Recalde, en plena campaña en la Ciudad, no deja pasar oportunidad para diferenciarse del macrismo y su lógica pro empresarial. Pero si miramos su gestión al frente de Aerolíneas Argentinas y los millonarios gastos realizados en sistemas operativos importados, la brecha se desvanece y no pasa de un discurso electoral.
Miércoles 17 de junio de 2015
Fotografía:Flicker
En el año 2009, durante la comparecencia en el Congreso por parte de la flamante gestión de Aerolíneas Argentinas, el CEO de la empresa Mariano Recalde y el entonces Gerente Económico Financiero, Axel Kicillof, se vieron en problemas al momento de explicar a los legisladores los números rojos de la compañía. Los acompañaba Juan Pablo Schiavi, ex Ministro de Transporte, uno de los responsables políticos de la tragedia de Once, sucedida poco tiempo después.
Fue en ese año, cuando se hizo evidente la necesidad de contar con un sistema informático que ordene mínimamente el desmanejo económico de una Aerolínea, donde los sistemas obsoletos y segmentados y la existencia de pequeños “quioscos” por doquier; una herencia que había dejado la impune gestión de Marsans, era moneda corriente.
Los obsoletos sistemas de Aerolíneas
Cada sucursal del interior y del exterior llevaba las cuentas en un robusto pero antiguo sistema creado por programadores de la empresa (ARACS-SUCEX) que debía ser corrido en un arcaico sistema DOS, totalmente offline y sólo comunicado con Buenos Aires por unos diskettes de 3,5” que se enviaban por correo interno una vez por mes.
En tanto en las oficinas de Perú 2, en el centro porteño, un “batallón” de empleados cargaba manualmente los datos de los pasajes ya volados para su contabilidad. Los gastos se aprobaban a sola firma de jefes o gerentes, con escaso o nulo control por parte de nadie. Era claro que algo nuevo había que implementar.
La solución no sería nac&pop sino importada… y en dólares
Algún kirchnerista progre, envalentonado con la gesta heroica de “la 125” que gravaba la exportación de granos, inmerso en la lucha acérrima contra la corpo mediática, podría haber tenido alguna idea “nacional y popular” frente al problema presentado. Por ejemplo, convocando a las Universidades Nacionales para la creación de un nuevo sistema inteligente, 100 por ciento argentino, que sería orgullo de las futuras generaciones y se convertiría en modelo para aplicar en las futuras empresas que el “proyecto nacional” seguiría expropiando.
Tal vez llevaría dos o tres años ponerlo en marcha, pero sin duda valía la pena. Sin embargo, se ve que nosotros tenemos demasiada imaginación, eso sin dudas no sucedió. Por el contrario, los gerentes de la heterodoxia económica no vieron la cosa con la óptica del populismo épico, sino con la del pragmatismo neoliberal.
Lejos de pensar en desarrollar un sistema propio, se pusieron a ver qué podían comprar llave en mano para salir de la libreta de almacenero y entrar a la nueva era. Fue entonces que ascendieron a Nicolás Cevela (un antiguo compañero de militancia de Kicilloff en la agrupación TNT de la Facultad de Económicas de la UBA) al cargo de Gerente de Compras Generales, con el objetivo de realizar el mejor contrato posible con alguna de las consultoras que implementan la estrella mundial de los sistemas de administración: SAP.
SAP AG (Systeme, Anwendungen und Produkte, en español Sistemas, Aplicaciones y Productos), con sede en Walldorf (Alemania), es considerada como el tercer proveedor de software del mundo y el mayor de Europa. En 2005 sus ingresos fueron de 8.513 millones de euros en todo el mundo. Hoy en día negocia acciones por más de 90 mil millones de dólares sólo en la Bolsa de Nueva York.
La confusa licitación que ganó Deloitte
La decisión de contratar SAP fue discrecional, casi tan naturalizada como la elección de Windows como sistema operativo. Se licitó el contrato de la consultora, ganó la norteamericana Deloitte, que había sido contratada en 2008 por Marsans para valuar Aerolíneas ante el proyecto del gobierno de “nacionalizar” una parte de la empresa a través del empresario López Mena.
Según el boletín de industria aerocomercial que edita la consultora SGR “Un dato llamativo, es que la negociación con Deloitte demandó más de un año y medio. Otro dato sorprendente es que el contrato se hizo por mensualidades y no por etapas cumplidas (certificados de obras). Proyectada la implementación en 18 meses, la misma debió extenderse por tres más”.
En 2011 desde la dirección de Aerolíneas anunciaban que se encontraba “en proceso de contratación la implantación” de “un sistema integrado con una única base de datos que ayudará a adoptar las mejores prácticas administrativas y contables, y de una diversidad de datos de gestión que permitirán a nuestros equipos gerenciales optimizar las decisiones en base a datos precisos, oportunos y más completos”. Anunciaban que el proceso duraría 18 meses.
El 1 de agosto de 2014 se forzó el “cuto ver”, es decir la puesta en marcha del sistema de forma apresurada, lo que generó un caos enorme. La parálisis en la cadena de pagos generó problemas en todos los ámbitos de la empresa.
Hoy, sin que sean públicos los contratos firmados ni sus montos, la dirección de la empresa de bandera nacional, se jacta de haber “invertido” más de 17 millones de dólares en la implementación de este sistema. Se supone que este monto incluye gastos en hardware y contratación de personal. Si pensamos en una exageración como una computadora nueva por usuario SAP al excesivo costo de 500 dólares cada una, estaríamos hablando de 500 mil dólares. Aún quedarían 16500 millones de dólares para explicar. Sin embargo miles de trabajadores de la empresa no disponemos de una computadora, y miles las compartimos.
El colmo es que la compra del sistema SAP es relativa. Se obliga a Aerolíneas Argentinas a seguir pagando de por vida una mensualidad (que obviamente no es pública) por el uso de las licencias y el mantenimiento de los servidores.
Hoy este sistema está funcionando a media máquina y a más de 5 años de gestión de Mariano Recalde al frente de la empresa, no cuesta imaginarse el ahorro y la independencia que hubiese dado la generación de un sistema propio. Generando puestos de trabajo para mil programadores, con 14 mil pesos de sueldo a cada uno, en nuestro ejemplo aún gastaríamos menos de 10 millones de dólares.
Claramente entre nuestro ejemplo y la realidad, hay una distancia enorme y un negocio redondo que Deloitte y otros supieron aprovechar. La gestión de Recalde no se diferencia mucho en el modo empresarial que utiliza el marcrismo para gestionar la Ciudad que hoy disputan.