Se realizó el primer taller de géneros en la Casa socialista de Pan y Rosas. Los lazos entre mujeres de las luchas por vivienda, las estudiantes, trabajadoras y vecinas, se sigue afianzando. San Luis, allá vamos. En esta crónica, enterate qué se charló. Y participá vos también del próximo taller.
Domingo 4 de septiembre de 2022 14:51
Tocó un domingo a pleno sol y las mujeres de la Villa 31 se fueron acercando a la Casa Socialista del PTS, con sus hijas e hijos, para conversar junto a la agrupación Pan y Rosas.
El tema del día: violencia de género.
El desafío: ser miles en el Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias.
Los niños y niñas juegan frente al ventanal, donde da toda la luz. Los chiches donados están ahí siempre para que tengan con qué divertirse. Los cuidan compañeros varones, para que las mujeres puedan encarar el taller.
Después de un rato de saludos, "tanto tiempo", "mucho gusto", entre mates, abrazos y reencuentros, de a poco se fue armando la ronda grupal.
Las mujeres de las tomas Fuerza de Mujeres y el Hotelito, que luchan por vivienda en la 31, recibieron la visita de las mujeres de la Asamblea Permanente de Guernica. Todas tuvieron que soportar desalojos con topadoras y represión policial. Unas enfrentando al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, otras al de Axel Kicillof y Andrés “Cuervo” Larroque. El taller las volvía a encontrar para afianzar su unión.
También estaban estudiantes de la facultad de Ciencias Sociales y de otros lugares, trabajadoras estatales, docentes y aeronáuticas. Todas forjaron el compañerismo con estas mujeres participando en sus luchas y haciendo amistad cotidiana.
Y, dándole más vida a este encuentro, se sumaron nuevas trabajadoras, estudiantes y amas de casa, a compartir sus experiencias y comenzar a construir un espacio de organización.
Esta Casa Socialista se inauguró hace solo tres semanas, con una gran asamblea, donde participaron la diputada Myriam Bregman y la legisladora porteña Alejandrina Barry. Ellas también vienen acompañando la lucha de las vecinas, desde sus bancas y en el barrio.
Violencia de género
Ali, que es anfitriona de la Casa, cuenta: “Desde Fuerza de Mujeres fuimos a la toma escapando de la violencia de género, para encontrar un techo para nuestros niños y un resguardo para nosotras. Pero, ¿qué encontramos ahí? Violencia de la policía y violencia del Estado”.
Ali tiene 27 años, 4 hijos y mantiene su familia vendiendo comida que ella misma prepara. Hace varios años vino desde Paraguay. En la Villa 31 se encontró peleando por un techo para vivir, con otras 100 mujeres sostén de familia.
“Violencia de género no es solo que te mate un hombre” -continúa Ali- “Violencia es no tener un lugar donde vivir o no tener un trabajo genuino para darle de comer a tus hijos, no poder estudiar, no poder hacer muchas cosas”.
“Nosotras perdimos a una compañera, Ayelén Jara, tenía 20 años” -abrió Nicole de la Asamble Permanente de Guernica- “Cuando el gobierno de Kicillof nos desaloja, ella tuvo que volver a un lugar donde termina víctima de femicidio. Muchísimas mujeres fueron a tomar un pedacito de tierra escapando de la violencia de género. Y el Ministerio de la Mujer tenía los datos de cada una de ellas: pero nunca hizo nada”.
Nicole tiene 26 años y una hija pequeña. Se sumó a la recuperación de tierras para vivir en Guernica, porque durante la pandemia se quedó sin trabajo y sin plata para el alquiler.
“Es terrible que una mujer muera por femicidio. Pero eso es lo último que pasa -reflexiona Nicole- “Antes de eso, esa mujer estaba en una situación de violencia y no tenía donde irse a vivir. No tenía trabajo. Y tampoco tenía vacantes en un jardín para dejar a sus hijos…”
“El movimiento de mujeres que hace años se viene desarrollando, tiene que pelear por estas necesidades básicas: trabajo genuino, vivienda, educación” -plantea Nicole, como conclusión- “Porque ahí está la raíz de la desigualdad y de la violencia de género”.
Varias de las mujeres presentes en el taller escaparon de su agresor, con sus hijos y llegaron a la Villa 31, para levantar casillas y hacer de a poco su hogar. Las más grandes, resistiendo desalojos gobierno tras gobierno.
La propuesta: “Tenemos que ser miles en este Encuentro de Mujeres, para llevar nuestra voz, nuestra realidad y nuestra lucha. Imaginensé si la fuerza de la marea verde que conquistó el derecho al aborto, tomá también estas banderas… Cada una de nosotras tiene que estar para impulsarlo”.
Organizarse, unirse y luchar
Varias estudiantes, de las carreras de Trabajo Social, Comunicación y otras, compartieron también sus experiencias. Muchas empezaron a organizarse con la marea verde, luchando por el aborto legal y se acercaron al feminismo socialista, porque entendieron que para tirar abajo al patriarcado, hay que tirar al sistema capitalista.
