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Red Internacional
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ITUZAINGÓ. Es albañil, tiene 5 hijos y si no trabaja no pueden comprar comida o una garrafa

Estas palabras pertenecen a un trabajador de la construcción. En el marco de esta crisis, si no sale a trabajar se le hace imposible hasta comprar una garrafa. Ganancias millonarias para las empresas energéticas, y exposición a la pandemia para los trabajadores.

Viernes 27 de marzo de 2020 18:59

Soy obrero de fábrica, vivo con mi compañera, su hija y tengo un hijo adolescente. Además, comparto terreno con mis suegros mayores. En mi casa viene trabajando un conocido que es albañil. Es un joven trabajador, tiene 32 años y 5 hijos. Cuando arrancó la cuarentena obligatoria me pidió seguir trabajando porque si no, su familia no come o no puede comprar una garrafa.

Desde que empezó a trabajar en casa, le pregunté cómo venía el tema del laburo. Me contó un par de historias que me impactaron. Trabajando para sectores de clase alta, sufrió todo tipo de destrato, desde que lo dejen encerrado en un cuarto “hasta que termine el trabajo” o que no le paguen.

Vive en un barrio de Merlo donde no hay conexión a la red de gas. Este relato muestra la verdadera cara que hay detrás de las cifras que vemos en la tele o en los diarios. Según el Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, el 37,5% de la población urbana es pobre. Es la cifra que representa a quienes padecen déficits en la alimentación, vivienda, salud, educación, trabajo y servicios básico. Estos índices implican que 16 millones de argentinos viven en la pobreza y 3,6 millones en la indigencia. ¿Qué cuarentena puede hacerse en estas condiciones?

Como obrero, no puedo ver que haya gente que pase por esto. Los medios de comunicación o el Gobierno nos quieren dividir, enfrentándonos entre quienes hacen la cuarentena y quienes tienen que romperla para salir a trabajar. El Ministro Guzman ofreció un ingreso familiar de emergencia, pero con 10 mil pesos no alcanza para mantener una familia. Hablamos de la realidad que padecen 5.259.000 los trabajadores no asalariados o por cuenta propia, o sea el 25% de los ocupados en todo el país, según los datos del INDEC.

Mientras, las empresas energéticas se la llevan en pala. ¡Más de 3 millones por día se llevaron en el gobierno de Cambiemos! y las tarifas subieron más del 2.000 %.

¿Por qué no se suspende la facturación para los que reciben el ingreso familiar de emergencia mientras dure la crisis? ¿Por qué ante la crisis no se retrotraen los aumentos de las tarifas a noviembre del 2017? Los servicios públicos no pueden ser un negocio, son un derecho.

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Alimentar una familia con 5 niños en este contexto, se hace muy duro. Si bien, los y las docentes se han puesto a disposición en muchos municipios, organizando bolsones e intentando ayudar a las comunidades, los recursos que bajan desde el Estado son insuficientes. Paquetes de galletitas, alimentos secos, que, además, no pueden cocinarse sin agua y gas.

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El Gobierno se arrodilla ante los bonistas y el FMI, pero el presupuesto en educación no se aumentó ni un centavo. Necesitamos que la plata vaya para educación, salud, salarios, y vivienda, no para la deuda.

Desde los trabajadores podemos mostrar una salida a esta crisis. En todos lados nos encontramos también con ejemplos de cómo los docentes se organizan y se ponen a disposición de los pibes y sus familias.

También nos ayudamos entre los trabajadores. En la fábrica donde trabajo, por ejemplo, decidimos votar guardias y grupos rotativos porque sabemos que muchos tienen familias y se les complica cuidar a los chicos o viajar todos los días si vienen de barrios alejados.

Hay que profundizar este camino para exigir mejores condiciones de trabajo, de vivienda y educación. Hoy lo hacemos porque vivimos una pandemia, pero va más allá, porque lo que se puso al desnudo fueron las condiciones de precarización de la vida estructurales de la clase trabajadora. No vamos a naturalizar vivir de esta forma. Hay que organizarse para cambiar esta situación de raíz.