El pasado lunes 30 de marzo una pareja fue interceptada por la policía y con la excusa de que estaba rompiendo la cuarentena expuso a ambos a una serie de tormentos, llegando a gatillar varias veces en la cara del joven. La noticia se conoció esta semana luego de ser denunciado el caso a la Comisión Provincial por la Memoria.
Viernes 24 de abril de 2020 10:47
Ph: Infolítica
Desde que comenzó la cuarentena las denuncias de abusos, amenazas y torturas se multiplican en todo el país. Mientras que grandes medios de comunicación y el poder político nos quieren hacer creer que policías, prefectos y gendarmes son “héroes”.
En palabras del propio Alberto Fernández “su trabajo y compromiso son fundamentales para ganarle al coronavirus” cuando en realidad no están cumpliendo tareas muy distintas de las que venían realizando hasta ayer, esto lo evidencian las mas de 100.000 detenciones en todo el país, con presencia de tormentos y violaciones a los derechos humanos, en su mayoría a jóvenes pobres.
Mar del Plata no es la excepción, sus barrios mas populares sufren desocupación, marginalidad, abandono, y obvio represión, ahora en nombre de la protección, donde la pandemia es una nueva oportunidad para atacar las libertades democráticas.
Así fue que el día 30 de marzo al rededor de las 2.00 de la madrugada en la intersección de las calles Soler y Juana Manzo, del Barrio El Progreso, de un patrullero descienden dos oficiales (un varón y una mujer) e hicieron arrodillarse a los dos jóvenes y comenzaron a reprenderlos por estar incumpliendo la cuarentena. “Por favor, señor, no, sí, señor, sí”, suplicaba el joven arrodillado frente a las amenazas del agente de policía, que sacó un arma de corto calibre y gatilló varias veces en el rostro del joven. En ese momento, otro patrullero pasó por el lugar, lentamente y siguiendo su recorrido con normalidad. El hostigamiento y las amenazas continuaron durante un tiempo mas.
Esta situación fue advertida por una vecina que escucho los gritos desde su ventana, quien registró el hecho hasta que dejaron ir a los dos jóvenes retenidos.
Esta vecina es quien, ante su desconfianza hacia las autoridades locales, denunció primeramente en la Comisión Provincial por la Memoria, y luego reitera la denunció en la fiscalía local. Donde le informan que cada móvil cuenta con un GPS que de no de ser desactivado indica la ubicación y quienes podían estar en el patrullero esa madrugada. Pero ese informe no fue entregado por la jefatura.
Es esperable la desconfianza sentida hacia el poder judicial local, si tenemos en cuenta que durante la dictadura, el ahora fiscal general de Mar del Plata Fabián Fernández Garello se desempeñó como oficial ayudante y luego como oficial subinspector en la delegación San Martín de la DIPPBA comandada por los genocidas Etchecolatz y Camps. La Cámara de San Martín confirmó el procesamiento del fiscal por participar de secuestros y torturas en dictadura, sin embargo en La Plata por la protección política y judicial se sigue demorando el juicio político contra el espía de la Bonaerense.
Y como si con esto no fuera suficiente la ciudad es gobernada por el intendente derechista del pro, Guillermo Montenegro, ex ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, procesado como uno de los responsables de la violenta represión en el Hospital Borda en 2013, quien fuera el creador de la policía metropolitana conocida ya por diferentes casos de violencia.
Esta claro que las medidas tomadas a partir de la pandemia son aprovechadas por los poderes estatales para utilizar con un fin el miedo. Reforzando los mecanismos de control, y a partir de la instauración del pánico, y los mecanismos de denuncia, como forma de cuidado, los gobernantes y clases dominantes obtienen consenso y refuerzan su capacidad coercitiva, aplicando medidas de lo mas autoritarias.
Esta situación es doblemente peligrosa, por un lado por el momento actual que estamos transitando, pero ademas, porque ese consenso dado socialmente sobre el reforzamiento actual del control de la población no finalizara una vez finalizada la pandemia, sino que sera utilizado por el sistema capitalista para las posibles rebeliones ante la actual crisis económica, social y política.
Por eso actuaciones como las de la vecina muestran un camino diferente, de rebelión ante un sistema que nos quiere solos y aislados. Es también un momento especialmente importante para mostrar el rol “esencial” de la clase trabajadora en la sociedad y mostrar que existe otra alternativa, otra salida a la crisis.