“Nos tenemos que enfrentar al ajuste del Gobierno y el FMI y a la crisis que nos están tirando encima, junto a los grandes empresarios. Las mujeres nos tenemos que organizar desde los barrios y desde cada lugar de trabajo y de estudio - plantea Lorena".
Lorena coordina el taller, ella es madre y trabaja en el Ministerio de Economía, donde es delegada.
“Sergio Massa, que asumió como superministro sin que nadie lo votara, está avanzando más con el ajuste que pide el FMI. Recortó presupuesto en salud, vivienda y educación; y ahora se vienen los tarifazos”, denuncia Lore.
"Acá hay compañeras docentes, trabajadoras aeronáuticas, estatales -señala Lore- "Hay que unir todos los reclamos y pelear por un plan de lucha que salga del Encuentro de Mujeres. Exigir un paro nacional a los sindicatos y construir una fuerza social para lograr lo que nos proponemos”.
“Las trabajadoras y trabajadores nos tenemos que organizar y tomar el control de esta situación” -vuelve a intervenir Nicole- “Tenemos que ser nosotros los que decidamos el destino del país; porque ellos ya vemos a dónde nos llevan”.
“Nos tenemos que organizar sí -continúa Lore- "como estamos haciendo hoy acá: trabajadoras, estudiantes, amas de casa… Pero necesitamos ser miles y llegar a golpear junto a millones. Y luchar también junto a nuestros compañeros varones” -plantea Mailén, ella es estudiante y milita junto a las vecinas de la villa 31.
“Los empresarios se llenan de plata subiendo todos los días el precio del pan, de los fideos, del arroz… -agrega Mailén- “Y el Gobierno los llena de beneficios, mientras nosotras somos cada día más pobres con la inflación”.
Una trabajadora de GPS, empresa tercerizada de Aeroliíneas Argentinas, plantea: "Hay que unirnos con los varones y que tomen también nuestros reclamos. Los enemigos no son los compañeros de trabajo, sino los patrones que nos explotan todos los días".
Esa unidad, en GPS, se va a expresar nuevamente en el campeonato de fútbol que harán el próximo domingo 18, con equipos de mujeres y mixtos. Para defender su organización y plantarse contra el ajuste.
"Tenemos que ir unidas al Encuentro de Mujeres, a plantear que la lucha también es contra la crisis y el ajuste. Y dar juntas este debate, frente a otras agrupaciones que quieren llevar nuestro movimiento detrás de las banderas del Frente de Todos, o incluso de la derecha radicale" -termina de plantear la aeronáutica.
Las cifras y la realidad de la crisis para las mujeres
“Esta crisis que estamos viviendo nos ataca mucho más a las mujeres. No porque seamos débiles, sino que somos vulnerables ante esta sociedad nos discrimina” -denuncia Ali- “Yo sigo encontrando apoyo en otras mujeres y no el Estado. ¡Tenemos que salir a luchar! porque de parte ellos nunca va a haber solución”.
“Cuando veo las estadísticas, digo ‘guau’, no mienten los números” -dice Nicole- “En las crisis las que más pagamos los platos rotos somos las mujeres”. Entre la población más pobre, encontramos que más del 60% son mujeres.
“¿Por qué?” -se pregunta y responde-“Primero porque nos tenemos que quedar con los pibes, porque no alcanza para la niñera y así se complica conseguir trabajo. Segundo porque los trabajos más precarios son generalmente para nosotras”.
Según los últimos datos del Indec, la informalidad laboral sigue en aumento al calor de la crisis. 4 de cada 10 asalariados están precarizados y sus ingresos son 54% más bajos que en el empleo formal. Las mujeres sufren un 60% más estas condiciones que los varones.
Nicoles sigue: “El hombre tiene más chances de conseguir un laburo en blanco, porque en la entrevista no le preguntan si tiene hijos. Y si los tiene, está todo bien, porque saben que la pareja, la tía, o la abuela los cuidan. La desigualdad es funcional al sistema. Nosotras nos encargamos de los cuidados de toda la familia. Y los empresarios, los dueños de la producción, se siguen enriqueciendo. La verdad que da mucha bronca”.
Las mujeres acceden menos al trabajo. Entre las más pobres, sus bajos ingresos vienen solo en un 40% de actividades laborales; mientras que entre los hombres más pobres, los ingresos laborales representan el 80% de sus ingresos totales.
Ahora Dina toma la palabra. “¡Se olvidan de los más grandes!” -reclama- “Yo tengo 66 años y tengo que rebuscármelas para vivir. Y así como yo hay muchas mujeres…”
Los jubilados perdieron con la reforma macrista y luego por la ley de Movilidad del Frente de Todos. Aunque Sergio Massa dio un bono para “compensar”, las jubiladas que reciben la mínima estarán cobrando, recién para el mes de septiembre, apenas $50.000: la mitad de la canasta básica para no ser pobre. Mientras la inflación sigue al galope.
