Tras un largo recital y ante miles de personas, el presidente y su vice cerraron con tono festivo la jornada de asunción de Gobierno. Un llamado a la unidad para gestionar.
Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 11 de diciembre de 2019 00:20
Foto Prensa Alberto Fernández
Pese al intenso calor durante toda la jornada, con una sensación térmica que rozó los 40º, la Plaza de Mayo se colmó de gente. Desde la mañana, la histórica plaza se empezó a poblar de militancia kirchnerista y de contingentes aportados por las conducciones sindicales y de las organizaciones sociales más cercanas al nuevo gobierno.
Por la tarde, la escena se completó con otras miles de personas que, en gran medida “sueltas”, se acercaron para escuchar los discursos de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Durante toda la tarde pasaron por el escenario, montado a metros de la puerta de la Casa Rosada, artistas de la talla de Lito Nebbia, David Lebón, Eruka Sativa, Sudor Marika, Los Pericos, Mala Fama, Adriana Varela y hasta un evangélico Juanse, entre otros.
Pasadas las 20, luego de que el conjunto de artistas contratados para el festejo se juntara para cantar el Himno Nacional, les Fernández subieron al escenario provenientes de la Casa Rosada (donde un par de horas antes el presidente había tomado jura a sus ministras y ministros).
“Ahora estoy bien”
La primera en saludar fue la vicepresidente, quien luego de preguntar a la multitud “¿cómo están?”, dijo en voz alta “yo también, ahora, estoy bien”. Luego arrancó un largo discurso, con momentos de emotividad personal, muy parecido a aquellas prolongadas cadenas nacionales de su último período de gobierno.
Fernández hizo referencia a otra Plaza de Mayo, la de su despedida el 9 de diciembre de 2015, un día antes de que asumiera Mauricio Macri. Y aseguró saber “que estos cuatro años han sido muy duros para tantos y tantas”, haciendo hincapié en “el hambre y la pobreza que tanto desvelan al nuevo presidente”.
En referencia a ella misma, Cristina agregó que estos cuatro años fueron también duros para quienes “fueron objeto de persecución” y hasta se animó a decir que al funcionariado de su gestión se lo quiso hacer “desaparecer” vía causas penales.
“Estamos aquí porque no fue magia, sino porque hemos unido la voluntad de millones que creen que es posible vivir en un país mejor”, afirmó Cristina. Y agregó que esa voluntad fue “ayudada por la memoria de dónde venimos” y “moldeada con la humildad para saber que lo colectivo es más importante que lo individual”.
El tono “épico” del discurso se combinó con la autorreferencialidad cuando dijo que ella puede cometer errores, pero se hace cargo de lo que hizo, que hace y dice lo que piensa y que además tiene “mucho coraje, el que se prueba en la adversidad y en el llano”.
La parte final de su discurso fue dirigida al presidente y a su equipo de gobierno. “Usted ha comenzado su gobierno con muy buenos augurios”, le dijo mirándolo a los ojos, porque “ha decidido que se retiraran las rejas de esta plaza, a la que habían enrejado como un símbolo de división entre el pueblo y el Gobierno. Pero además es muy bueno el mensaje que dio ante la Asamblea Legislativa esta mañana”.
En ese sentido, le aconsejó al Fernández que “siempre confíe en su pueblo, son los más leales siempre. No se preocupe por las tapas de un diario, confíe siempre en el corazón de los argentinos” y en “su pueblo, que siempre va a estar para defender a quienes se la juegan por él”. Como presidente, “tiene por delante una tarea muy dura, le han dejado tierra arrasada, pero sé que tiene la fuerza y la convicción para cambiar esta realidad tan fea”, insistió
Finalmente CFK le dijo a Fernández, “en nombre de todos aquellos que hoy no están porque partieron o porque tal vez están fuera de la Argentina, que cuente con el apoyo, el amor y la esperanza que todos nosotros hemos depositado en usted”.
Pobreza y justicia
Esos fueron los dos ejes centrales del discurso de Alberto Fernández, quien habló luego de Cristina. Con una sonrisa que mantuvo durante casi todo el día, el presidente arrancó diciendo “buenas noches Argentina, que linda es esta noche, no saben cuánto los quiero”.
“Se pone fin a un tiempo y se inicia otro”, dijo el mandatario, quien le dio “gracias a Dios” porque un día el destino les cruzó “en el camino a Néstor Kirchner y a Cristina”. Después, dijo, “por la locura nuestra, nos distanciamos y alguna vez nos volvimos a encontrar”. Parece no quedar ni registro de la larga lista de cuestionamientos profundos, tanto políticos como personales, que el propio Fernández hizo a CFK, llegando a tildar de “deplorable” su Gobierno.
