Ya pasó un mes desde la suspensión de las clases presenciales y en poco tiempo, miles de docentes organizaron aulas virtuales para sostener el contacto con sus alumnes. ¿Es factible la continuidad pedagógica? ¿Cómo impacta la “brecha digital”? ¿Cuántos -y quiénes- se están quedando afuera?
Lunes 20 de abril de 2020 18:14
El 10 de marzo Alberto Fernández decretó la suspensión de las clases presenciales y cientos de miles de docentes, la mayoría sin conocimiento previo de las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC´s), se dispusieron a organizar la “teleducación”. Las autoridades en la materia resaltan las ventajas del uso de internet y las nuevas oportunidades pedagógicas que habilita la tecnología. Sin embargo, con una desigualdad muy grande entre distritos, las posibilidades claramente no son iguales.
Entre la docencia y el estudiantado de los distintos niveles emergió el malestar. Los terciarios, profesorados y carreras universitarias fueron las últimas en arrancar y la incertidumbre recorre a un sector muy grande que ya está viendo peligrar su continuidad.
Sobre el impacto en el nivel primario y secundario podes ver:-Conectate con la Escuela: alcances de la teleducación y brecha digital en Tucumán
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Todo el día frente a la pantalla
Valeria, estudiante del terciario Lola Mora y operadora de call center cuenta que desde que comenzó la cuarentena total, estudiar y trabajar se convirtió en todo un desafío. Trabajo con una computadora durante 6hs o 7hs por día, y una vez que termina ya no tengo ganas de seguir, tengo la vista cansada y la cabeza seca. Me esfuerzo, pero lo que antes hacía con normalidad, ahora me cuesta el doble y hasta triple, y me llena de frustración. Lejos estamos de una compresión, porque no son 4 o 5 materias, son 10 y todas igual de exigentes.
Esta frustración que refleja Valeria tiene otras expresiones dependiendo del nivel educativo. Las redes sociales recogen miles de anécdotas que reflejan un quiebre en la continuidad pedagógica por múltiples causas. Desde la cantidad de “tarea”, pasando por la dificultad de los cuidadores para poder explicarles los contenidos a los más pequeños –o directamente poder acceder a ellos-, hasta las propias dificultades de muchos estudiantes del nivel superior cuyas “prácticas” se vieron suspendidas por las condiciones del aislamiento y ya sienten peligrar el año lectivo.
Todo esto, sin contar aún a los miles que directamente no tienen acceso a las herramientas mínimas. Continúa Valeria la mayoría de mis compañeros manifiesta que no cuenta con computadoras para hacer los trabajos y es muy difícil desde el celular, sin contar que tenemos mamás en los cursos que también implica un tiempo la atención a sus hijes. La casa en vez de ser un lugar de paz y resguardo se convirtió en todo lo contrario.
¿Hacia una elitización de la educación?
Estudiantes de Psicología de la UNT plantean que detrás de las clases virtuales hay una elitización de la facultad, con la lógica del "sálvese quien pueda", porque está claro que son pocos los compañeros que están en condiciones de seguir cursando. Nada dicen de los miles de pibes que no tienen acceso a una computadora ni Internet, o de los que sólo tienen una computadora que es usada por toda la familia.
Una encuesta de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT arrojó que el 40 % de los estudiantes no accede a una computadora. Más allá del clima de “normalidad” que pretenden trasmitir las autoridades, está quedado claro que son muchísimos quienes no pueden seguir con la carrera por problemas económicos que se profundizan al calor de la crisis social desatada por el COVID. Hay miles de despidos y suspensiones en el país, y la juventud es la que tiene los peores trabajos, en call centers, comercios y lugares de comida rápida.
De esto no se habla en los grandes medios de comunicación, pero la llamada brecha digital está generando un alto impacto en la continuidad de los estudios para un gran porcentaje de la población trabajadora. Y esto no es solo para los estudios superiores. Aunque el ministro de educación Juan Pablo Lichtmajer quiera disimular la falsa inclusión, en el nivel inicial y primario las maestras perdieron el rastro a los alumnos que pertenecen a las familias más golpeadas por las condiciones estructurales de pobreza en la que viven, que en la provincia de Tucumán asciende al casi el 40%.
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El virus es el capitalismo
Las condiciones excepcionales que atraviesa el mundo por la pandemia del COVID no son obra de la naturaleza. Como señala esta editorial de Izquierda Diario mucho tiene que ver con la intervención despótica y anárquica del capital sobre la naturaleza y la destrucción de los sistemas de salud públicos que se produjo -con mayor o menor intensidad- en casi todo el mundo. Viene a exponer descarnadamente las crisis que el capitalismo ya venía desarrollando.
Las clases dominantes ya están preparando su plan para la salida de la cuarentena y el ámbito educativo va a ser uno de los últimos en volver a “la normalidad”. Seguramente el “salto” tecnológico que atravesaron muchos actores del proceso educativo enriquecerá las estrategias pedagógicas de ahora en más. Pero el acceso gratuito, irrestricto y la calidad, seguirán siendo una cuestión de clase. Innovación en los discursos y profundización de la desigualdad en los hechos.
Además de los efectos que haya generado en la “continuidad pedagógica” de este período excepcional, la crisis en curso dejará, para las mayorías trabajadoras, estragos a nivel social y económico que ya comenzaron a prefigurarse. Los despidos, recortes salariales, la flexibilización están beneficiando a los grandes empresarios que no son los que están perdiendo nada.
Hay vías para la resistencia
Estudiantes de Ciencias Naturales formularon planteos concretos: que se suspendan las correlativas del ciclo lectivo que aún no culminó y que se implemente un plan integral de becas para que ningún estudiante tenga que decidir entre comer o continuar con la carrera. La pelea por licencias pagas para las personas que tienen hijes a cargo, así como un ingreso extraordinario de $30.000 para quienes se quedaron sin sustento, en base a un impuesto extraordinario a los grandes patrimonios, están dentro de las medidas que viene exigiendo el Frente de Izquierda.
Docentes de la Agrupación Marrón comenzaron a preguntarse como poner en pie una alianza indisoluble con las familias trabajadores de sus alumnes ¿Es posible pelear por la democratización total de las instituciones educativas, con proyectos votados de abajo para arriba, junto a la comunidad? ¿Es válido preguntarle a los estudiantes que quieren estudiar y cuál es el mejor modo?
Pensemos por ejemplo lo que sería si pudiéramos imponer a los gobiernos que garanticen que ninguna familia esté sin internet y sin dispositivos adecuados. Afectando las ganancias de las grandes multinacionales de la comunicación podría implementarse redes de wi fi gratuito o módem inalámbricos donde no haya zona wi fi. Entre otras medidas que se pueden tomar para empezar a pensar esto de la “igualdad”.
Los docentes, junto a las familias trabajadoras, les estudiantes (muchos de los cuales son también parte de la juventud precarizada), y en alianza con los trabajadores de la salud que están en la primera línea, ya comenzamos a ensayar niveles de organización, lucha y resistencia. Cada experiencia en términos pedagógicos, de organización y solidaridad que se desplieguen en este momento, son material vital para (re) pensar a las escuelas y la ofensiva para poder idear la re organización de la sociedad bajo otros valores no capitalistas.