Empezamos una serie de notas que intentan sacar a la luz las luchas obreras más importantes de la región y que surgieron al calor del ascenso de los años 70, la resistencia contra la hiperinflación en los 80, las privatizaciones en los 90, y post 2001.
Sábado 14 de mayo de 2016
El 5 de mayo se cumplió el 215 aniversario de la fundación de la ciudad de Ensenada. El intendente Mario Secco (FpV), junto a funcionarios, empresarios, representantes de la Iglesia y militares conmemoraron el día. Fechas patrias, santos, desfile cívico-militar y un acto acompañaron el relato que fortalece la visión del mito fundador de la patria “justa y soberana”. No estuvieron presentes en su fábula ninguna de las grandes gestas obreras que protagonizó este partido y que son parte de su historia; así como tampoco hubo ninguna mención a las luchas bajo el gobierno kirchnerista, ni a las peleas actuales de los trabajadores de Astillero Río Santiago, de los docentes y auxiliares contra el cierre de paritarias y el ataque al derecho de huelga del gobierno de Macri.
Al Estado y los patrones les conviene que los trabajadores olviden
En la plaza principal de Ensenada, hoy en día hay un monumento a Perón y Eva Duarte, enfrente la Iglesia y la Cámara de Comercio. ¿Cuántos de los trabajadores municipales, jóvenes obreros de Astillero, de YPF, de Copetro y Siderar, docentes y estudiantes secundarios, que circulan diariamente por ahí saben que en esa misma plaza cuatro décadas atrás se recuerda uno de los hitos más importantes del movimiento obrero de la región? El 3 de julio de 1975, más de 3 mil obreros de Astillero y Propulsora se reunían en la Plaza Belgrano para movilizar hacia la Uocra, en la ciudad de La Plata –donde estaba la sede provisoria de la CGT– contra el terrible ataque a las condiciones de vida que quería imponer Isabel a través del Plan económico del Ministro Rodrigo. Astillero y Propulsora dieron impulso y fueron los pilares fundamentales de lo que se llamó “La Coordinadora”, que nucleaba a los delegados y activistas de las fábricas más combativas de la región.
No es de extrañar el “olvido”. Los representantes políticos de las clases dominantes recrean la historia a imagen y semejanza, construyen relatos que trasforman en leyenda e intentan borrar de la memoria colectiva la historia de la lucha de clases. Aquí tuvo como protagonistas principales a trabajadores de las fábricas más importantes que aún hoy mantienen presentes las huellas de un pasado de lucha y organización que, de a poco, intenta volver. Este legado con sus puntos fuertes y débiles constituye la memoria de las gestas históricas y políticas que queremos conservar y recrear para las generaciones presentes y próximas.
Los hechos y sus protagonistas: La huelga de los petroleros de 1968
El gobierno militar del gral. Juan Carlos Onganía intentaba liquidar las conquistas de los trabajadores y darle lugar al capital extranjero revocando medidas de nacionalización, control de capitales y sancionando una ley de “arbitraje” obligatorio que condicionaba la posibilidad de hacer huelga. En este contexto, entre el 25 de septiembre y el 26 de noviembre de 1968, 7.000 trabajadores petroleros de Ensenada fueron a la huelga, dando lugar a un nuevo momento de conflictividad obrera en la región. El disparador fue una circular firmada por el administrador militar de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en la que se informaba que entraría en vigencia la jornada laboral de 8 horas diarias, en reemplazo de las 6 horas que regían hasta entonces. Además, se anunciaba la reducción del tiempo de refrigerio y la derivación del personal excedente a distintas funciones.
El comité de huelga enfrentó una dura lucha contra la empresa y el gobierno de Onganía que decían que la fábrica funcionaba normalmente. La burocracia de SUPE dirigida por Adolfo Cavalli quería levantar el paro como condición para negociar. Si bien el conflicto no logró nacionalizarse a otras plantas y terminó en una derrota, su impacto fue muy importante en la rama. Los huelguistas demostraron una gran combatividad que se mantuvo durante dos meses logrando la unidad entre obreros y estudiantes. Fue una de las últimas huelgas que se perdieron previamente al ascenso del Cordobazo.
