Las mujeres migrantes son altamente vulnerables en su ruta por el país hacia EE. UU., sin que las autoridades garanticen sus derechos fundamentales; la única respuesta que reciben es más violencia machista, represión, explotación y discriminación.
Lunes 22 de noviembre de 2021
La historia de la violencia en contra de las mujeres en México no puede escribirse sin mencionar la que padecen las mujeres migrantes, que ha ido exacerbándose en lugar de disminuir. En el caso de las migrantes, además de toda la violencia machista, también sufren extorsiones y violencia sexual de parte de elementos policiales con tal de no ser deportadas, trabajo semiesclavizado, embarazos no deseados y discriminación.
Según la ONU Mujeres, hoy en día la migración femenina representa el 50.1 % del total de migrantes; lo que significa un aumento considerable de mujeres de todas las edades que se desplazan para intentar tener acceso a una vida digna.
Roseline N. es una mujer migrante que está de paso por la CDMX, comenta que el principal motivo para desplazarse a otro país no fue por la pobreza, ya que allá tiene familia que la apoya con el gasto familiar, sino que huye de la violencia exacerbada que predomina en contra de la población en general; pero que es más cruel contra las mujeres por la violencia machista que se sostiene en el capitalismo, por su naturaleza privatizadora, y que golpea con más fuerza en las sociedades de los países subordinados al imperialismo estadounidense.
“Asesinaron al presidente de Haití, hay mucha violencia contra la población. Yo llevo cinco años fuera, me fui primero a Chile y, cuando las condiciones no nos permitieron continuar allá porque no nos actualizaron los documentos después de un año de estar trabajando, me vine en una caravana a México padeciendo insultos y maltratos. Somos discriminadas por no tener documentos, parece que eso le permite a las autoridades y a otras personas tratarnos como si no valiéramos nada, pero sí valemos mucho para nuestras familias que esperan una noticia nuestra. Ya no puedo regresar a mi país, porque debo mandar dinero a mi familia para sus gastos, principalmente a mi hijo que es pequeño”. Roseline N.
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Se estima que, si bien algunas viajan en tren o en medios vigilados por las autoridades, la mayoría de mujeres migrantes elige viajar de manera clandestina para evitar violencias en su contra, pues ya no confían en los policías. El 65 % contrata a un traficante para realizar su viaje a lo largo de México, quienes les proporcionan documentos falsos para viajar en camiones por carretera; sin embargo, estas formas de traslado las vuelven más vulnerables a sufrir la violencia en su contra, lo que tiene repercusiones en su salud física y mental.
En muchos de estos casos se trata de cabezas de familia que salen de sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades para desarrollarse laboral, personal y socialmente; pero cuando consiguen empleo, su salario se divide entre lo que gastan para sobrevivir, continuar su viaje y las remesas que envían para mantener a sus familias si es que les alcanza. Además, mientras en su andar sufren la violencia sistemática de las autoridades y la violencia machista, cuando consiguen algún empleo también padecen la segregación laboral.
Su ocupación laboral es dentro de lo informal, por lo que no cuentan con prestaciones de ningún tipo, como de seguridad social o de pensiones que contribuya a su retiro integral. Las mujeres migrantes se concentran en trabajos de servicios, en la maquila textil y en las labores domésticas, sin contratos ni derechos laborales so pretexto de que no tienen documentos legales.
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En México, para las mujeres de la clase trabajadora no está plenamente garantizado nuestro derecho a la salud pública, además de que los recortes presupuestales han llevado a un deterioro creciente de estos servicios. Tampoco tenemos acceso a una vivienda digna por sus altos costos en beneficio de las inmobiliarias y empresariado, ya que con nuestro precario salario no alcanzamos a cubrir las cuotas.
Incluso se nos niega nuestro derecho a decidir; si bien se despenalizó el aborto en beneficio de todas aquellas mujeres para que ya no sean encarceladas injustamente, la realidad es que, al no ser legal y que pueda practicarse en cualquier hospital o clínica del sector público sin ninguna objeción, sigue siendo un privilegio de quienes sí tengan los recursos económicos para practicarse un aborto seguro en clínicas privadas. Situación que nos hermana con las mujeres migrantes.
¡Por un mundo libre, seguro y sin fronteras para todas las mujeres que migran!
Hoy, a unos días del 25 de noviembre, no olvidamos que seguimos padeciendo la violencia machista, estructural y sistemática, y que también se reproduce en contra de nuestras hermanas migrantes; además, que son discriminadas y superexplotadas, quitándoles su dignidad y la vida misma tan sólo por soñar que una vida mejor es posible.
Así que este 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, también salimos por ellas, las caminantes, que nos han confiado trazos de su andar, que han salido en busca de una mejor vida, que andan hoy con sus pies descalzos, durmiendo en la calle, atravesando selvas y bosques, con sus voces quebradas por el hambre y el frío, pero con tantísimas ganas de salir adelante ellas y sus familias, a quienes les han arrancado todo: la tierra, la comida, un techo para dormir, la ropa, el sexo, la dignidad y hasta la vida, también por Ellas saldremos a exigir este 25N derechos plenos para todas, porque en esta lucha por la erradicación de la violencia contra la mujer debemos estar todas y deben estar ustedes también.
Para que podamos acabar con las políticas antimigratorias a ambos lados de la frontera es urgente la unidad internacional de la clase obrera, así como de organizaciones sindicales democráticas, organizaciones en defensa de DDHH, con el movimiento de mujeres al frente y una perspectiva independiente, antiimperialista y anticapitalista.
Hacemos extensiva la invitación a unirse al contingente de Pan y Rosas – Nuestra Clase por derechos plenos para todas las mujeres que migran por el mundo, por un mundo sin fronteras, por nuestro derecho a decidir. ¡No hay justificación para el infierno que vive la población migrante!
Diana Palacios
Profesora egresada de la Normal Superior, colaboradora en IdZMx