Reproducimos el testimonio enviado por una trabajadora.
Domingo 17 de julio de 2016 12:40
A raíz de las amenazas de Atento Tucumán a sus empleados para que acepten la reducción de horas se ha puesto en discusión las terribles condiciones en las que trabajamos los empleados de estas empresas. Pero en ese estado de cosas las mujeres, como suele suceder, nos llevamos la peor parte.
Hace tiempo trabajo en Atento Tucumán, lamentablemente la empresa se vale de todo tipo de mecanismos para hostigarnos y presionarnos. El principal y más directo es el supervisor.
Nos obligan a llegar a objetivos imposibles, en épocas de crisis cuando todos comienzan a recortar servicios, te imponen hacer 1 o 2 ventas por día, cosa que muchas veces es irrisorio. Tenes (durante 9 meses, con suerte) contrato por tres meses máximo, por lo que te hostigan con correrte sino llegas a sus estándares. En mi caso, al tiempo de ingresar a la empresa quedé embarazada, logré pasar la primera renovación de contrato, entonces notifiqué a mi supervisor del embarazo y pedí en varias oportunidades que me informara sobre cómo presentar los papeles ante recursos humanos, pasaron las semanas y nunca dio respuesta. Ante eso recurrí directamente en la oficina de RRHH y presente los papeles correspondientes. Cuando llegó la hora de la nueva renovación me notificaron mi desvinculación. Ese fue el comienzo de la persecución.
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A los días me notificaron de la reincorporación por tecnicismo legales (no pueden correr a una mujer embaraza que notificó previamente a la empresa sobre su situación) pero se las han ingeniado para amedrentarme todos los días, no me dejaban ir al baño, me obligaron a trabajar estando enferma (40° de fiebre!) extraviaron certificados médicos para no pagarme días de enfermedad, me descontaron días en los que no falté y hasta el ridículo de no pagarme días por supuestas faltas durante mi licencia por maternidad!!.
En los call centers todos sufrimos día a día los vejámenes de una patronal prepotente y avasalladora, hombres y mujeres vivimos la presión de llegar con los increíbles objetivos que nos ponen, pero si sos mujer tenes el agregado de sufrir la discriminación de una empresa misógina que te hace saber a través de sus capataces que nuestro lugar es la casa y si queremos trabajar nos tenemos que aguantar condiciones paupérrimas, siempre con el miedo de llegar un día y ser llevado a la oficina donde los llantos y la rabia son moneda corriente. Se aprovechan de que muchos tenemos una familia que mantener. Pero algo comenzó a cambiar, hay bronca, hay hartazgo. Por eso me sentí feliz al saber que esta semana mis compañeras y compañeros tragaron saliva y con eso el miedo, se pusieron firmes y le dijeron ¡esta vez no pasaran!