“La huelga grande” de 1974
El Mayo francés de 1968, el Otoño Caliente Italiano, las extraordinarias movilizaciones en Bolivia que dieron lugar a la constitución de la “Asamblea Popular” en 1971; los Cordones Industriales en Chile durante el gobierno de Salvador Allende fueron el contexto internacional –junto al regreso de Perón desde el exilio– en el que se desarrollaron las heroicas acciones que el 29 de mayo de 1969 dieron lugar al Cordobazo e inauguraron un proceso revolucionario que se extenderá hasta el golpe militar de 1976.
En este marco, el 23 de mayo de 1974 los trabajadores de Propulsora (hoy Siderar) se reunieron en asamblea para exigir aumento de salarios. A partir de ese momento se inició una toma de fábrica y una huelga que se extendió durante más de 100 días obteniendo un importante triunfo que desarrolló la lucha en toda la región dando comienzo a un nuevo proceso que se transformará en el antecedente inmediato al surgimiento de la Coordinadora de La Plata, Berisso y Ensenada. La “huelga grande” como quedó marcado en la memoria colectiva de los obreros, combinó la toma de fábrica, piquetes, el paro, huelga de brazos caídos, el boicot a la producción, asambleas masivas y movilizaciones obrero-estudiantiles de la cual participaban 5.000 trabajadores.
Al mismo tiempo se organizaron comisiones de solidaridad, difusión y defensa de la planta frente a las provocaciones organizadas por la burocracia sindical de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), la policía y grupos parapoliciales. En el transcurso de la lucha organizaron un nuevo Cuerpo de delegados de 33 obreros y una comisión interna de cinco integrantes que se transformaron en la dirección del conflicto, frente a la huida de los delegados de la UOM que habían asumido mediante una elección fraudulenta. Fue parte de las “huelgas salvajes” y de las rebeliones antiburocráticas que se desarrollaron en el 74 como parte del enfrentamiento de la clase trabajadora al Pacto Social.
Pasado y presente. Recuperarlo para ir por más
El sentido de rescatar estas experiencias no solo tiene un fin histórico, sino también profundamente político. Durante la década kirchnerista, el discurso del gobierno le dio lugar a los sindicatos burocráticos afines y a los movimientos sociales sin peso en las grandes industrias. Relegó a la clase trabajadora e intento inmovilizar en invisibilizar su fuerza social. Sin embargo, surgió una nueva generación obrera –muchos de ellos precarizados– nuevos activistas y delegados, nuevos referentes surgían desde abajo en lo que se llamó “sindicalismo de base”. Por la televisión ya no se entrevistaba solamente a los burócratas de siempre, a los Moyano o Caló. Estos nuevos dirigentes que surgieron al calor de la experiencia con el gobierno kirchnerista, la patronal y la justicia protagonizaron conflictos importantes en la región como fue el de Mafissa (ex Petroquíma) en el año 2008.
La práctica sindical y política, la organización democrática desde las bases, acumulada en los años de “gimnasia” de lucha contra el gobierno de Néstor y Cristina, se manifiesta hoy en la bronca y organización que empieza a surgir contra los despidos en el sector público y privado, los tarifazos y los ataques a los derechos democráticos de la clase trabajadora y la juventud que está imponiendo el macrismo, frente a la tregua que le dan los grandes sindicatos de la CGT, UOM, CTA entre otros. Retomar críticamente las experiencias de lucha y combatividad de las viejas generaciones es también una tarea de primer orden para las nuevas camadas de jóvenes trabajadores que empiezan a organizarse y a resistir los planes de ajuste. Esa es también nuestra tarea militante.