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Red Internacional
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Salud. Manejo del estrés laboral en tiempos del COVID 19 en el hospital Castro Rendón

La Secretaría de las Mujeres organizó un encuentro presencial y virtual entre trabajadores del hospital de la provincia de Neuquén con la psicóloga Maria Eugenia Urraza. Se puso en debate la protección de la salud mental de la primera línea de la crisis sanitaria.

Jueves 23 de abril de 2020 17:58

Con el objetivo de construir una respuesta colectiva a la pregunta ¿quién cuida la salud de los trabajadores y trabajadoras de salud? en el marco de la pandemia, la Secretaría de las Mujeres del Hospital Castro Rendón organizó un encuentro con la psicóloga María Eugenia Urraza, licenciada en Psicología que actualmente se desempeña en el servicio de Atención al Maltrato y Abuso sexual, Línea 102 del hospital.

El encuentro se realizó en el hospital de manera presencial con trabajadores y trabajadoras y virtual. María Eugenia contextualizó que esta situación se da en un mundo globalizado en el cual “vivimos permanentemente en crisis, con un estrés por el desequilibrio entre las demandas y la capacidad de respuesta de todos los sistemas de salud. Además de los otros sistemas, el laboral, la escuela, la sociedad que nos desborda y que es un malestar general de los trabajadores”.

En este sentido, explicó que “esta ansiedad o tensión en la que vivimos, por un lado, funciona como un alerta, como un indicador, que hasta ahora nos permitía ir arreglándonos con las respuestas. Pero este aderezo de la pandemia produce un distres que es una respuesta neurofisiológica que nos activa a nivel físico y mental y por la que ya no podemos lograr un equilibrio o una salida o generar una respuesta a la demanda que recibimos. Las respuestas habituales ya no nos funcionan.

Esta situación se incrementa por ser trabajadores, pero también porque somos damnificados de esta situación: algunos de encierro, algunos por estar alejados de la familia. Ahora está presente el riesgo de contagio, donde la premisa es tratar de no contagiar ni contagiarse. Además, de la tensión que produce la falta de insumos para el cuidado y para el trabajo cotidiano”.

Las respuestas habituales ya no nos funcionan. El estrés se incrementa por ser trabajadores, pero también porque somos damnificados de esta situación

Por otro lado, “la exposición a la angustia, no solo propia sino de los familiares que saben que estamos trabajando en un sistema de salud y también la angustia de los pacientes y de sus familias, de pacientes que tienen otros sufrimientos o enfermedades que esperan respuesta. Además, se agrega la sobrecarga, la falta de personal, porque hay personas con enfermedades crónicas que no pueden venir a trabajar, hay personas que tienen más miedo o más angustia que otras y tampoco pueden enfrentar el estar en el lugar de trabajo”.

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Al continuar detallando los efectos sobre la salud mental de los trabajadores de salud, Urraza preguntó: ¿Quién desde que empezó la pandemia no sintió que tuvo algún síntoma como tos o fiebre y pensó en la posibilidad de contraer el virus?

“Hay miles de respuestas, por ejemplo, estar hiperalerta o hiperexcitada. Y en este momento en que estamos en la fase precrítica, que causa excitación, y pensamos en qué hacer, como organizarnos, buscamos disparar por ejemplo en la ayuda hacia otros. Pero resalta que “hay gente que tiene miedo y lo importante es poder desactivar algo de ese miedo para que no se transforme en pánico y nos quedemos sin poder hacer nada o tener una respuesta”.

Otras respuestas son la impaciencia, el aumento de la tensión arterial, aumento de la frecuencia cardíaca, aumento de la atención involuntaria, irritabilidad, alteración del sueño, recuerdos intrusivos o recurrentes, conductas de evitación hacia afuera (evitar situaciones, el venir a trabajar) o hacia adentro (frialdad, “nada me toca”).

