La Casa Rosada o el Congreso. La política y la economía en zona de incertidumbre. La rosca en el peronismo. Los ajustes que vienen y la resistencia.
Domingo 6 de diciembre de 2015
“Si la Presidenta no entrega los atributos, lo hará la Corte” disparó Macri en el programa de Mirtha Legrand. Así, sube la escalada verbal e institucional de cara al próximo jueves. Después del sacudón que significó el resultado del balotaje, la política ingresa en la zona de las pequeñas reyertas y maniobras.
Sin embargo, de fondo, siguen los factores que empujan a un ajuste en la economía y a cambios en el terreno del poder político, tanto en el oficialismo, como en el peronismo, ahora opositor.
Emblemas y caprichos
Julio Blanck relata en su columna dominical el caso de un falso enviado del nuevo gobierno que quiso, directamente, robarse la banda presidencial. A eso suma los “aprietes” contra el orfebre Pallarols para que entregara el bastón presidencial al gobierno saliente. De esta marejada de enredos, el periodista concluye que “el falso jefe de Seguridad porteño que quiso escamotear la banda presidencial y la empleada que apretó al orfebre para que entregue el bastón, son piezas de un mismo mecano perverso: el que idearon Cristina y su núcleo de incondicionales para entorpecer de toda manera posible los actos de la transición, símbolo en sí misma de la democracia”.
Avanzando en la misma línea, Joaquín Morales Solá dice en La Nación que “el próximo jueves podría suceder el escándalo ante la mirada de los argentinos y del mundo (…) Cristina podría ingresar en el edificio del Congreso, pero nunca estará habilitada, si no es invitada, para ingresar en el recinto de la Asamblea, donde sólo tienen cabida el Presidente y los legisladores (…) Si ella decidiera entrar en el recinto del Congreso, el escándalo que producirá será político, institucional y también personal. ¿O, acaso, Cristina está buscando un pretexto para declararse ofendida y escaparle, así, a la foto que la registrará entregándole a Macri el bastón y la banda de los presidentes?”
La novela de la entrega de atributos presidenciales, pone en evidencia, también, los movimientos políticos que procesa el peronismo derrotado por estas horas.
Peleas y negociaciones
El mismo Morales Solá afirma que la discusión sobre el traspaso del mando presidencial “provocó una fractura expuesta en el peronismo (…) el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, consideró esa disputa como un conflicto "institucional severo" y acusó a Cristina de no aceptar que un candidato opositor ganó las elecciones (…) Daniel Scioli lo redujo a una mera discusión "protocolar" sin importancia”.
Añade que “el macrismo está terminando un acuerdo con Sergio Massa (…) para sumar en asuntos esenciales sus 40 diputados a los 90 de Cambiemos. Si fuera así, la mayoría en Diputados estaría asegurada”.
Massa es parte de quienes compiten por la hegemonía en el gran espacio opositor.
Eduardo Van der Kooy señala, por su parte dice que “tantas prevenciones de Macri tienen explicación. En la última semana recibió notificaciones inconfundibles: Cristina está dispuesta a ejercer una oposición intransigente contra él. “Con el cuchillo entre los dientes”, según definió un veterano peronista. Habrá que ver cuánto le dura el impulso y qué acompañamiento recibe con el tiempo de parte del PJ”.
El periodista agrega además que “el partido de Juan Perón asoma aún perturbado. Los efectos de la derrota cercana no pasaron. Tampoco la dependencia política y psicológica en que lo sumió el largo liderazgo de los Kirchner (…) La mayoría de los intendentes oficiales que quedaron con vida política luego de octubre se encontraron a mitad de semana (…) se empezó a plantear la necesidad de “deskirchnerizar” al PJ” (…) quedó en ciernes otro debate: la posibilidad de que el FpV quede a futuro afuera de la estructura partidaria. Después del verano deberán renovarse las autoridades. ¿Qué hará Cristina?”.
La pregunta es sesgada. Qué harán Cristina, Scioli, Urtubey y Massa, por solo nombrar algunos, debería ser el interrogante.
El “modelo” que queda
Detrás de la rosca política, está la economía y los profundos límites de la estructura dejada por el proceso de 12 años del kirchnerismo. Si debajo de los adoquines estaba la playa en la Francia de 1968, debajo del Relato, están los números en Argentina 2015.
Horacio Verbitsky señala que “un trabajo que CIFRA difundió esta semana como balance de la década sostiene que “la alianza de partidos ubicados a la derecha del espectro político” que está a punto de asumir el gobierno representa a una “fracción del capital que sigue enarbolando un proyecto excluyente que ya no estaría basado en la valorización financiera sino en la producción agroindustrial bajo el paradigma sojero, así como en un nuevo ciclo del endeudamiento externo a partir de pagarle a los fondos buitre y de devaluar la moneda con el consiguiente efecto negativo sobre los salarios, la ocupación y la distribución del ingreso”.
