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Red Internacional
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GATILLO FÁCIL // TUCUMÁN. Ismael Lucena: la sentencia a los policías sería dada a conocer el jueves

Ayer las partes realizaron sus alegatos. La fiscalía y la querella pidieron cadena perpetua para Becero y Monserrat.

Martes 26 de abril de 2016

La sentencia a los policías Mondino Becero y Arturo Monserrat en el juicio por la muerte de Ismael Lucena y lesiones a Marcelo “Pipí” López será dada a conocer este jueves 28 a las 14. El tribunal compuesto por los jueces Alicia Freindenberg, Dante Ibañez y Néstor Rafael Macoritto pospuso la decisión en la que también se incluyen a los policías Rubén Tejerina, Antonio Zelarayán y Francisco González, acusados de encubrimiento (González además está imputado por amenazas a López).

En la audiencia de ayer la fiscalía, la querella y los defensores realizaron sus alegatos. La fiscal Estela Giffoniello pidió cadena perpetua para Becero y Monserrat por homicidio agravado, abuso agravado y lesiones agravadas. Lo mismo exigió la abogada Julia Albarracín, querellante por la familia Lucena. Junto con la intervención de Pablo Gargiulo, querellante por Pipí López, sus argumentos se centraron en demostrar la coautoría de los dos policías y la responsabilidad de Becero en el golpe con el arma que le produjo un politraumatismo craneal.

La fiscalía y la querella también pidieron 8 años de prisión para González y 6 años para Tejerina y Zelarayán. A las acusaciones de encubrimiento agravado, falsedad ideológica de documento público e incumplimiento de los deberes de funcionario público. A González se le imputa además amenazas agravadas.

En la noche de noviembre de 2011, Becero y Monserrat salieron –de civil, el primero armado con su 9 mm reglamentaria y el segundo con una escopeta tipo itaka– a la caza de supuestos ladrones cuando comenzaron a correr hacia Ismael y Pipí, quienes venían de visitar a una amiga. Al verse perseguidos, Ismael y Pipí corrieron pensando que los querían asaltar, buscando refugio. Finalmente, tras efectuar disparos son atrapados en la galería de la casa de un ex policía. En el juicio los testimonios señalaron a Mondino como el que golpeó a Ismael en la cabeza con una arma, mientras Pipí se encontraba en el suelo. “Te voy a matar chorrito”, le dijo Monserrat apuntándolo con la escopeta.

Pipí señaló que Tejerina, Zelarayán y González se presentaron en el lugar (el testimonio del dueño de la casa afirma que no había nadie en la comisaría), llevándose a Ismael y a él a la comisaría de Las Talitas, dejando ir a Becero y Monserrat. En la comisaría, González los obligó a firmar un acta donde manifestaban que habían sido agredidos, desconociéndose los autores. Si no firmaban eso, quedaban detenidos. Luego fueron dejados cerca del CAPS de El Colmenar. Ismael morirá a las horas en el hospital Padilla producto del golpe.

“No se murió por mala praxis, se murió por ese golpe”, dijo la fiscal en referencia al golpe con el arma de Mondino y a la estrategia de su defensor Cergio Morfil. “Mientras uno hacía una tarea, el otro hacía otra”, agregó en relación a la coautoría.

En búsqueda de la impunidad

En su turno, Morfil comenzó su alegato rechazando “la justicia asamblearia” y pidiendo la absolución de Becero ya que “se abusa de los delitos”, rechazando las imputaciones. El abogado sostuvo que no se trató de un homicidio agravado sino que la figura legal es la de homicidio preterintencional (con pena de 3 a 6 años de prisión), argumentado que Becero nunca quiso matar a Lucena, y que el uso del arma fue usada de manera “impropia” (“si se quiere matar, se dispara”).

Morfil basó su argumentación en la “extrema inseguridad”, equiparando el accionar de Becero y Monserrat con una “confusión”, y para colmo trasladando la responsabilidad a Ismael y Pipí (“la confusión la tienen los dos lados”, sostuvo). No perdió oportunidad en echar un manto de sospecha sobre las víctimas: “no eran del lugar los chicos”, “si no tienen nada que ocultar se quedan quieto”, “si se tiraban al piso no pasa nada”, fueron algunas de las afirmaciones.

Becero y Monserrat fueron presentados como policías bienintencionados que acudieron al pedido de los vecinos para “frenar la inseguridad”. Además, Morfil sostuvo que se trató de “un solo golpe” y que a eso “los policías lo hacen en todos lados”, “no estaban en un barrio privado”, intentó justificar, naturalizando la violencia policial. “Aunque fueran delincuentes, nada justificaba lo que hicieron”, le contestó la fiscal, quien además remarcó que todas las pericias afirman que ese solo golpe bastó para producir un daño irreversible.

Eduardo Blasco, defensor de Monserrat, criticó la “mediatización de la causa con la bandería de los derechos humanos” y sostuvo que el proceso es una “ceremonia de expiación”. “Es la historia de una tragedia, la neurosis de una sociedad violenta. El miedo es un resorte ante la desprotección del Estado y surge la autoprotección”, sostuvo Blasco, repitiendo la argumentación de Morfil. Rechazando la coautoría por parte de Monserrat del homicidio y pidiendo su absolución, el defensor hizo referencias constantes a la “inseguridad”.

En sus alegatos Néstor Mussi, defensor de Tejerina y Zelarayán, y Nilda González, defensora de González, se limitaron a repetir los testimonios de sus defendidos, pidiendo la absolución. La defensora González trató de “mentiroso” a Pipí López, por la denuncia de amenaza que pesa sobre González. Existe una grabación, donde se ve a González frente al domicilio de Pipí, a dos días de un careo en febrero de 2012. “No te presentes porque te va a pasar lo mismo que a Lucena”, lo amenazó González.