Mientras que por los medios se difunde el discurso oficial de la “efectividad” de la cuarentena que evitó el colapso del sistema de salud, la realidad denunciada por los trabajadores y trabajadoras de la salud, demuestra lo contrario.
Miércoles 29 de julio de 2020 16:33
Por estos días en los medios puede escucharse una fuerte campaña oficial respecto a la efectividad de la cuarentena para evitar el aumento de la curva de contagio que hubiera hecho colapsar al sistema de salud. La misma plantea que esto permitió ganar tiempo desde marzo hasta ahora para reforzar la infraestructura de salud, con la incorporación de unidades de terapia intensiva (UTI), respiradores y nuevas salas de internación. Así, la responsabilidad individual en el cumplimiento del aislamiento y de los protocolos para evitar el contagio, fue el centro del discurso oficial para salvaguardar el sistema de salud.
Si en un primer momento el empoderamiento de las fuerzas represivas del Estado, con un despliegue de violencia inusitado en los barrios populares de todo el país, fue justificado por la “inconsciencia” del “inconsciente que sale”, a la luz de casos como el Luis Espinoza, Walter Nadal o Facundo Castro, resulta hoy insostenible.
Pero la apelación a la responsabilidad individual se mantiene. Este lunes durante el informe oficial de cada día, Mercedes Iberó explicó el aumento de casos en Bariloche por los encuentros realizados por el día del amigo. Anunció que durante los próximos catorce días se verá un aumento de casos producto de la actitud irresponsable de aquellos festejos. Esto en el marco de una ciudad como Bariloche, en la que se declaran 106 casos activos, mientras se abren las actividades turísticas en el Cerro Catedral, no se obliga empleadores como Mi Bus y otros a cumplir con protocolos mínimos y se reabren shoppings y bares como actividades esenciales. Pero reunirse esta muy mal, vaya contradicción.
Al día siguiente, el 28 de julio, se conocía un nuevo “record” de contagios. 73 casos positivos de COVID 19 en la provincia. Lo llamativo es que ante el “record” del día anterior, con 62 casos provinciales, Iberó anunciaba que en Gral. Roca, ciudad con 141 casos activos, había sólo un 60% de ocupación de las camas UTI en la ciudad.
La verdad incómoda
El pasado 23 de julio, con 117 casos en la ciudad, se conoció la denuncia de la directora de la UTI del Hospital Zonal Francisco López Lima, Cristina Orlandi, y del jefe de la UTI del Sanatorio Juan XXIII, Marcelo Cabana, en una entrevista radial a LU18 Radio El Valle. Allí, la Dra. María Cristina Orlandi explicó que la UTI dispone de 10 camas (3 recientemente incorporadas el pasado 16 de julio) ocupadas en un 90%, mientras Cabana explicaba que de las 21 camas UTI del Juan XXIII estaban disponibles solo dos, y una sería ocupada esa misma tarde. Ambos médicos hablaron de la saturación de la terapia intermedia debido a la duplicación de casos, lo cual hace temer el colapso de la UTI ante la posible agudización de algunos casos.
Al día siguiente el ministro de salud de la provincia, Fabián Zgaib, salió a desmentir a ambos médicos al hablar de 44 camas UTI con un 75% de ocupación. En sus palabras el sistema público en Roca cuenta con 20 camas, y hay 24 más en el privado. El sanatorio Juan XXIII lo contradijo respecto a las 11 camas que declaró el ministro, destacando que son 20. Con lo cual según la cuenta de Zgaib habría 53 contando las 13 de la clínica Roca ¿No sería conveniente unificar todos esos recursos sanitarios bajo el control del Estado y gestión de profesionales y trabajadores de la salud ante el avance de la pandemia?
Lo que se destacó en esta entrevista es el despilfarro de recursos públicos durante el “tiempo ganado” con la cuarentena, y la absoluta negligencia respecto al cuidado de los trabajadores de la salud.
