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Red Internacional
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POSTAL DE CAMPAÑA. El puñetazo a Rajoy, la impotencia y la juventud sin futuro

El puñetazo que recibió Mariano Rajoy en la noche del miércoles por parte de un joven mientras hacía campaña en Pontevedra es una postal discordante en el marco de una campaña anodina. Entre tanta vacuidad, videopolítica y debates de bajo vuelo, la impotencia y la falta de futuro emergen como un puño desesperado.

Diego Lotito

Diego Lotito @diegolotito

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Jueves 17 de diciembre de 2015

Foto: Diario de Pontevedra

Los hechos

Mariano Rajoy fue agredido en la noche del miércoles mientras hacía uno de sus clásicos paseos de campaña por el centro de Pontevedra, nada menos que su ciudad natal. Un joven de 17 años se acercó al presidente del Gobierno y con su puño izquierdo le propinó un duro golpe en el rostro, rompiéndole las gafas que acabaron el suelo y dejándole un visible moratón.

El momento exacto en que Rajoy recibe el puñetazo fue documentado por una cámara del Diario de Pontevedra y en poco tiempo se viralizó en las redes sociales.

Inmediatamente el equipo de escoltas del presidente inmovilizó al joven, que posteriormente fue detenido por la Policía Nacional y podría ser acusado de atentado contra la autoridad.

Por ser menor de edad, ha sido puesto por la Policía a disposición de la Fiscalía de Menores de Pontevedra, que abrirá un expediente. Su suerte está ahora en manos del fiscal que instruya en el caso, el cual puede decretar la imposición de medidas cautelares e incluso la reclusión preventiva en un centro de menores. Aunque dicha decisión dependen de múltiples factores que van desde la calificación provisional del delito, hasta la evaluación psicológica del joven.

Al ser detenido el joven, identificado como Andrés de V.F., dijo que estaba “muy contento de haberlo hecho” y antes de entrar en el coche policial, hizo la señal de victoria.

Las reacciones políticas

A poco de conocerse la noticia, los candidatos de los principales partidos han salido a condenar los hechos y solidarizarse con el presidente de Gobierno, interesándose por su estado de salud. Entre los primeros estuvo el candidato del PSOE, Pedro Sánchez. Desde un mitin en Murcia dijo que “En nombre de todos los socialistas y el mío propio le quiero trasladar nuestra solidaridad y condenamos la agresión que ha sufrido”.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, expresó su preocupación y le envió un SMS a Rajoy, al igual que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que utilizó el mismo sistema para contactarse con Rajoy y conocer su estado de salud. El jefe del Ejecutivo le contestó: “Estoy bien, muchas gracias”.

El candidato de IU-Unidad Popular, Alberto Garzón, también se manifestó sobre los hechos censurando la agresión a Rajoy: “En política es censurable todo comportamiento violento. La política es un instrumento necesario para transformar la sociedad y siempre tiene que hacerse a través del diálogo y de mecanismos pacíficos. Censuramos radicalmente cualquier comportamiento violento y esperamos que desde luego Mariano Rajoy pueda recuperarse”, dijo en declaraciones a la prensa.

Rajoy también recibió mensajes de solidaridad del rey, de los dirigentes de su partido y de presidentes autonómicos (incluidos Artur Mas y el lehendakari Iñigo Urkullu).

La condena unánime por parte de todo el arco político, sin embargo, no se expresó del mismo modo en las redes sociales. A poco de conocerse la noticia, comenzaron a proliferar cientos de tuits y posts en Facebook poniendo en contraste la violencia que ejerce el Estado con el golpe recibido por el presidente del Gobierno.

La verdadera violencia son los desahucios, la represión a los inmigrantes, la persecución a la juventud, el asesinato sistemático de mujeres por ataques machistas, el paro, la miseria generalizada. Esa es la otra lectura de los hechos. No la de los candidatos en campaña, sino la de gente de a pie que vio la noticia con otros ojos. Gente como el buen número de vecinos de Pontevedra que, cuando el joven era trasladado desde la comisaria a la Fiscalía de Menores, lo aplaudía y vitoreaba con entusiasmo.

La impotencia y la juventud sin futuro

Más allá de lo impactante de la noticia -y especialmente de las imágenes grabadas en video-, cabe preguntarse: ¿qué expresa el arrebato de este joven? Lo ocurrido no puede concebirse como un hecho aislado. O puede, pero sería una visión superficial.

En el marco de una campaña electoral que ha hecho del discurso vacío, la videopolítica y los debates de bajo vuelo sus principales características, el puñetazo a Rajoy tiene mucho de simbólico.

Simboliza el odio que Rajoy causa en millones de personas de los sectores populares, la clase trabajadora y sobre todo la juventud. Sus políticas de recortes, de represión política y social, sus casos de corrupción, han indignado a millones. Que el protagonista sea un joven de 17 años no es casualidad; hay toda una generación de jóvenes a la que los políticos de la “casta” y los grandes empresarios le han robado literalmente el futuro, condenándolos al desempleo, la exclusión social, la expulsión de las universidades y el trabajo basura.

Pero también simboliza la impotencia. Un acto individual, desesperado, cuyas consecuencias en favor de los intereses de los trabajadores y la juventud se sabe de antemano que serán inexistentes. En última instancia, hechos así expresan una cruda realidad que hay que combatir.

El bloqueo y desvío del proceso de movilizaciones sociales que se abrió con el 15M y las huelgas generales, llevó a la consolidación de mediaciones reformistas que hoy no representan más que proyectos regeneracionistas de “lo viejo”. El discurso de pelear la “centralidad política”, a la vez que ha contribuido a anestesiar muchas luchas y aupar nuevos gobiernos municipales -que ni siquiera se proponen aplicar sus propios programas moderados de reformas-, ha dado oxígeno a los viejos partidos del régimen y un nuevo partido de derecha moderna como Ciudadanos.

Este cuadro, que está llevando a muchas personas a reconocer los límites de las distintas variantes políticas reformistas, también puede llevar a muchos jóvenes a salidas personales y políticas desesperadas. Pero lejos de ser una alternativa, la desesperación -producto de la impotencia- sólo puede ser la madre de nuevas y duras derrotas.

Por el contrario, lo que hace falta es mirar el futuro con la convicción de que puede ser nuestro, de que nadie podrá arrebatárnoslo. Una convicción que hace falta para retomar el camino de la movilización social, para “volver a las calles”, para “despertar” las fábricas y centros de trabajo, para construir una alternativa política que una millones con el objetivo de terminar con el Régimen del ’78 y con el capitalismo.


Diego Lotito

Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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