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Red Internacional
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Testimonio. El maltrato de la ART hacia los auxiliares escolares

Después de cinco meses, de un accidente que sufrí cuando me dirigía a mi trabajo como auxiliar escolar, continúo recibiendo maltratos. Hoy la ART me dio el alta a pesar de no haberme recuperado.

Miércoles 10 de agosto de 2016 14:27

El 18 de febrero cuando me dirigía a mi trabajo al bajar del tren en la Estación Villa Adelina me caí y sufrí un esguince de tobillo, según me dijo el médico. Le comunico esto a la secretaria de limpieza donde trabajo como auxiliar en Martínez y me derivan a la ART Provincia donde me corresponde.

Durante dos semanas me medicaron con diclofenac, reposo y hielo mientras mi pie seguía empeorando. Debía dirigirme al Sanatorio San Miguel en colectivo pues, por el bajo sueldo que recibo, no puedo movilizarme en remis ni tampoco cuento con médico domiciliario.

El médico laboral me deriva a un traumatólogo, quien me indica cinco sesiones de kinesiología. Ambos me atendieron de muy mala manera y con mala educación. Cada vez que terminaba las cinco sesiones debía esperar 15 o 20 días para conseguir turno para nuevas sesiones, además de que eran sesiones de solo 20 minutos.

Solicite un cambio de terapeuta porque no veía mejoría y cada vez mi pie estaba peor. Me citan a una auditoria en San Isidro en el Instituto Lambetini con el Dr. Diego Gentile y a los 15 días me hacen una resonancia. Me explican que el tobillo es un cartílago que se daña por el paso del tiempo y que con un tratamiento en la obra social podría llegar a mejorar. Mientras tanto que continuara con las sesiones de kinesiología. Ante el descontento de mi parte, por suerte, me cambian de terapeuta y me derivan al Grupo de Traumatología y Ortopedia de San Miguel. Comienzo nuevamente el tratamiento con el Dr Alejandro Paiz. En una placa que me realizan detectan que además del esguince tenía una quebradura que nunca me trataron y me dijeron que no me pusieron bota por qué había pasado mucho tiempo y porque era gorda. Aquí las sesiones eran de 40 minutos y tuve 60 consecutivas, igual mi pie jamás llego a recuperarse porque desde el principio recibí mal tratamiento.

Consulte a otro médico en IOMA y al ver la resonancia me dijo que estaba quebrada y que solo tenía solución si me operaba y empezaba nuevamente rehabilitación.
El médico Gentile me sugirió continuar con kinesiología y no me quiso dar el alta ese día. A los dos días tenía turno con el Dr. Paiz y me pregunto que había dicho el otro médico. Al contarle se enfureció y lo llamó para que a la siguiente semana me dieran el alta.

El último maltrato que recibí fue cuando luego de esperar más de tres horas para recibir el alta y por fin lograr que me atendieran el Dr. Cid Casteulani me dijo que “por personas como usted está el país así, lleno de vagos”. Aparte hizo hincapié en que por mi peso no podía mejorar. Me indigné y le respondí que “por médicos como usted estamos así los trabajadores, por la mala atención y el mal diagnostico que realizan”. Llamé a la ART e hice la denuncia en la Superintendencia de la capital. La Dra. Evangelina Ceravola me hizo otra placa, le mostré la resonancia y le conté todo lo que viví en este tiempo. Ahora estoy esperando la resolución para volver al tratamiento o que me den el porcentaje de discapacidad que me corresponda.

Esta es la forma en que actúa el Estado cuando sufrís un accidente laboral. Somos muchos los que desde hace años tenemos nuestros cuerpos deteriorados, con hernias de disco, tendinitis, problemas en los huesos. Las marcas las llevamos en nuestros cuerpos. Y a veces las soportamos sin reclamar nada porque somos, en muchos casos, sostén de familia.