Por un lado, la inversión realizada en respiradores fue en desmedro de la aparatología necesaria para su correcto funcionamiento. Orlandi detalló la falta de elementos y recursos humanos para que éstos puedan funcionar.
Del otro lado, abundan los casos de contagios entre el personal de salud. Tres enfermeras de la UTI del López Lima se contagiaron, mientras dos médicos continuaban internados en el Juan XXIII esa misma semana. Pero además está el personal administrativo, Cocineros, personal de limpieza, de lavandería, agentes sanitarios, psicólogos, trabajadores sociales, camilleros, choferes, laboratoristas, y todo el enorme conjunto de trabajadores que sostienen el sistema de salud expuestos al contagio cada día, sin derecho a licencias, sin elementos de protección adecuados, precarizados, tercerizados y con salarios miserables, son invisibilizados en el discurso oficial. Asimismo, ya se sospechan varios casos de contagio intrahospitalario en pacientes internados, un hecho que muestra la precariedad de las medidas sanitarias.
Es necesario que se brinde información certera sobre la cantidad de contagios y testeos en los trabajadores de salud.
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¿Todo bajo control?
La contradicción entre la realidad que describe el personal de salud y la que cada día informa el ministerio de salud, demuestran que no todo “está bajo control” como afirman las autoridades. Las persecuciones, amenazas y sanciones administrativas y sumarios impuestos al personal de salud no hacen más que profundizar estas sospechas. De hecho, luego de las declaraciones de los responsables de terapia intensiva otros trabajadores de la salud expresaron su apoyo en redes sociales y denunciaron el inminente colapso del sistema sanitario de no tomar medidas urgentes en base a la realidad.
Mientras amplios sectores aguardan el “retorno a la normalidad” con el fin de la cuarentena, la fragilidad del sistema de salud, puesta de manifiesto durante esta pandemia, nos muestra la precariedad de las condiciones cotidianas de aquella “normalidad”. Un sistema de salud desfinanciado por décadas, fragmentado, con trabajadores precarizados en sus condiciones de trabajo y salario, un sistema colapsado antes del colapso mismo.
Los contagios no paran de aumentar en el personal de salud, y la curva crece día a día entre la población en general, pero entre los y las trabajadoras en particular, el gobierno continúa apelando a la responsabilidad individual ciudadana. Iberó acaba de repetir la cantinela de que los testeos masivos, algo que desde la izquierda viene planteándose desde los inicios de la cuarentena, son inútiles, fundada en argumentos ridículos. Determinar quiénes son portadores en base al contacto estrecho, es la única forma de evitar que casos asintomáticos continúen propagando la enfermedad sin darse cuenta. Sin embargo, la prioridad del Gobierno de Río Negro, al igual que para el Gobierno nacional, es pagar la deuda externa, no invertir en salud.
Por ello, a más de 120 días de una cuarentena sin GPS, el tiempo ganado a la curva de contagios, no ha servido para fortalecer al sistema de salud invirtiendo en infraestructura y recurso en base al no pago de la deuda, al impuesto las grandes fortunas, unificando el sistema público y privado y reorientando la producción de industrias no esenciales hacia el combate de la pandemia.
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Mientras los sindicatos hacen cuarentena absoluta hace años y no llaman a asambleas o plenarios de delegados en terrible crisis, es necesaria la organización desde abajo con cuerpos de delegados, que se impulsen comisiones de seguridad e higiene con representantes de todos los sectores.
Para que esta crisis sanitaria, económica y social no la paguen los trabajadores hay que organizarse. Este sábado 8 de agosto, a las 17 hs, desde las agrupaciones de salud parte del MAC (Movimiento de Agrupaciones Clasistas), convocan a construir una gran asamblea de las y los trabajadores de la salud. Que sea el puntapié inicial de la recuperación, no solo de las condiciones de trabajo y salario del personal de salud, sino también de la recuperación de un sistema de salud puesto al servicio de los y las trabajadoras y el pueblo, y no del negocio. Porque nuestra salud y nuestra vidas valen mucho más que sus ganancias.