El consumo de carne bovina en Argentina sigue cayendo. Según un estudio la Bolsa de Comercio de Rosario, en 2021 fue de 47,8 kilos por persona. ¿Diversificación alimentaria o una dieta impuesta por la inflación y la pobreza?
Viernes 10 de junio de 2022 14:40
Un informe dado a conocer hoy por la Bolsa de Comercio de Rosario informó hoy que el consumo de carne bovina por habitante en la Argentina fue en 2021 de 47,8 kilos, el menor nivel desde 1920. Hace un siglo.
Se trata de un trabajo realizó por dos investigadores, Alberto Lugones y Emilce Terré, que analiza la baja en el marco de una menor participación de la carne bovina en la dieta de los argentinos en los últimos años, tanto por la elección de alimentos de base vegetal como por la incorporación de otro tipo de carnes.
"Si analizamos el consumo histórico (período 1914-2021), la ingesta promedio fue de 73,4 kg/hab/año, mientras que el promedio de los últimos 5 años fue de 54,5 kg/hab/año", señalaron.
También destacaron que "desde 1975 hasta la actualidad la producción cárnica bovina se ha mantenido en un rango relativamente estable que va de las 2,5 a los 3 millones de toneladas de carne bovina, con contadas excepciones".
En esas ocasiones en las que la producción y el consumo se distanciaron, acotaron, "se da un incremento en la importancia de la exportación".
Un dato para agregar es que el precio de la carne vacuna aumentó alrededor de un 100% en el último año, lo que aumentó en los bolsillos populares.
Como decíamos anteriormente, para quienes proponen reemplazar la carne vacuna por otro tipo de alimentos, el dato podría significar una “buena noticia”. Pero lo cierto es que no ha habido una política planificada para diversificar la dieta de la población con otros alimentos que brinden proteínas, vitaminas y determinados minerales que necesita el cuerpo, sea fácil de cocinar y otros beneficios que tiene la carne. Más allá de los debates, es una realidad que la carne es un elemento básico de la canasta alimentaria, más aún en un país que produce millones de cabezas anuales.
El descenso del consumo se nota en las parrillas de las casas de millones, pero también en las mesas populares. Las organizaciones sociales vienen denunciando que no quieren vivir a polenta, y los distintos gobiernos han empeorado la calidad y diversidad de los alimentos enviados a los comedores.
No solo el asado. También un "alto guiso" pasó a salir una fortuna.