Hermosos discursos de regresos cuidados, inversiones y protocolos, pero en las escuelas la realidad es otra. Los docentes quieren volver a las aulas más que nadie, pero no están dadas las condiciones.
Miércoles 17 de febrero de 2021 16:06
La escuela no puede abrir por el nivel de abandono
En el marco del inicio de clases se realizaron las primeras jornadas donde se reunieron docentes y directivos para explicar la nueva situación y cómo será el regreso presencial a las aulas. El plan del gobierno es que cada directivo decida si su escuela vuelve o no, según las condiciones en las que se encuentra su escuela. Docentes del partido de Merlo le cuentan a La Izquierda Diario las condiciones de sus escuelas y por qué es imposible aplicar los protocolos. Falta de agua y de elementos de higiene, peligro de derrumbe, falta de personal auxiliar que se ocupe de la limpieza y sanitización necesaria; y baños clausurados o con inodoros que no funcionan pero que se utilizan igual con ayuda de un balde son sólo algunos de los problemas que encuentran las escuelas al intentar volver a las clases presenciales.
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Una docente de la Secundaria 55 de Merlo, que funciona en espacio compartido con la Primaria 62, nos cuenta que “estuvimos todo el 2020 sin agua, la escuela nunca se cerró y se continuó con la actividad de repartir alimentos a las familias. A pesar de los cuidados, la directora contrajo Covid-19. A principio de 2021 se arregló el caño pero seguimos sin agua. El aula que tenía el cielorraso con peligro de derrumbe, y que ya tenía pedido de reparación, no se reparó y directamente se cerró el aula. Las aulas no cuentan con buena ventilación como estipula el protocolo, se comparte aulas con la Primaria y no tenemos patio propio, por lo cual tampoco se podría dar clases en espacios abiertos. Nuestra comunidad está muy postergada y pedimos a las familias que nos acompañen con el reclamo de mejorar las condiciones en las que el Gobierno Provincial pretende que sus hijos tengan clases: sin infraestructura, sin kits sanitarios y sin comedor para nadie”.
Otra docente de la Secundaria 15 de Pontevedra nos dice que la escuela funciona en dos edificios, pero tiene solo uno operativo. El otro, el anexo, no se encuentra en condiciones. Durante el 2020 por ejemplo se cayó por completo el cielorraso de un aula del anexo, por suerte no había alumnos en las aulas. El edificio principal cuenta con un solo baño para varones y otro para mujeres, para un total de 15 aulas, y falta personal auxiliar.”
Una maestra de la Primaria 60 de Villa Spada en Merlo nos cuenta que “la escuela continúa con el problema del desborde del pozo séptico que ya lleva años. Nunca lo solucionaron, poniendo en riesgo la salud de toda la comunidad.”
A su vez, un profesor de la Secundaria N° 43 del Ceibo en Merlo, nos dice que “la escuela sufre abandono estatal desde fines del 2019 cuando se cometió un incendio. Al día de hoy todavía seguimos esperando las refacciones”.
Para terminar, una profesora del CENS 455 de Merlo también nos cuenta que el edificio “no abre por falta de insumos, que nunca fueron enviados a la escuela.” Otro docente de la misma institución en diálogo con La izquierda diario se pregunta: “¿Cómo vamos a llevar adelante los protocolos si tenemos aulas con cursos de más de cuarenta y cinco estudiantes? Esta es la realidad de muchas de las instituciones de nuestro distrito.”
Hace mucho tiempo que el Gobierno quiere que naturalicemos el deterioro de las escuelas públicas, muchas veces incluso se reivindica a los docentes que hacen magia en lugares que no se sabe cómo se mantienen en pie. Lo cierto es que después del crimen social de Sandra y Rubén, los docentes de la provincia de Buenos Aires empezaron a desnaturalizar el abandono de las instituciones públicas. Se formaron asambleas, y comisiones de higiene y seguridad junto a las familias. Empezaron a entender que no es posible ir a la escuela en cualquier condición, que no es una cuestión de vocación, que amar el trabajo no significa inmolarse; que estalle una escuela, que se caigan techos, que las paredes estén electrificadas y tantas situaciones más, no es normal, es falta de inversión.
En esta ocasión la situación es peor, ya que a los problemas estructurales se le suma que estamos en medio de una pandemia, es decir, es una situación de crisis epidemiológica mundial. No se puede volver a la presencialidad sin las condiciones mínimas de salud garantizadas. Se vuelve con recursos, no con discursos.
Mientras tanto Gobiernos y Sindicatos arreglan entre ellos sin preguntar a la comunidad educativa cuál es la situación. Ni padres, ni alumnos, ni docentes fueron consultados sobre el regreso y las condiciones en que se pretende llevar a cabo. ¿Saben las familias que el regreso a las aulas será sin comedores y sin módulos alimentarios suficientes que den respuesta a todos los estudiantes que lo necesiten? ¿Saben que los bolsones de alimentos no alcanzan y que en muchos casos se complementan con el aporte de los propios docentes? El Gobierno Provincial no invierte lo necesario, inunda las redes con fotos de acuerdos donde aseguran que las condiciones están dadas cuando no es así, después de un 2020 donde no se resolvieron estas cuestiones de infraestructura básicas y se ahorró millones con la demora en los actos públicos, apelando a que docentes de la misma institución se hicieran cargo de cursos que no les correspondían sin recibir ningún tipo de retribución, sobrecargando laboralmente a unos y dejando sin la posibilidad de trabajar a otros.