimen norcoreano intenta forzar un giro a partir de transformar el desarrollo de su arsenal nuclear como un hecho consumado.

La prueba nuclear también es una forma de jugar en las crecientes tensiones y rivalidades regionales, exacerbadas por el “pivote” de Estados Unidos en Asia que tiene por objetivo contener la amenaza que plantea China, que ya han producido accidentes militares menores pero que en perspectiva pueden ser motivo de conflictos con proyección internacional.

Como parte de esta política más agresiva de Washington está la instalación del sistema antimisiles en Corea del Sur (conocido como THAAD por sus siglas en inglés), o el intento de Obama de que la cumbre de la ASEAN se pronunciara a favor del fallo de la Corte Internacional de Arbitraje que dictaminó que los reclamos marítimos de China son ilegales.

Esta política agresiva de Estados Unidos está causando roces con Filipinas, un aliado tradicional de Washington al punto que el presidente Rodrigo Duterte lo insultó literalmente a Obama. Aunque después buscaron bajarle los decibeles al cruce, el daño ya estaba hecho. Ni Duterte es un antiimperialista, por el contrario es un populista de derecha que está intentando imponer un estado policial a través de la “guerra contra las drogas”, ni el gobierno de Estados Unidos está preocupado por los derechos humanos en esta guerra. El trasfondo de la cuestión es que Duterte está en una política de relativo acercamiento a China y para eso desestimó hasta el momento proseguir la denuncia contra China por disputas territoriales, y eso complica los planes norteamericanos.

China debe hacer un delicado equilibrio. Su principal objetivo es evitar que colapse el régimen norcoreano, lo que inevitablemente lanzaría una oleada de refugiados y hambrientos hacia sus fronteras. Y pondría en perspectiva el peligro de una reunificación dirigida por el Sur y Estados Unidos. Por eso, a pesar de haber adherido al programa de sanciones económicas de la ONU el pasado marzo sigue siendo el principal sostén económico de Corea del Norte. Sin embargo, no está dispuesto a tolerar que Pyongyang siga dándole justificaciones al creciente militarismo de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón. Por eso, en una declaración pública del gobierno, le hizo saber al régimen norcoreano que desaprueba su política, lo insta a “no escalar” y rafirma su posición de mantener “desnuclearizada” la Península de Corea.

A falta de otros medios más eficaces para poner límites a este “estado díscolo”, todo indica que en lo inmediato Estados Unidos profundizará su política de apriete, que irónicamente se conoce como “paciencia estratégica”. Esto es aumentar la presión sobre Corea del Norte. Sin embargo, las sanciones económicas utilizadas como una palanca para producir cambios políticos (incluido el famoso “cambio de régimen) y aplicadas contra distintos enemigos de Estados Unidos y “Occidente” , desde Rusia hasta Irán y Cuba, han demostrado ser un búmeran. Y en el caso de la Península de Corea alimenta un militarismo que no es más que un anticipo de la virulencia que tendrán los conflictos futuros.


Claudia Cinatti

Staff de la revista Estrategia Internacional, escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.