Lo que no explica, de ninguna forma, es como pudo sostenerse con tanta fuerza dicha fracción y ahora convertirse en poder político estatal. Eso no merece mayores detalles.
Por su parte, Morales Solá señala que “el equipo económico de Macri negocia un acuerdo económico y social con empresarios y sindicalistas. El acuerdo incluiría que todos los precios deberían volver a cómo estaban el último día de noviembre, antes de que comenzara la fiebre alcista. Funcionarios macristas atribuyen su alza a dos factores: a un gobierno que bajó los brazos en el control de los precios y a la picardía de muchos empresarios, que quieren llegar al acuerdo con un buen margen de rentabilidad”.
La “picardía” patronal se llama sed de ganancias. Es congénita a esa clase social. El kirchnerismo no le puso ningún límite real al conjunto del poder capitalista en estos años, solo disputó pequeñas tajadas. El macrismo será el vocero de ese poder económico. Los únicos límites a la “picardía” los impondrá el pueblo trabajador con su lucha.
Los CEOs al poder
Alfredo Zaiat ilustra lo que llama CEOcracia en Página12. “La evaluación sobre el trabajo de los CEO con cargos públicos será en función de los resultados en la tarea diaria de gobierno, pero lo que sí es evidente el mensaje político apuntando a consolidar prejuicios y estigmatizaciones acerca de que el funcionario privado es superior al político o al de carrera estatal. Es una señal similar a la que allanó el camino para las privatizaciones de empresas públicas” afirma el periodista.
Agrega que “paradójicamente, lo público queda asociado a aquello expuesto a la manipulación y la falta de transparencia, mientras lo privado, en cambio, es asociado a aquello desprovisto de interés e imparcial”.
Mario Wainfeld, por su parte, afirma que “los protagonistas con rodaje político distan de ser la marca más característica del gabinete de Macri. El fenómeno político y sociológico más marcado es la proliferación de gerentes o CEO de grandes empresas, muchas de ellas multinacionales extranjeras. Una nueva elite accede al poder político. El discurso macrista considera a su pasado y presente pura virtud: saben administrar, tomar decisiones, son exitosos. Hay, incluso, algo de misional o sacrificial en su paso al sector público. Un criterio vulgar los exime de sospechas preventivas: si ya son millonarios, si ya “la hicieron” no tendrán tentaciones económicas. Es una visión ingenua al mango: si algo caracteriza a los poderosos es ser insaciables. “Estar hechos” es un criterio de personas modestas, en todo sentido”.
La paradoja es que quienes ejercieron el poder político en la “década ganada” se retiran del poder del Estado también “hechos”, con fortunas gigantescas, como es el caso de la misma presidenta.
Impunidad patronal (ayer y mañana)
Discutiendo alrededor de la responsabilidad de las grandes patronales durante la dictadura, Horacio Verbitsky señala en su columna que “ni 2016 es 1976, ni Macrì es Videla, por más que representen intereses afines, aunque no idénticos. Es difícil imaginar un momento más oportuno que ahora para una reflexión al respecto”.
En respuesta a las afirmaciones que hizo Macri en su primera conferencia de prensa “el subsecretario de política criminal Luciano Hazan destacó que no basta con el compromiso del presidente electo de no interferir con el avance de los juicios, ya que cuando se trata de la patronal la reticencia de los jueces requiere de un compromiso activo del Estado, a través de sus distintas dependencias, relevando y suministrando información”.
Lo paradójico de la cuestión es que el kirchnerismo, en 12 años, apenas avanzó sobre las responsabilidades empresariales en el genocidio. Convivió con ellos y tuvo empresarios adeptos.
Cómo no recordar la frase del mismo Carlos Blaquier del Ingenio Ledesma que se definió como “cristinista” y ahora goza del beneficio de la “falta de mérito”.
El kirchnerismo colaboró a la impunidad de esas grandes patronales. Impulsó juicios contra genocidas emblemáticos pero que ya se hallaban retirados de las fuerzas, mientras dejaba miles en funciones. Además dejó intacta la casta judicial que fue cómplice del Proceso y hoy garantiza la impunidad de los Blaquier o los Massot. Del macrismo no se puede esperar nada en este terreno. En su verdadera concepción, "los derechos humanos son un curro".
Como ocurre en el terreno económico y social, la defensa de las conquistas y la continuidad de la lucha contra la impunidad solo se lograrán en las calles, de manera independiente de cualquier variante política que defienda los intereses de sectores del capital.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.