Cuando llamás por teléfono a La delicia Felipe Fort S.A, más conocida como Felfort, la alimenticia ubicada en pleno barrio de Almagro en CABA, el sonido de espera es una musiquita que te hace pensar que sos bienvenido al mundo de la fantasía. Bueno, no es así.
Viernes 3 de julio de 2020 17:11
Ese mundo de la fantasía, donde brillan los envoltorios de los bombones, donde el aroma a vainilla, a cacao puro, a dulce de leche, a las distintas esencias, es sólo lo que se ve, lo que se percibe con el olfato y con la vista. Lo que los trabajadores sentimos en el cuerpo es otra cosa.
Nunca Felfort se caracterizó por las condiciones ideales de trabajo en las líneas de producción. Siempre tuvimos que pelear contra la patronal por los ritmos acelerados, que trajeron como consecuencia las espaldas rotas, las manos con problemas de tendinitis y otras patologías referidas a los movimientos repetitivos que realizamos.
Pero en esta situación de pandemia se recrudece la bronca, la impotencia de los trabajadores, porque estamos lidiando con el miedo al contagio de Covid 19, en la calle, como todo el mundo y adentro de la fábrica. Somos esenciales dicen, pero las golosinas no son esenciales. Y si lo somos, nunca nos cuidaron como a tales, no se aplicó un protocolo de seguridad e higiene conforme a las necesidades de los trabajadores, sí, de acuerdo a las necesidades de la empresa, a la necesidad imperiosa de producir y producir a costa de nuestra salud.
El lunes 22 de junio, nos retiramos de la fábrica 70 y pico de personas por haber tenido contacto estrecho con un primer compañero confirmado con diagnóstico de Covid 19. Al día siguiente se retiró otra tanda y el miércoles 24, tras un paro contundente de los 40 y pico de trabajadores que quedaban en planta, se retiraron casi todos los compañeros que quedaban.
Hoy, a 11 días de conocerse el resultado del primer caso, ya ascendió el número a 33 compañeros contagiados, más la sospecha de contagio a sus familias. Muchos más se encuentran esperando el resultado del hisopado. Otros, esperando la ambulancia para hisoparnos, con mucha tardanza porque está colapsando el sistema de salud.
A algunos compañeros, el miércoles 24, los mandaron a testearse a la obra social, exponiéndose en la calle, a más contagios o a contagiar a su paso a quienes se cruzaran. Todos tratando de cubrir con certificados su aislamiento porque eso es lo que requiere el Servicio Médico de Felfort, cuando es la empresa la que tiene que hacerse cargo de los test a todo el personal. Pero no, la fábrica sigue abierta, con algunos compañeros adentro, sin mandarlos a testear, así que cuando termine nuestro aislamiento preventivo, aún corremos riesgo de contagio, volviendo a la fábrica.
No fue suficiente la máscara de acrílico, nos culpaban por comer todos juntos en el comedor, cuando sabían que los horarios de comida no daban abasto para tanta gente, nos culpan de los contagios, aludiendo a los contactos en los horarios de comida y desayuno, cuando en sectores como en “Paragüitas” trabajamos todos amontonados, cruzándonos todo el tiempo, sin la distancia de un metro y medio entre cada operario u operaria, con máscara pero sin barbijos otorgados por la empresa para que las gotitas de saliva no salpicaran las mesas de trabajo, tensionados todo el tiempo con el lavado de manos, no tocarnos la cara, no acercarnos ni hablarnos de frente, tocando picaportes, ascensores, canillas, etc. La concentración extra puesta en la higiene además de la que tenemos que poner en realizar bien y rápido nuestro trabajo es totalmente estresante. Otro factor para que bajen nuestras defensas.
La pregunta es: ¿Por qué? ¿Para Qué? Exponer la vida de los trabajadores, ahora muchos de ellos con síntomas muy molestos, internados, o aislados lejos de sus familias, cuando toda esta situación podía haberse evitado. Todo el mundo haciendo horas extras y es entendible por lo apremiante de la situación económica, dejando la salud ahí, llegando a sus casas ya de noche, con los cuerpos cansados, las defensas bajas.
El virus hizo estragos, entró a Felfort y se desparramó por todos los sectores, recorrió los 6 pisos, no discriminó por sectores como muchas veces hace la patronal.
Entrar hoy por hoy a Felfort es arriesgar nuestra salud y la de nuestra familia, es ir con miedo, con bronca, porque nos obligaron a trabajar en plena cuarentena ateniéndose al decreto del gobierno que dice que Alimentos son esenciales.
Los Paragüitas no son esenciales, 22 personas en una habitación de 6x6.
Las golosinas no son esenciales, las vidas de los trabajadores sí.
Si llamás a Felfort y escuchás la musiquita que te invita al mundo de la fantasía, acordate que ahí adentro se contagiaron 33 trabajadores y que a la empresa le importa un pito, porque nunca cerró ni desinfectó y el Gobierno de la Ciudad no actuó tampoco al respecto, mucho menos el Sindicato de la Alimentación (STIA).
No es el edificio donde vive Belén Francese, es una fábrica que fabrica golosinas en plena cuarentena, que se llena los bolsillos creando un mundo de fantasías, pero ahora, tenemos 33 compañeros contagiados, algunos internados.
Eso es real, ponele la musiquita que quieras.