En un momento cientos de personas comenzaron a cantar el famoso “Mauricio Macri la puta que te parió”, pero Fernández los cortó en seco. “Al pasado más reciente simplemente recordémoslo”, respondió superador. Y agregó que espera que “aquellos que alguna vez creyeron en esas políticas, hayan aprendido” y que con su Gobierno van a “imponer la solidaridad que siempre nos hizo vivir”.
Alberto insistió con los ejes de su discurso de la mañana en el Congreso. “Los únicos privilegiados de la Argentina que hoy se inicia son los que hoy la están pasando mal, los que cayeron en el pozo de la pobreza, los chicos que no pueden ir al colegio”. A ellos les dijo “no teman”, ya que su Gobierno va “a hacer la mejor epopeya que podemos hacer, que nunca más falte un plato de comida en la mesa de los argentinos”.
A renglón seguido pidió que todos lo ayuden a poner en pie “un sistema judicial que no nos avergüence, que deje de perseguir a los opositores, que usa a la prisión preventiva para perseguir opositores”, en referencia a un recurso penal que, en rigor, desde hace décadas el Estado lo utiliza sobre todo para llenar las cárceles de jóvenes pobres.
Fernández aseguró que con su Gobierno “se terminaron los operadores judiciales, los operadores de inteligencia y el adiestramiento mediático que todos los días soportamos”. Aunque su propia carrera política y la de muchos de sus funcionarios no indique que esa sea una práctica común, miles de personas lo aplaudieron con entusiasmo.
El tramo final de su discurso lo dedicó a la misma épica usada por su vicepresidente minutos antes. “La política es contradicción de intereses”, sentenció. Y como si su Gabinete no estuviera conformado por políticos que, en gran parte, gobernaron junto a Menem y Duhalde, afirmó que ellos están “representando a quienes padecen, a los que se quedaron sin trabajo, sin escuela, sin techo. No tenemos dudas de dónde deben estar puestos todos nuestros anhelos y nuestros sacrificios”, sentenció Alberto y arrancó un nuevo aplauso.
Finalmente prometió “construir un tiempo en lo que lo más importante es el que produce y el que trabaja y no el que especula con la timba financiera. Vamos a cuidar el bolsillo y los derechos de cada uno de ustedes. Han sido cuatro años muy difíciles donde escuchamos decir que no volvíamos más, pero esta noche volvimos y vamos a ser mejores. Gracias, aquí estamos, hemos vuelto. A trabajar”, cerró nuevamente ovacionado.
Al aplauso de la multitud se le superpuso desde los parlantes “Jijiji”, el tema emblemático de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Siguió un show de fuegos artificiales y la catarata de selfies, abrazos y gritos enfervorizados.
Esperanzas
Ante el calor por momentos inaguantable, probablemente hayan sido dos los sentimientos que más guiaron al grueso de la concurrencia que se acercó a Plaza de Mayo: la alegría porque se terminó la “era Macri” y la esperanza de que a partir de ahora sus bolsillos dejen de perder poder adquisitivo.
Consultados por La Izquierda Diario, varios de los presentes en la calle mencionaron precisamente a la economía como el problema más urgente que el nuevo Gobierno debería atender con sus medidas. Especialmente la situación de los millones de pobres, de los jubilados y de la clase trabajadora.
Si bien las respuestas se reducen a planteos generales del tipo “que se termine el hambre” o “que se recupere el empleo” o incluso “hay que atender las necesidades básicas y después pagar la deuda”, hay un común denominador en quienes responden: la situación es urgente y hay que resolverla.
También, sobre todo en muchas pibas y mujeres jóvenes consultadas en la Plaza, el aborto es un tema que se hace presente entre las urgencias que debería atender el Gobierno de Fernández, pese a que en toda la jornada el presidente no hizo mención a la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
Esas esperanzas, que cruzan de punta a punta a las y los votantes del Frente de Todos, este martes se expresaron con sonrisas, música y entusiasmo en las calles de Buenos Aires. A partir de ahora será el turno de la política, de las medidas concretas que marquen el nivel de coherencia entre promesas de campaña y realidad.
Y también, por supuesto, a partir de ahora comenzará a ponerse en juego el nivel de tolerancia popular a las dilaciones, a las maniobras propias de quienes gobiernan defendiendo intereses capitalistas y a las promesas incumplidas.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).