Si de mujeres surrealistas queremos hablar, una parada indispensable es la vida de Dorothea Tanning, una artista icónica de esta corriente, que evoluciona y la trasciende, haciéndose de un lugar propio no sólo en el llamado “grupo de los surrealistas” sino en el arte mismo.
Sábado 23 de julio de 2016
La última de las surrealistas
Tanning tuvo una vida sumamente productiva, jamás dejó de crear. Esta fue la regla de su vida ya que como ella decía “la creación artística siempre ha sido una balsa donde nos refugiamos para no naufragar la cordura”, la mayor parte de su carrera la dedicó a la pintura y la ilustración, sin embargo, incursiona en múltiples expresiones artísticas como la literatura, a la que dedicó gran parte de la segunda mitad de su vida publicando poco antes de cumplir los 101 años Coming to that su segundo libro de poemas.
Nace el 25 de agosto de 1910 en Galesburg, Ilinois, hija de una familia de clase media tradicionalista, por lo que en su juventud huye para poder estudiar Técnicas Artísticas en el Instituto de Arte de Chicago, con la intención de poder formarse más integralmente ya que hasta entonces había sido prácticamente autodidacta. En ese momento, Tanning ya tenía una corta carrera como pintora e ilustradora.
Se dice que al visitar la exposición "Arte Fantástico, Dadá y Surrealismo”, en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York de la cual los diarios decían se reconocía “el símbolo excepcional de la anarquía artística”, queda absolutamente fascinada, por lo que al finalizar sus estudios, con más decisión que nunca, recopila cartas de recomendación y realiza un viaje a París, ciudad que había sido la morada de muchos artistas destacados.
Sin embargo, al llegar se encuentra con que la mayoría había abandonado la hermosa ciudad debido a la guerra. Para entonces no se imaginaría que el propio Max Ernst quedaría absorto ante su cuadro titulado “cumpleaños”, un hermoso fresco que nos muestra su figura con el torso desnudo en un entorno con puertas que se abren al infinito, sin duda una obra de ensueño, cuando Ernst buscaba, con su esposa Peggy Guggenheim, una reconocida coleccionista de arte, pinturas surrealistas para su galería “Art of this Century”, donde más tarde se expuso con éxito el cuadro de Tanning.
“Cumpleaños”
La historia cuenta que, posterior a conocer a Dorothea por su cuadro, Max Ernst inicia una partida de ajedrez con ella, comenzando así un tórrido romance que culminaría en una boda doble con Man Ray y su novia Juliette Browner. Matrimonio que duraría 34 años, hasta la muerte de Ernst en 1976, por lo que desde luego el ya reconocido artista jugaría un papel muy importante en la vida de Tanning, además de tener una profunda relación con él, quien ya estaba consolidado en el medio. Él la introduce en el grupo de los surrealistas y tiene una fuerte influencia en ella tanto artística como política ya que el grupo se plantea una clara posición anti nazi.
Sus años en el surrealismo nos dejan todo un legado de magníficas piezas que nos muestran los rasgos más distintivos de la corriente a cada trazo, con una belleza sin igual, como la misma Tanning diría “mis sueños surgen de objetos que no tienen equivalente en el diccionario”, como podemos apreciar en, lo que algunos consideran su obra maestra, “Pequeña serenata nocturna”, titulada igual que la hermosa melodía de Mozart y que a pesar de definirla como obscura en contraste con el alegre acorde, en ella podemos encontrar el simbolismo característico de su autora que resulta simplemente hipnotizante.
… Muchos tienen los ojos perdidos en el suelo, como si de verdad no hubiera nada que mirar… (Del poema Mujer saludando a los árboles - Womanwaving to Trees)
Como ya anticipábamos al inicio de la nota, nuestra autora tiene en su haber muchísimas piezas con estas características, y aunque empezó sobresaliendo en la pintura Tanning nos da todo un ejemplo de evolución profesional. Sentía una irresistible atracción por el arte surrealista que daba amplio margen a la invención, la imaginación, el erotismo, el simbolismo y todo lo que éste le significaba, ella hace un especial uso de la luz que la lleva a evolucionar al impresionismo.
Esto lo hace de manera tan sutil como consciente debido a que opinaba que el movimiento surrealista termina en los años cincuentas, y como no quería “sentirse como un fósil”, e incluso como respuesta a la opresión que las mujeres del grupo vivían, porque de manera discursiva se les incluía y desde luego se les apreciaba, pero se les excluía de la redacción de los tratados y de la teoría, bajo la imponente figura que representaban los fundadores.
Se da cuenta de la necesidad de avanzar e incluso explorar otras manifestaciones artísticas como la escultura, donde llega a presentar con bastante éxito sus “esculturas blandas”. Sin dejar de lado la ilustración o incluso su participación en la confección de vestuario; con la poesía presentando su colección de poemas A table of a content, o su famoso poema Mujer saludando a los árboles, que aún y cuando es escrito en la lengua materna de la artista, ha resultado numerosamente reproducido en varias más, definido por la crítica como de humor lúcido y plasticidad literaria.
Tras la muerte de su esposo Max Ernst, con quien vivía en Francia, Dorothea regresa a Nueva York, donde finalmente muere en su casa, el 31 de enero de 2012, a los 101 años de edad, a poco de publicar su último libro, dejando un sin número de exposiciones, una obra fructífera y hermosa de la que se hizo un modesto intento por describir. “Dorothea Tanning tuvo una vida verdaderamente destacable, no sólo porque vivió mucho, sino porque vivió plenamente" anunciaría ese día a los diarios la directora de la fundación con el nombre de la artista, una de las grandes a quien vale la pena recordar.