Otros indicadores que se mencionaron fueron la ansiedad, frustración, miedo, culpa, irritabilidad, anestesia, aislamiento, verborrea, llanto incontrolado, confusión o pensamiento contradictorio, pensamiento obsesivo, dificultades en la memoria, imágenes o ideas que se te meten en la cabeza cuando te vas a dormir, fatiga mental, algunas dificultades físicas como temblores, mareos, cefaleas, molestias gastrointestinales, taquicardia, parestesias, contracturas, agotamiento físico, insomnio, alteraciones del apetito.

Agrega que “todo esto pasa a nivel individual pero también a nivel familiar y de los equipos de trabajo. Hay que convivir, y estar en la casa, organizar actividades familiares, que alteran la dinámica, la tolerancia a la frustración. Por esto, hay alto riesgo de que sucedan situaciones de violencia de género, o hacia los niños y niñas. Y para ello hay que incrementar los factores protectores para no responder de manera impulsiva ante situaciones de estrés.

La licenciada Urraza hizo referencia a que, a toda esta situación, se deben incorporar aquellas dificultades propias que se plantean en los equipos de trabajo, por ejemplo, problemas en la dinámica interna, como la comunicación que no circula con claridad, o que está alterada; la falta de respuestas; la toma de decisiones; los conflictos personales porque somos como bombas de tiempo chiquitas en un mismo lugar, en el hospital. Entonces tenemos que tratar de ver que el otro también está en una situación de tensión, de estrés, por lo que tenemos que subir el nivel de tolerancia para cuidarnos, como con el uso de barbijo.

“Por suerte hay factores que modulan, que bajan el impacto o que nos protegen. Uno es el apoyo social, el contacto con familiares o amigos, buscando otros modos de estar con el otro para la descarga, el sostén emocional. Otro es el compartir información constructiva. La comunicación en el equipo de trabajo, como insumo fundamental en estos tiempos: hablar con los compañeros, de lo que una siente, poder compartir los malestares, lo que vamos sintiendo, elogiar los logros, identificar errores y desaciertos de manera constructiva, hacer alguna técnica de desactivación de alguna situación, pedir ayuda de un tercero.

En relación al autocuidado, cuidar las necesidades básicas: el orden de las comidas, la hidratación, evitar el alcohol y los psicofármacos que generan dependencia, desenchufar la cabeza, hacer alguna clase de algo que nos guste, tomar un descanso, aún en horas de trabajo, termina en una mejor intervención, planificar alguna rutina fuera del trabajo, para poder tener algo del control que hemos perdido, utilizar alguna técnica de relajación o de respiración, conectar con nuestras emociones para poder gestionarlas, hacer actividad física para desconectar, y muy importante siempre comenzar y terminar con el cuidado propio: el lavado de manos, el uso de barbijo, para cuidarme y cuidar al otro. Son todas cuestiones que nos van a ayudar a manejar el estrés en estos tiempos”.

El paciente cero en esta situación, son los sistemas sanitarios que producto de los recortes en los presupuestos y el vaciamiento hoy demuestran en todo el mundo su incapacidad para responder a las necesidades de salud de la población

Para finalizar, se resaltó que el paciente cero en esta situación, son los sistemas sanitarios que producto de los recortes en los presupuestos y el vaciamiento hoy demuestran en todo el mundo su incapacidad para responder a las necesidades de salud de la población, frente a lo cual, más allá de la tramitación individual de las emociones, tensiones y estrés que este escenario genera entre los trabajadores de salud, es importante generar espacios de organización.

Comité de seguridad e higiene

Actualmente, el hospital de mayor complejidad de la Patagonia no cuenta con un equipo que aborde la salud mental de los trabajadores y trabajadoras, por eso desde la Secretaría de las Mujeres del hospital Castro Rendón y la agrupación Violeta Negra de ATE, están promoviendo la conformación de un comité de seguridad e higiene de los trabajadores, independiente de las instancias institucionales, que posibilite la denuncia y la exigencia de respuestas a todas nuestras demandas, dando pelea por la salud pública de manera conjunta para afrontar esta pandemia.