Dina se presenta: “Yo también soy parte de la Asamblea Permanente de Guernica y estamos peleando por la tierra, el trabajo, la educación y la vivienda”. Y denuncia: “¡Cada día nos empobrecen más! A nosotras nos faltan necesidades básicas… que son un derecho que tenemos las mujeres. ¡En invierno no tenemos un calentador! Yo tengo nietos… los grandes podemos saltear comidas, pero los niños no. Yo pregunto, la gente del Gobierno ¿acaso no tienen familia?”
— “¡Ma!”. Justo se escucha el grito de uno de los niños. El lío que hacen los pequeños se entrevera con la charla. Ellos siguen entretenidos en su mundo de juegos. Más de la mitad de las infancias, unos 7 millones de niños y niñas son pobres en la Argentina: a ellos también se les vulnera el derecho a la vivienda, a una alimentación nutritiva y a la educación.
El ajuste que también viven los niños
Carina tiene 50 años y es auxiliar docente en un colegio porteño. “Los chicos en el colegio se desmayan del hambre, si no alcanza con la comida de los comedores. Y hace poco, esta chica de 11 años que iba a un colegio de Barracas y falleció con signos de desnutrición. ¡No puede ser!”.
“Es terrible lo que pasó con esa niña. Nos hemos movilizado con la comunidad educativa” -aporta Lorena y agrega- “Acá en la Ciudad de Buenos Aires, con Myriam Bregman y Alejandrina Barry hemos logrado dos fallos judiciales contra el gobierno de Horacio Rodriguez Larreta: para que haya alimentación nutritiva en los comedores escolares y para que se abran vacantes para en los jardines maternales y escuelas, y se aumente el presupuesto educativo. Es una pelea que tenemos que seguir dando, con las trabajadoras de la educación, las madres y padres”.
“Yo tengo 4 hijos, 10 nietos y soy el sostén de mi familia”- continúa Carina. Y cuenta su historia: "No tengo marido porque yo lo decidí, me vine hace muchos años de Misiones porque el padre de mis hijos me tiró un plato de comida re caliente encima”.
“Yo cuido mí trabajo en el colegio. Cumplo todos los días de 6 a 1. Pero también me peleo contra el Gobierno. O porque yo trabajo y Larreta me paga un miserable sueldo ¿me tengo que quedar quieta? No” -afirma.
Con ese “miserable sueldo” está pagando un alquiler para ella y su familia. Pero ella tenía una casa, que construyó de a poco durante años: primero casillas, después de material. Y no fue fácil, porque además resistió desalojos en la Villa 31, desde los ‘90. Ahora se enfrenta al gobierno de Rodriguez Larreta, porque le partió su casa a la mitad, mientras demolían las casas debajo de la autopista. Carina se acercó al taller, luego de haber acompañado la lucha de las mujeres de Fuerza de Mujeres y el Hotelito.
“Una trabajadora social me dijo que ellos me tendrían que haber pagado el alquiler, porque dejaron menores de edad en la calle, y todo fue responsabilidad suya. Yo no me voy a quedar callada, voy a luchar”.
“Yo también soy trabajadora social” -cuenta Fiorella, que milita junto a las mujeres del barrio- “En la facultad, cuando estás estudiando te dicen que desde el Estado vas poder cambiar la realidad que se vive. Pero ¿sabés qué me dice la gente?” -pregunta y responde: “que en las oficinas la controlan a ver si es pobre, a ver si merece un plato de comida. Yo trabajo acompañando a jubilados y personas con adicciones, pero me organizo y lucho para cambiar de raíz esta realidad, de la que también es cómplice el Estado y los gobiernos”.
Maca que todavía estudia y milita en la Universidad agrega: “encima ahora el gobierno del Frente de Todos, por iniciativa de Sergio Massa y el ministro Zabaleta, está capacitando estudiantes para auditar a los que reciben el Potenciar Trabajo, a ver si se pueden quedar o no con el plan. ¡Nosotras no vamos a ser cómplices del ajuste sobre los más pobres, sobre las mujeres, las niñas y niños!”
Caro, que también estudia en la Universidad, hace una conclusión final: “Pan y Rosas es una agrupación de mujeres feministas y socialistas, nosotras queremos ir por todo. Que estos espacios nos sirvan para organizarnos y poder viajar a San Luis, al Encuentro, a llevar estas peleas. Vamos a hacer actividades para juntar plata y que ninguna quede afuera; también nos vamos a organizar con los niños, para tener allá una guardería y poder participar de los debates. Ahora, tenemos que correr la voz y para el próximo taller que hagamos acá, ser muchas más”.
Si vos también querés participar del próximo taller, ¡acercate o comunicate!