En la década de los ochenta mientras se cerraban las fábricas y engrosaban las filas del paro, los jóvenes encontraban en el punk un espacio de rápida expresión de su rechazo al sistema impuesto por la Transición pactada.
Clara Mallo Madrid | @ClaraMallo
Lunes 25 de julio de 2016
En la década de los ochenta mientras se cerraban las fábricas y engrosaban las filas del paro a causa de la reconversión industrial y se reprimía a la juventud a golpe de Plan Especial Zona Norte en lugares como el País Vasco y Navarra los jóvenes encontraban en el punk un espacio de rápida expresión de su rechazo al sistema impuesto por la Transición pactada.
El reggae, el punk, el ska y el heavy fueron las fuentes musicales de las que bebió lo que se ha bautizado como Rock Radical Vasco (RRV), un fenómeno que se ha tratado de unificar bajo este término pero que no solo sumó a un gran numero de grupos que en lo musical poco tenían que ver, sino que además supuso un verdadero movimiento contracultural que definió a toda una generación marcada por una coyuntura política y social muy concreta como la que marcó a la sociedad vasca desde finales de los 70 y la posterior década de los 80.
El fenómeno no fue casual, la llegada de The Clash al velodromo de Anoeta en San Sebastián en 1981 seguro animó a muchos jóvenes vascos a acercarse al punk, pero las condiciones para que se desarrollase lo que ya en el momento se bautizó como Rock Radical Vasco (RRV) se venían gestando años atrás.
A finales de los años sesenta y durante la década de los setenta, la oleada de manifestaciones, huelgas y radicalización juvenil, marcaban, sin dudas, el clima político, social y cultural en los Estados centrales de Europa. Un clima de radicalización social que desafió las democracias occidentales y su moral conservadora en el plano político, cultural y sexual.
Esta "ola" también llegó al Estado español aunque con cierto retraso dada la situación particular que se vivía bajo la dictadura, manifestándose de manera más tardía pero no menos intensa en algunos centros como Barcelona o Euskal Herria. Lugares donde se manifestó una combatividad obrera y una radicalidad social y de la juventud como en la zona norte acuciada por la situación particular que se vivía. Un contexto donde la fuerte moral conservadora y las prácticas políticas franquistas se mantuvieron a pesar de la muerte del dictador y como telón de fondo una fuerte crisis económica y las filas del paro sacudían a la juventud.
Esto hará desarrollar distintos focos de radicalización y contracultura en distintos puntos del Estado, pero será sin duda en el País Vasco y el conjunto de Euskal Herria donde más se exprese y enraíce en la sociedad un movimiento contra cultural como fue el RRV que superó la mera emergencia de grupos musicales, siendo algo mucho más que un fenómeno cultural y conectando en gran medida con la sociedad vasca del momento.
El RRV como fenómeno no se puede entender sin conocer la evolución de la sociedad vasca durante y en los años posteriores a la llamada Transición. En relación a otros lugares del Estado donde también se habían desarrollado movimientos contra culturales como Barcelona, Sevilla o Madrid, es en Euskal Herria donde el movimiento contra cultural autóctono, el RRV, cala de una manera más profunda en la sociedad y del mismo se prolonga más en el tiempo.
A diferencia de otros lugares del Estado donde con los Pactos de la Moncloa se cierra todo un periodo de ascenso obrero, de efervescencia política, social y cultural, y radicalidad de la juventud, en Euskal Herria esta situación se prolongará unos años más y con sus particularidades propias ligadas a la cuestión nacional.
Una suerte y amalgama de movimientos sociales más o menos politizados que se venían desarrollando en Euskal Herria crean las condiciones para que el punk como un fenómeno no solo musical cale de una manera profunda en la sociedad vasca.
La huella que había marcado el movimiento obrero, junto a los estudiantes, asociaciones vecinales y los movimientos por la autonomía de los años previos en Euskal Herria fue profunda. El proceso de fuertes luchas obreras que llegó a su máxima expresión en el 76 con los paros y huelgas desatados tras los sucesos de Vitoria fue combatido con una durísima represión por parte del Estado central.
A pesar de ser derrotado a golpe militar la impronta de combatividad y radicalidad marcó los años posteriores. Esta situación supuso un escenario perfecto que permitió el desarrollo del punk. Todo un movimiento radical que se desarrolla y extiende a través de la conciertos, los fanzines, las gaztetxe y las radios libres.
El fenómeno punk vasco desarrollado desde finales de los setenta y durante la década de los ochenta se desarrolla como expresión de una generación marcada por el contexto político y social que vivía. Una generación nacida durante el boom demográfico de mediados de los 60, nacida en los barrio obreros periféricos de los centros industriales de Euskal Herria, que sufrió las consecuencias de la llamada Reconversión Industrial aplicada por el PSOE y que conllevó la destrucción de casi tres millones de empleos.
A la respuesta social de radicalidad, luchas sectoriales, desarrollo de la izquierda abertxale y de la lucha armada que esta situación despertó, el PSOE respondió a golpe del Plan Zona Especial Norte (ZEN). Un plan de control policial sobre la sociedad vasca que en la práctica suponía un estado de excepción permanente en el que "todos eran sospechosos" como entonaba la juventud vasca del momento y que legalizaba toda practica represiva.
La fuerte crisis económica, las altas tasas de desempleo, la reconversión industrial, el GAL, el Plan ZEN y todas las novedades que el gobierno de Felipe González reservaba para la juventud trabajadora, hizo que toda una generación en Euskal Herria quedase desencantada con el sistema político, económico y social pactado y buscase un canal rápido de expresión de ese descontento.
El rechazo a esta nueva "democracia" dotó a este movimiento de un carácter fuertemente "anti". Antimilitar, antirepresivo, antiinstitucional, antinuclear y en muchos casos apolítico. A pesar del carácter ácrata de la mayoría de los grupos que renegaron de las organizaciones políticas fundamentalmente en los primeros años de desarrollo de este fenómeno, fue un fenómeno que expresaba el descontento con el sistema político, económico y social pactado en la Transición y que a pesar de sus fuertes limitaciones en cuando a sus perspectivas de transformación social supuso una profunda crítica a la moral continuadora del franquismo y al sistema de valores que proponían la nueva "democracia" española. Así como al modelo neoliberal que el PSOE trataba de implementar en tiempo récord en el Estado español.
ESKORBUTO: "Os engañan"
Sin una estrategia para el cambio el grado de autodestrucción se hizo latente sus letras y hábitos. Las alusiones a la muerte, el consumo de drogas y la fiesta fueron himno de esta generación. Como el título del segundo disco de Cicatriz, "Inadaptados", parecían conformarse con la exclusión a la que la reconversión industrial y la represión les condenaba.
RIP: "Enamorado de la muerte" 1987
Sin embargo, este acratismo fue roto por algunos grupos que tomaron abiertamente un posicionamiento político frente a la situación de represión que vivía la sociedad vasca en su conjunto y en particular la juventud y la izquierda abertxale. Herri Batasuna inició la campaña Martxa eta borroka (Alegría y combate) a la que se sumaron importantes grupos del denominado RRV como Hertzainak, La Polla Records, Kortatu, Jotalie, Ruper Ordorica, Altos Hornos de Vizcaya.
Un fenómeno que trascendió geográficamente Euskal Herria llegando algunos de estos grupos a ser muy populares en el resto del Estado y en el exterior actuando como un potente altavoz de la situación que se vivía en ese momento en Euskal Herria con canciones tan sonadas como El estado de las cosas o Esto no es el oeste pero aquí también se pegan tiros.
KORTATU: "Esto no es el oeste pero aquí también se pegan tiros"